Me subí a un taxi y dije la dirección de Iván. Cuando llegamos, le pedí al conductor que me esperara cinco minutos. Yo corrí dentro del edificio y pregunté al conserje:
- Dígame, ¿el propietario del apartamiento ciento veinte uno regresó a casa?
Él revisó en una carpeta y dijo que aún no. Llamé al número de Iván. No me contestó mucho tiempo, pero luego escuche su voz.
- Iván, ¿dónde estás?
- ¿Para qué estás llamando? ¡Eres como todas las mujeres, puta! - gritó y entendí que estaba borracho.
- ¡No puedes decirme esto! - grité también y pensé: “¡Con él es lo mismo que, con el capitán, incluso las palabras!»
- Yo puedo, porque te creí, porque pensé que eras especial, que eras mi sueño, pero tú también me traicionaste y lo peor, que lo hiciste con mi hermano.
- ¡No te traicioné, no hice
