"¿Brooke...? ¿Hay alguien aquí? ¿Brooke?"
Al no recibir respuesta, volví a la tienda. Un segundo después, unas manos suaves y perfumadas me taparon los ojos desde atrás.
"Adivina quién", susurró la voz más dulce.
"¿En serio? ¿De verdad vamos a hacer esto?"
"Permíteme."
"Bien... ¿Mamá?"
"¡Josh!" Ella se rió.
Le solté las manos y me giré para mirarla. "No necesito adivinar, cariño. Puedo oler tu aroma sensacional a kilómetros de distancia".
Me rodeó el cuello con los brazos, sonriendo con picardía. "¿Puedes...?"
Envolví su delgada cintura. "Créelo."
Ella pestañeó tímidamente. "¿Me extrañaste hoy?"
Mi hermana conocía todas mis debilidades, y las conocía bien. Cada vez que ponía esa mirada tímida y vulnerable, en esencia, me ponía una correa en el corazón. Podía hacer lo que quisier
