Viernes poco después de las 10:00 AM Enrique acomodó a Estela en el asiento trasero de la lujosa limusina de Ertorini. La niña, con su libro de Morgenstaft en mano, hojeaba distraídamente mientras Enrique intentaba no reflejar su incomodidad en el semblante. La puerta se abrió, y Carlos Ertorini entró con una presencia imponente. El chofer cerró la puerta, y el vehículo comenzó a moverse suavemente por las calles. Sobre la limusina, flotando con una mezcla de cautela y compromiso, Emilio los seguía en silencio. Su mente lo llevó a un recuerdo reciente: En casa de Rocío, Emilio permanecía levitando mientras ella le hablaba con seriedad. —Emilio, necesito que vayas con Enrique y Estela. —Rocío no dejó espacio para objeciones—. Será la segunda vez que Enerique estará en el set de Bananito

