Después de ducharnos, volver hacer el amor en la ducha, y vestirnos de una vez, por fin estábamos listos para salir a desayunar. —¿Crees que es conveniente que salga? —pregunté, tal vez solo debía quedarme en la cama y fingir que ella nunca había venido. —No, saldrás y actuaras como una mujer normal, no como la criminal que mi madre desea que seas —ordenó, mientras abotonaba su camisa. Su herida estaba mucho mejor y si no fuera por la venda, nadie diría que tuvo un accidente casi fatal hacía poco. —Ella me odia —murmuré. —Eres la hija del hombre que más odia en este mundo, es obvio que no te amará —respondió con sarcasmo. — La conozco, solo vino aquí a molestarte, así que no dejes que te joda. Hará lo que sea para hacerte sentir incomoda, avergonzada y te sacará de quicio, no se lo

