La tensión en el aire era palpable. Karina, atrapada entre la insistencia de Kevin y la mirada inquisitiva de Lucrecia, se debatía internamente. No quería ser una carga para nadie, pero tampoco deseaba quedarse atrás.
—Vamos, sube, te llevaremos —insistió Kevin, con una sonrisa que ocultaba algo más.
—No gracias —respondió Karina—. Ya había aceptado a Noah que me llevara. —Noah, su amigo, se acercó con su novio, y al ver a Karina nerviosa, la risa de Lucrecia le provocó un escalofrío.
—Es cierto —intervino Noah, con una expresión firme—. Nosotros llevaremos a Karina.
—Hermano, no te involucres, nosotros vinimos por ella.
Karina se sintió atrapada en una encrucijada. No quería herir los sentimientos de nadie, pero tampoco deseaba estar en medio de un triángulo amoroso. Kevin la miraba
