Nuestras bocas estaban en medio del beso más emotivo: las lenguas se acariciaban a un ritmo lento, los labios se succionaban suavemente, suaves jadeos se transmitían... la tierna melodía de nuestro beso resonó hermosamente por toda la habitación, con todo lo demás ahora en calma, como un violín que hubiera estado tocando tras el paso de un huracán. Silencioso. Como si nada hubiera pasado.
Brooke terminó nuestro beso con lágrimas corriendo por sus mejillas, como si acabara de enterarse del fallecimiento de un ser querido. Yo también lloraba, pues me era imposible contener todo lo que me atormentaba. La mirada intensa que nos mirábamos a los ojos me hacía sentir vulnerable, y no lo aprobaba. Aparté la mirada en un momento de debilidad, solo para ser atraída de nuevo hacia la mirada penetran
