Sin embargo, en la privacidad de su habitación, el gran Absalón yacía boca abajo sobre las sábanas azabache, con su imponente figura. Era un hombre que dominaba cuatro idiomas con fluidez: inglés, español, ruso y ucraniano. Sus conocimientos abarcaban desde el arte mortal del combate hasta la precisión científica de la demolición controlada. Sabía exactamente cómo infiltrarse en cualquier edificio sin dejar rastro, cómo forzar cerraduras en segundos, y los intrincados detalles de la mecánica automotriz. Su mente era un arsenal de habilidades letales y conocimientos prácticos... pero ahora, sus dedos se movían por la pantalla del teléfono, enfrentándose a su némesis más inesperada: las r£des sociales y todo por Saleema. ―Ah, no quiero decirle nada a los gemelos, lo buscaré yo ―masculló. E

