Las clases transcurrieron como un susurro, con Karina apenas presente, su mente divagando entre las posibilidades del futuro cercano. Al finalizar, se dirigió a la cafetería, donde Noah ya la esperaba con dos cafés humeantes y una sonrisa cómplice. “¿Todo bien?”, preguntó él, notando la distracción en su amiga. “Sí, todo perfecto,” respondió Karina, aunque su mente estaba en otro lugar. Noah le guiñó el ojo antes de sumergirse en sus propios estudios, dejándola sola con sus pensamientos. Fue entonces cuando su teléfono vibró. Un mensaje de Kevin apareció en la pantalla, acompañado de una dirección y una simple invitación: “Vamos a comer juntos”. El corazón de Karina dio un vuelco. Era una oportunidad para aclarar las cosas, para entender qué estaba pasando entre ellos. Con una mezcla de

