PUNTO DE VISTA MIGUEL La vi tambalearse mientras caminaba hasta el baño del bar, entró a él y, cuando salió, se recargó en la pared de a un lado. Estaba preciosa. Su cabello alborotado y rizado se veía tan bien, y olía genial también. —¿Necesitas ayuda? —pregunté y dijo que no, mirándome tan mal como nunca nadie me había mirado—. Solo quiero ayudar. —Yo no necesito tu ayuda —dijo tan poco claro que no pude evitar reírme, cosa que notó y que le molestó—. Vete al infierno, niño rico de pacotilla. Eso me hizo reír fuerte, provocando que me mirara peor. —¿Por qué me estás insultando? Solo te ofrecí una mano. —Yo no necesito una mano, tengo dos —señaló mostrándome ambas manos. —Anda, señorita con dos manos, déjame llevarte afuera y pedirte un taxi. Estás muy ebria. —No —dijo escabullén
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario


