EMILIA Acabo de despertar después del sexo más increíble de mi vida. Julián fue atento, tan generoso y cariñoso, y yo estaba tan perdida en el momento, pero ahora me estoy volviendo un poco loca. –¿Mili? – dice aturdido, sentándose a mi lado. –¿Está todo bien? – Le hago un breve gesto de asentimiento, pero la verdad es que no estoy segura. Me levanto de la cama, tirando de la sábana conmigo para intentar preservar algo de mi pudor, ya que estoy completamente desnuda. Pero, por supuesto, está metida en los extremos del colchón como si estuviera atada con una tenaza. ¿En serio? ¿Por qué hacen eso los hoteles? Dejo caer las sábanas y respiro hondo. Julián solo tendrá que ver los hoyuelos de mi trasero y la carne extra en mi vientre. Pero bueno, el ánimo totalmente ese pastel. Es un pro

