Capítulo 8 parte 2

1282 Palabras
Pero ahora que lo estaba viviendo en carne y hueso, debía admitir que si era caliente. El cuerpo de Benjamín aplastaba el mío. Nunca me consideré una chica pequeña, pero su cercanía me hizo sentir delicada. Si tan solo ese pecho fuerte y caliente no me distrajera podría darle batalla. – ¿Ignorarte? ¿en serio piensas que te puedo ignorar? Sus caderas se acercaron y lo sentí. Algo duro y grande chocando contra mi cintura. Oh por Dios ¿eso era lo que creía que era? Mis manos se posaron sobre el caliente pecho de Benjamín y él tembló. Ese dolor tan conocido llegó a mí centro, comencé a gotear y un gruñido casi animal salió de ese hombre, si estuviera en mis cinco sentidos tal vez me hubiese preguntado por aquello, pero contrario a todo, ese sonido gutural me excitó mucho más. Mis pezones ya estaban duros, ya lo sentía presionar contra mi top n***o Benjamín me presionó más y jadeé. Su mirada fue oscura, hambrienta, él me deseaba, lo sabía y mi cuerpo también lo anhelaba. – Benjamín… Quise pedirle que se detuviera, pero mi voz salió como si le estuviera implorando, pidiendo que me tocara más y él también parecía entenderlo porque apenas dije su nombre, se abalanzó sobre mí. sus labios chocaron contra los míos y me devoró. Su beso era exigente, para nada delicado y eso me encantó. Mis brazos rodearon su cuello atrayéndolo más a mi cuerpo. Benjamín me levantó como si no pesara nada, mis piernas rodearon su cintura, su polla dura se molió contra mi centro húmedo y yo lo agradecí soltando un gemido. Moví mis caderas en un intento por sentirlo más, oh, como quisiera que mis leggins tuvieran un hueco así él podría estar dentro mío de una sola estocada. Las manos de Benjamín bajaron hacia mi top, presionando mis pezones duros, su cadera se mecía y encontraba la mía creando una fricción deliciosa. Éramos como dos adolescentes que estaban metiéndose mano por primera vez y a escondidas de sus padres. Todo rápido, todo rudo. Benjamín bajó sus manos a mi trasero aprovechando que estaba apoyada contra la puerta, molía mis nalgas y acercaba mi núcleo a su bulto haciendo que la fricción sea más deliciosa. – Tan suave…tan mía… Gimoteé llevando mis manos a los bordes del polo con la intención de subirlo. La primera vista de un abdomen esculpido me saludó, pero un ruido detuvo mis movimientos y los de Benjamín. – ¿Hay alguien dentro? No se puede abrir la puerta. El dueño de aquella voz estaba intentando abrir la puerta. Miré un poco más a mi alrededor y vi que eran las duchas. Mierda. En mi lujuria no me había percatado a dónde íbamos o si Benjamín había cerrado la puerta con seguro. – ¿Estará clausurada momentáneamente? ¿deberíamos probar en el otro cuarto? Doble mierda. no era una persona, eran dos las que querían entrar a ducharse. Guardamos silencio un momento más y cuando no sentimos más movimiento, Benjamín no dudó en soltarme. Si no estuviese apoyada en la puerta muy posiblemente hubiera caído al suelo porque mis piernas no estaban muy estables que digamos. Miré enojada a Benjamín y esa nube de lujuria se fue cuando vi en sus ojos arrepentimiento, ira y decepción, eran las primeras emociones verdaderas que vi tras esa máscara de frialdad y no me gustó nada. Miraba sus manos con horror, como si hubiese tocado algo equivocado, algo que estuviera sucio, que no estaba a su nivel. Auch. Eso dolía. Respiré hondo e intenté una conversación educada. – Gracias por casi hacerme caer de culo. Su mirada se encontró con la mía como si recién se diera cuenta que estaba aquí, estaba sorprendido, pasmado ¿qué otros adjetivos se le ponía a alguien que tenía cara de idiota? – ¿Eso es lo que te preocupa? ¿te das cuenta lo que casi pasa? ¡casi te follo, joder! Si no fuera por los que interrumpieron yo…mierda, hubiera tenido sexo contigo. Hubiera cometido el peor error de mi vida. – Wow, no sabía que tener un poco de sexo casual era un pecado aquí ¿las mujeres de tu pueblo también tienen prohibido tener sexo casual? ¿eso está estipulado en el “libro de mujeres sumisas y sin derechos I”? – Tú no lo entiendes, joder. Tú no puedes…yo no puedo…¡nosotros no podemos relacionarnos! – Oh vamos, Benjamín. ¡es sexo sin compromiso! Tener un poco de sexo casual no hará que te cases conmigo. Créeme que eso es lo que menos quiero. – ¡Por eso dije que no eres digna! Tu no lo entiendes, no perteneces aquí, solo…mantente alejada de mí mientras estes en mi pueblo. – ¿¡Tú eres el que se acercó a mí y yo tengo la culpa!? ¿sabes qué? No te preocupes, yo no estaré a tu lado y espero que tú también te mantengas alejado de mí. Me miró a los ojos y pareció ver algo en mí porque sus ojos se suavizaron en preocupación e intentó acercarse a mí, pero yo no se lo permití. Como pude abrí la puerta y salí de ahí. A lo lejos oí que alguien me llamaba, pero no hice caso. Solo quería salir de ahí. Las lágrimas estaban nublando mi visión. parpadeé rápido. Aun no, no iba a permitir que vieran mi dolor. Llegué a mi auto y lo encendí. El nudo en mi garganta estaba creciendo poco a poco. Solo un poco más, por favor, distráete con cualquier cosa mientras llegas a casa. Manejé como pude, agradecía que el pueblo no fuera tan grande, podía darme el lujo de acelerar un poco, por un momento me distraje con los árboles y el camino, pero de nuevo las crueles palabras de Benjamín llenaron mi mente. “Hubiera cometido el peor error de mi vida” “¡Por eso dije que no eres digna” “No perteneces aquí” Llegué a mi casa y me quedé ahí dentro del carro, con las manos apretando el volante, recordando una y otra vez lo cruel que ese hombre fue conmigo. Ese desprecio, hablaba como si me tuviera asco, como si mi existencia misma fuera una equivocación. ¿eran tan malo liarse conmigo? ¿qué le había hecho yo para merecer ese trato? Solo llegué y ya me odiaba ¿me culpaba porque gracias a mí mi madre se fue de su pueblo? – Yo no merezco menos, soy digna de querer, soy dig… Las lágrimas comenzaron a caer, mi voz se cortó por el dolor. El pecho me dolía. Intenté respirar. Uno, dos, tres. – Soy digna de querer, soy digna de amar… De nuevo me quede atrapada. No podía, simplemente no podía. ¿por qué no me quería? Sabía que era tonto, recién lo conocía, pero su rechazo me afectó mucho más que cuando me enteré de la infidelidad de mi ex. Muy en el fondo me calaba su rechazo, eran como agujas metiéndose una y otra vez en mi corazón, saliendo y entrando para crear más dolor. Deseé tanto que mi madre estuviera aquí, podría sentir sus brazos cálidos, podría oír su dulce voz diciéndome palabras de amor, podría sentir sus besos en mi cabeza dándome ánimos. Me quedé en el auto llorando como una niña pequeña, no solo por el rechazo de ese hombre, sino por el hecho que cada que conocía a alguien siempre me hacía sentir así de rechazada. Hoy lloraría todo lo que pudiera, mañana haría como si ese hombre no existiera, pero hoy, me daría el tiempo para poder sanar mis heridas.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR