CAPÍTULO 4

2162 Palabras
Ethan siente su ausencia    Para Ethan habían sido difíciles los últimos meses. Comprobó de muy mala manera que el amor no eras para él. Era duro aceptarlo, pero era la cruel realidad. Tres mujeres en su vida por las cuales había sentido afecto, dos estaban muertas y una con paradero desconocido. Se negaba a aceptar que estaba muerta, por mucho que sus amigos le dijeran. Y tal vez no lo iba hacer hasta que no viera su cuerpo, para luego enterrarlo en una tumba. Se estremeció al pensar eso.    Le dio un sorbo a su trago, Clara no estaba muerta algo le decía que siguiera buscando. Cerró sus ojos y recordó sus palabras el día después que habían amanecido juntos:   —Por si no lo has notado, tú además de ser mi chica eres mi novia, mi mujer y mi amante, es hora de que aprendas a lidiar con ello.   —Sabes muy bien que esa situación es temporal, Ethan, debes ser razonable.   Al final, Clara había tenido razón, todo era temporal. Menos el dolor en su pecho que estaba sintiendo, por no tenerla a su lado, por no abrazarla y sentirla suya. Desde que desapareció nunca dormía una noche completa, necesitaba su peso y su suave respiración sobre su pecho.   «¡Maldita sea, gatita! No me resigno a perderte», pensó con tristeza.    Se sentía un poco fatigado, pues tenía jetlag, había llegado a Miami apenas unas cinco  horas y se dispuso a trabajar de manera inmediata. Debía de estar al tanto de las cosas de la empresa. Que funcionaban bien, pero que cada cierto tiempo, él le echaba un vistazo para ver cómo iban las cosas. Le encantaba Miami, pero la humedad era insoportable, lo sentía de esta forma, porque ya se había acostumbrado al frío de Europa.   Se acostó en su cama mirando hacía el techo, y en lo único que podía pensar era… en Clara.   Su teléfono celular sonó en el bolsillo de su pantalón.   —Brennan.   —Oh vamos el chico bonito de Irlanda, no está de humor de nuevo.   —Deja de fastidiarme cabrón, y dime qué información tienes.   —Bueno, permíteme decirte que ya estamos en marcha. Hoy nos ha llegado la noticia de que habrá una subasta después de mucho tiempo. Sabemos la ubicación, será en una isla privada en Miami.   —¿Estás seguro de eso, Ken? —preguntó Ethan un poco entusiasmado—. Estoy en Miami.   Al decir aquello, por unos segundos el silencio reinó al otro lado de la línea telefónica.   —¡Qué bien! —carraspeó Kendrew—. Nosotros también, desde hace unas dos semanas. —¿Estas desde hace dos semanas aquí y no se te ocurrió hacérmelo saber? —Ethan cuestionó con reproche, pues se había cansado de que su amigo y socio no le diera la cara. Ni cuando ocurrió lo de Clara, él se presentó, su intuición le decía que le estaba ocultando algo.    —Pensé que estabas en Europa, por eso no creí que fuese necesario comentarte.   —No, acabo de llegar hace unas horas —chequeando su reloj de pulsera—. Es temprano deberíamos vernos.   Hubo un tenso silencio   —De acuerdo, vamos por unas hamburguesas.   —Está bien, Ken nos vemos al rato.   A veces se preguntaba para qué equipo jugaba Ken. Pero el sabía de sobra que era un maldito buen soldado, pero que hacía todo a su manera, incluso como si él mismo lo hiciera. Pero algo le decía que Kendrew Morgan sabía más de lo que aparentaban.   Se levantó de la cama y se dio una ducha. Había muchas cosas que hacer, pero nada le apetecía desde que Clara había desaparecido, pocas cosas eran de su interés. La ducha fue rápida salió y se puso unos boxers negros volvió a llenar su vaso de whisky, y luego fue en busca de su maletín a revisar la información, que le había llegado a su oficina en Irlanda acerca de Clara.   Era tan escueta, que le sacó de sus casillas, solo un único y jodido informe de que fue sacada de Escocia en helicóptero. Ahora estaban tras la pista del piloto. Tiró el informe sobre la cama, casi un año y solo había conseguido eso, todo era una cagada. Sentía como si alguien estuviera tres pasos delante de él. Siempre llegaban tarde o la persona había desaparecido. Rebeca cumplió su promesa, se había cagado en él. Incluso después de muerta seguía jodiendo su vida. Eso y no hablar del padre,   Sentía que algo raro estaba por suceder; porque Sean Jones de la noche a la mañana quería ayudarlos en el caso. Eso le parecía sospechoso, por eso estaba muy hermético en cuanto a la investigación sobre el secuestro de Clara. Su padre le pidió varias veces que desistiera, pero no lo haría. Mientras que su madre insistía en que el tiempo de Dios era justo y perfecto. Chequeó todo lo pendiente en la empresa, haciendo tiempo para reunirse con los hombres de su equipo.   Cuarenta y cinco minutos después, estaba en un restaurante de hamburguesas de Miami con Roger, Samuel y Kendrew. Los hombres se saludaron como hermanos. Tuvieron que pedir una mesa más acorde a su tamaño, pues eran demasiado grandes para una mesa normal. Cuando ya se encontraban todos acomodados, se les acercó una camarera. Por su aspecto podía deducir que era latina, y en seguida la comparó con Clara. —Hola chicos guapos —saludó la chica con un ánimo contagioso—. Soy Marlin, los atenderé r5 vesta noche —les dio un guiño.   Los hombres se echaron a reír al ver la actitud desvergonzada de la chica.   —De acuerdo Marlin, muchas gracias —respondió Samuel a su saludo—. Cuando estemos listos para pedir te lo haremos saber. Por ahora trae a mis chicos y a mí; unas cervezas bien frías —también le guiñó un ojo.   La camarera parpadeó un par de veces, antes de anotar el pedido en su libreta, les hizo un mohín en señal de que no estaba de acuerdo antes de retirarse de la mesa contoneándose más de la cuenta.   Los hombres se echaron a reír de nuevo, y Samuel entrecerró los ojos.   —La verdad es que no ando de humor —señaló hacia Kendrew—. Dime ¿a qué tenemos el honor que estés con nosotros? No es que te has dejado ver últimamente.   —Casi un año, eso mucho tiempo Ken —agregó Roger.   Ethan cruzó los brazos por encima del pecho.   —Tenemos toda la noche. Somos todos oídos.   Se notaba la incomodidad de Kendrew. Puso la mirada al techo cuando llegó la camarera con las cervezas.   —Gracias dulzura —le dijo Samuel.   La camarera solo se encogió de hombros, fue una respuesta de mala gana, se dio la vuelta y se fue.   —Realmente eres un galán, Samuel —Roger inquirió burlándose.   Tomaron un trago de sus respectivas cervezas, y Kendrew carraspeó antes de empezar a hablar:   —He tenido mucho trabajo pendiente por hacer —los miró a todos—.  La verdad es que con la última misión —no quería decir que Clara estaba involucrada—. Tuve un problema en la parte financiera de Ghost Security; por un momento creí que nos iríamos a la quiebra.   —¿Es grave? —Quiso saber Ethan.   —No —Kendrew negó con la cabeza—. Fue solamente la misión que se salió un poco del presupuesto. Pero ya estamos solventes, eso es lo que importa.   —Hombre, ¿por qué no, nos dijiste antes? —Samuel mostró su compañerismo. —Simplemente no pude hacerlo, he estado muy ocupado entre las misiones, y tratando de resolver el problema —agregó Kendrew.   —A veces el orgullo es malo —musitó Ethan y le dio un trago a su cerveza.   Todos se echaron a reír estrepitosamente.   —¿Qué? —preguntó encogiéndose de hombros—. No lo digo yo, lo dice el viejo Malcolm.   Kendrew asintió simplemente cómo decirle a Ethan, que los gastos del cuidado de la mujer que andaba buscando como un loco. Desestabilizó su empresa, sacudió la cabeza; era mejor cambiar de tema.   —Tengo información —bajó un poco la voz, y miró a los lados—. Estoy solo esperando por la confirmación de la fecha exacta de la próxima subasta, como dije será aquí en la Florida. En una isla privada.   Los músculos de la cara de Ethan se tensaron.   —Esperemos esta vez atrapar a ese cabrón —la voz de Roger sonó suave, pero determinada.   —La información que tenemos —continuó Kendrew explicando—; es que no solo será una subasta de esclavos también otras cosas —miró a Ethan—. ¿Recuerdan los planos que encontró Clara?   Los hombres fueron conscientes cuando el cuerpo de su amigo se tensó con solo la mención de su nombre.   —Pues claro; por esa maldita venta fue porque comenzaron a cazar a Clara. Por venderlos al mejor postor —les recordó Samuel.   —Pues, son esos mismos planos. No creo que sea pura coincidencia —confirmó Kendrew.   —Si lo atrapamos… su muerte será vengada —espetó Samuel.   —¡Que NO.ESTA.MUERTA! —exclamó Ethan dando un golpe a la mesa; y diciendo esas palabras con los dientes apretados—. Clara está desaparecida, solo eso…   —Ha pasado ya mucho tiempo, Ethan ¿Cuándo lo aceptarás? —cuestionó Roger.   Ethan lo miró con pesar en sus ojos.   —¡Nunca! Aún no tenga un cuerpo que enterrar —los miró y dio otro trago de cerveza—. Para mí, ella está viva. Algo me dice que no renuncié todavía.   —Tranquilo hermano, no pasa nada —Kendrew le palmeó la espalda a Ethan— Tal vez tengas razón.   Ethan puso el codo sobre la mesa para sostener su rostro por la barbilla; y entrecerró los ojos en dirección a él.    —Tú —le señaló con el dedo—. Aunque me afirmes que tienes cosas que hacer, problemas que resolver. Sé bien qué desde hace tiempo, me estás escondiendo algo.   —¡Joder, Ethan!  ¿Vas a seguir con lo mismo? —Kendrew estaba abrumado.   —¡Sí! Hasta que no descubra qué diablos escondes —Ethan respondió con los dientes apretados.   —Debemos prepararnos bien —Samuel intervino para romper la tensión; mientras que los dos hombres aún seguían desafiándose con la mirada.   —Quiero participar —las palabras de Ethan hicieron que sus amigos se miraran, y negaran todos al mismo tiempo con la cabeza.   —No, ¿acaso estás loco? No puedes hacerlo —Kendrew fue directo.   —¿Quién ha dicho que no puedo? —Ethan les desafió.   Kendrew bufó y le contestó:   —Eres Ethan Jodido Brennan. No puedes arriesgar tu nombre en esto —lo miraba con desaprobación—. Menos exponer de esta forma el negocio de tu familia. Y tu padre tampoco lo permitiría.   —Creo que Ken, tiene razón. No es conveniente exponerse de tal forma —agregó Roger.   —Es que ustedes no lo entienden —negó con la cabeza—. Tengo un vacío que no termina de llenarse. Por las miles de dudas, que hacen que me cuestione muchas cosas.  No sé qué pasó con Clara. ¿Qué pudieron hacerle? Lo que más me aterra es que después de muerta Rebeca siga jodiéndome la vida… —tomó otro trago de su cerveza—. Ella me lo advirtió, me dijo que nunca la encontraría.   —Cálmate, Ethan. Tal vez; en esta oportunidad acabaremos con ese desgraciado y encontraremos a Clara —Roger trató de calmarle.   —Hablando de desgraciados —intervino de nuevo Samuel—. ¿Qué hay de Sean Jones? Esa ayuda espontanea no me da buena espina. No después que responsabilizó a Ethan de la muerte de su hija; y sus amenazas de muerte.   —¿Estamos hablando del padre de Rebeca? —indagó Kendrew, le parecía absurdo.   —Sí —  respondió Samuel.   —Ahora tiene un instinto de solidaridad con Ethan, lo cual a mi parecer es un comportamiento absurdo —Con un tono de sarcasmo agregó Roger, a mismo tiempo que tomaba su cerveza; y Kendrew lo miraba extrañado.   —¿Has considerado su ayuda? —preguntó su amigo.   Ethan casi se ahoga con la cerveza.   —Ni de coña —fue su rápida respuesta.   —Lo malo es que ha estado hablando con Malcolm, y es lo que no me gusta —manifestó Roger.   —Considero que no podemos dejarlo de su cuenta —propuso Kendrew.   —Estoy de acuerdo contigo —manifestó Roger.   —Iré un momento al baño —les dijo Ken, dejo las llaves de su todoterreno, la cerveza y su teléfono celular.   —Vaya señorita, ¿tenemos que levantarnos? —Ethan se estaba burlando de manera descarada de su amigo.      
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