EMILIA
Es viernes por la tarde y estoy en la oficina.
Siendo la buena, y curiosa amiga que es, Anna ya me ha interrogado bastante sobre mi cena con Julián el fin de semana pasado y, por supuesto, sobre nuestra salida nocturna de anoche. Le reste importancia a la extraña tensión s****l que surgió entre nosotros.
La intimidad del restaurante. La forma en que su mirada se quedó pegada a la mía. Su voz grave. “Mi polla es un chico grande”. Un escalofrío me recorre al recordarlo.
Y luego, anoche, la forma en que solo tenía ojos para mí, a pesar de la sala llena de mujeres hermosas que clamaban por su atención.
Hay algo magnético en él. Por supuesto que es atractivo, pero es mucho más que eso. Su confianza. Su franqueza. Todo es tan intrigante.
Si ambos estuviéramos solteros, podría verme enamorándome rápidamente de él.
Bueno, ambos estamos solteros, pero es más complicado que eso. Él está tratando de casarse y yo he renunciado a los hombres.
Hablamos de que pasaría por la oficina hoy si tenía un descanso en su jornada laboral. Estoy segura de que lo cubrimos todo anoche, pero por si acaso había algo que olvidáramos, insistió.
Ahora que ya casi está por llegar, mi corazón esta frenético, y juro que he escrito y borrado la misma frase tres veces. Golpeando mis dedos contra el teclado, logro terminar el correo electrónico sin errores tipográficos y finalmente hago clic en ENVIAR.
–¿Estás bien? – pregunta Anna.
Dejando escapar un suspiro de frustración, asiento. Con el arreglo de último minuto para traer un asistente, he pasado buena parte de la semana poniendo a Anna al día con todos mis proyectos actuales, lo que significa que me he atrasado mucho en responder correos electrónicos y mensajes de voz. Pero Anna aprende rápido, y ya está creando una campaña simulada en r************* para un cliente que revisare mañana.
Compartimos un espacio de oficina, lo cual me parece bien. Tengo un escritorio en el centro de la habitación, frente a la puerta, y Anna está sentada en el escritorio en forma de L en la esquina, escribiendo.
Me niego a levantar la vista y mirar el reloj una vez más, pero cuando escucho un acento británico, todo está perdido y mi mirada vuelve hacia la puerta.
Julián está en el pasillo, hablando con Tyler y Ximena. Hoy lleva un traje azul marino a medida con una camisa blanca impecable y una corbata rosa pálido. Solo un hombre seguro de sí mismo viste de rosa.
Un cálido escalofrío me recorre el cuerpo. Dios mio, que atractivo es. Le está estrechando la mano a Tyler y se ríe de algo.
Me pongo de pie y salgo a reunirme con ellos. Al acercarme, Julián se gira hacia Ximena y señala su vientre.
–¿Puedo? –
Se encoge de hombros. La mayoría de la gente ni siquiera pregunta. Adelante.
El coloca una gran palma contra su vientre y le sonríe, con los ojos arrugados en las comisuras. –Wow. Esto es increíble– Retirando la mano, vuelve a estrechar la de Tyler. –Buen trabajo amigo. Me dan ganas de dejar embarazada a alguien–
Se ríe y veo a varias de las oficinistas sonreír en su direccion mientras mis ovarios bailan de alegría.
Hagan fila chicas.
Me acerco y me detengo junto a Ximena. –Hola chicos–
La mirada de Julián se posa en la mía como si fuéramos las dos caras de un imán. –Mili– dice en voz baja.
–¿Estas listo para repasar en plan? – pregunto.
Tyler y Ximena nos miran con los ojos muy abiertos, y mientras intento averiguar qué pasa con sus extrañas vibraciones, Julián asiente y les dice adiós a Tyler y Ximena antes de seguirme a mi oficina.
El espacio parece más pequeño con su presencia masculina achechando. Anna se gira y su atención se centra en Julián, su mirada se desliza hacia su figura de más de 1.80 metros. Abre la boca y se queda mirando fijamente.
–Anna, este es Julián Waltham. Nuestro nuevo cliente– digo con intención.
–Hola, cariño– dice Julián alegremente.
–Adelante, toma asiento– indico la silla con estampado floral frente a mi escritorio.
Julián obedece y me siento frente a él. El escritorio entre nosotros se siente como una barrera necesaria.
–Esta mañana hice algunos avances en nuestro plan, contactando con algunos hoteles locales para obtener presupuestos para el alquiler de un salón de baile para nuestro evento de reclutamiento. Creo que tendremos una buena participación y necesitaremos el espacio–
Asiente.
–Mi objetivo es celebrar el evento dentro de unas cuatro semanas. Asegúrate de que tu calendario este libre–
–Por supuesto– dice con suavidad.
–Tan pronto como tengamos una fecha firme y la ubicación definida, empezare a publicar anuncios en los sitios de citas locales para solicitar candidatas. Después de filtrarlos por lo obvio, como asegurarme de que no tengan ningún delito grave o un exmarido que hayan intentado mutilar, puedes echar un vistazo a las candidatas y decirme si alguna te conviene.
Asiente de nuevo. –Muy minucioso, señorita Quinn. Estoy impresionado. Has pensado en todo–
–Bueno, no todo– Me doy cuenta de que nunca hablamos de detalles. Anoche, solo cubrimos cosas generales. –Necesito saber la forma y el tamaño de la mujer que deseas. Edad. color de pelo. Tamaño del pecho. ¿Rasurada o pista de aterrizaje? Dime tus preferencias–
–¿Perdón? – dice con una sonrisa burlona.
–Se lo más específico posible– Agarro mi bloc de notas y mi bolígrafo, listo y preparado.
Se reclina en su asiento y me examina, su mirada bajando lentamente de mi moño suelto a los zapatos de punta abierta que descansan debajo de mi escritorio. Lucho contra un escalofrío. ¡Caramba! Ha pasado demasiado tiempo desde que tuve sexo.
–Mmm. Veamos– se inclina más cerca, sus ojos aun evaluándome mientras se frota la barbilla, –Un metro sesenta– se detiene y vuelve a mirar mis zapatos. –No, un metro cincuenta, unos 66 kilos. ¿Veinte…seis? Con cabello rubio hasta los hombros. Y ojos verdes…–-
Julián me acaba de describir a la perfección, y no me hace ninguna gracia. Prometió tomarse esto en serio.
–¿Intentas ser gracioso? –
–Para nada, ¿Por qué? – se acerca aún más y percibo un aroma a su deliciosa colonia.
–No soy idiota, Julián. No necesitas halagar mi ego ni adularme. Estoy en esto hasta el final. Cuando acepto un proyecto, siempre lo llevo a cabo. Pase lo que pase–
Su mirada confundida me dice que su cumplido no tenía nada que ver con adular. Lo que significa que ahora soy yo la que esta confundida. Suspirando, inhalo profundamente, –Bien, intentémoslo de nuevo. Tus preferencias–
Se pone de pie y se inclina sobre un lado de mi escritorio, jugueteando con mi taza de unicornio que sirve como un portalápices. –El tamaño no importa–
–Oh, vamos– pongo los ojos en blanco y le arrebato la taza de las manos. –Esa es una mentira que las mujeres decimos a los hombres; no necesitas perpetuarla. Créeme; el tamaño importa–
–Bien, ¿esto ayuda? preferiría mucho más un tipo de cuerpo como el de Kim Kardashian que el de Kate Moss–
–Bien, entonces le gustan las curvas–.
–Si, de hecho, si–
Mi trasero redondo, talla 8, y mis pechos grandes normalmente me parecen demasiado, pero con esta sola afirmación, mi constante mentalidad de “la dieta empieza el lunes” de repente parece insignificante. Dejo la taza en el otro extremo de mi escritorio y anoto una nota, luego continúo.
–De acuerdo. r**a, religión, política… ¿algo importante que deba saber? ¿Alguna peculiaridad en particular, como un fetiche por los pies o un hombre con pechos, cosas así que deba tener en cuenta? –
–En realidad no– dice con un risita. –Estoy bastante abierto–
–Bueno, entonces creo que tengo suficiente con lo que trabajar por ahora. Puedo empezar a reunir algunas candidatas para que las consideres–
Julián se levanta de la silla y camina directamente hacia mí. –Una cosa más, cariño– Su voz es baja, y el sensual sonido va directo a mi clítoris. –Preferiblemente sin vello– añade en apenas un susurro.
Mis rodillas tiemblan y fuerzo una bocanada de aire. –¿Vas a escribir eso en tu libretita? –
–Creo que puedo recordarlo– En realidad, no creo que pueda olvidar ese detalle nunca.
Julián mira su reloj de pulsera, uno de platino y oro que parece caro. –¿Estás libre el miércoles por la noche, por casualidad? –
–¿Para qué? pensé que habíamos terminado–
–Para pasar el rato–
–¿Pasar el rato? Dudo que sea una buena idea. –Oh, yo, eh. Necesito revisar mi agenda–
Se pone de pie y asiente. –Genial, Llámame y avísame–
Estoy aturdida, pero me encuentro levantándome y asintiendo con la cabeza. –Que tengas una buena noche–
–Adiós, Anna– dice Julián al salir por la puerta.
Me había olvidado por completo de Anna.
–¡Mierda! – exclama Anna en cuanto se va. –¡Esto fue increíblemente intenso! –
Quiero ignorarla, restarle importancia a lo que acaba de pasar. En lugar de eso, me apoyo en el borde de mi escritorio y respiro profundamente.
–¿En serio? Eso fue una locura. Necesito un cigarrillo ahora mismo– dice Anna, sonriéndome. –Y ni siquiera fumo–
–No le des más vueltas a esto de lo que ya hay. Es encantador y solo intentaba ser gracioso. Eso es todo–
Me dejo caer en mi silla e intento concentrarme en la pantalla de mi portátil. Pero, por lo que puedo descifrar, bien podría estar escrito en mandarín. Julián me ha dejado completamente nerviosa.
–¿Quiere salir? – pregunta Anna con una risita.
–¿Es un eufemismo para algo sexy de dónde viene? –
–Por supuesto que no; no seas tonta– Pero demonios, una parte de mi quiere buscarlo en Google solo para estar segura. –Volvamos al trabajo–
Anna suspira, pero regresa a su escritorio.
No puedo evitar preguntarme sobre su pasado. ¿Cuántas amantes ha tenido? No conozco su historial de citas, y cuando le pregunte si alguna vez había tenido una relación real, no me dió una respuesta completa. Solo se sobre la serie de aventuras de una noche que ha tenido a lo largo de los años.
Nunca ha sido obvio al respecto, pero he deducido lo suficiente de estar con Ximena y Tyler como para entender que Julián no tiene ningún problema en llevar a una mujer diferente a casa cada fin de semana.
A medida que mi curiosidad crece, intento convencerme de que solo me interesan los detalles debido a mi papel. ¿A quien engaño? Ni a Anna. Ni a mí misma.
Los celos brotan dentro de mí, y quiero saber con quién ha salido, con quien se ha acostado. Cerrando los ojos por un segundo, me regaño en silencio, porque no tengo derecho a estar celosa.
–Entonces, ¿vas a hacerlo? – pregunta Anna, interrumpiendo mis pensamientos amargos.
–¿Hacer qué? –
–¿Salir con él? –
Mordiéndome el labio, lo considero. –No lo se. podría…–
–Entonces deberías hacerlo– Anna asiente. Agarro mi celular y marco el número de Julián.
–Hey, Emilia. ¿olvidé algo en tu oficina? – pregunta.
–No, solo… quería hacerte algunas preguntas–
–Por supuesto. ¿Qué tienes en mente? –
–Bueno, cuando dijiste pasar el rato, ¿Qué quisiste decir? –
Anna se tapa la boca con la mano y abre mucho los ojos. No tiene sentido andarse con rodeos.
Casi puedo oír la sonrisa en la voz de Julián cuando responde. –¿Qué quieres que signifique? –
Enderezando los hombros, me incorporo en mi silla. –Oh, no, no lo harás, señor. Antes de que acepte pasar tiempo contigo, hay algunas cosas que necesito saber–
–Adelante–
–¿Con cuantas mujeres te has acostado? –
–¿Perdón? – Julián tose.
Anna está de pie, haciendo movimientos de corte en su garganta con la mano.
–Tu número. ¿Cuál es? – Mi tono es tranquilo, controlado. En realidad, estoy disfrutando esto.
–¿Es esa información la que necesitas como mi publicista o como la mujer a la que he invitado a salir? –
–Solo responde la pregunta, Julián. ¿O no puedes contar tan alto? –
Deja escapar un suspiro, tan breve que apenas puedo oírlo. Por un segundo, estoy segura de que va a esquivar la pregunta.
–Las suficientes para saber lo que hago. No lo suficiente para convertirme en un completo imbécil–
Me río, a mi pesar. En realidad, es una buena respuesta.
–Déjame dejarte esto claro. Me gustas, Emilia. Ambos somos adultos, y no hay razón por la que no podamos pasar el rato y disfrutar de la compañía del otro sin que se vuelva raro–
¿Qué demonios significa esto? Estoy más confundido ahora que antes. Tal vez este sea su último hurra antes de convertirse en un hombre casado.
–No estoy muy segura de que decir-
–Nos divertimos juntos. mantengámoslo casual y divertido; ambos nos lo merecemos– El hombre tiene razón.
–Pero estas a punto de casarte– le digo.
–No mañana. No al día siguiente–
–Pero pronto–
Exhala. –Si, y eso me está estresando un poco, así que me vendría bien un poco de tiempo libre con alguien que me entienda– Trago saliva. –Di que si– murmura.
–Julián…–
–Nunca te haría daño– añade en voz baja.
–Bien, pero no voy a tener sexo contigo-
Anna ahora esta tumbada en el suelo de mi oficina, con el rostro arrugado por la agonía y la cabeza entre las manos.
–Ya veremos– dice.
Una carcajada femenina se escapa de mis labios y me tapo la boca con una mano. Quiero darme una bofetada por este arrebato. Pero Julián solo parece divertido.
–En serio, no te preocupes. No le des demasiadas vueltas a esto. Todo estará bien– dice. –Lo prometo–
Enderezo los hombros. –De acuerdo, entonces. El miércoles. ¿Dónde puedo verte? –
Anna esboza una enorme sonrisa.
–Mi piso. A las siete–
La voz sexy y profunda de Julián me pone los pelos de punta. Tengo las mejillas rojas cuando cuelgo el teléfono.
Su piso. Es bonito que llamé a su apartamento “piso”. Que británico de su parte.
Anna suelta un pequeño chillido mientras se levanta de un salto.
Levanto la mano. –Ni una maldita palabra–
–Aguafiestas – dice y saca la lengua, pero vuelve a su escritorio.
Paso el resto de la jornada laboral intentando hacer las paces con su explicación, para convencerme de esta no-cita. sopeso los pros y los contras, aparto de mi mente a las mujeres de su pasado, y futuro. Pero odio la idea de que sus exnovias sepan detalles íntimos sobre él: como sabe, como folla, como se siente dormir a su lado toda la noche; todas las cosas que yo nunca sabré ni tendré la oportunidad de hacer.
Le digo buenas noches a Anna y empaco mis cosas. Durante todo el camino a casa, discuto conmigo misma. Una parte de mi quiere simplemente seguir adelante. La otra parte sabe que esto es una recta para el desastre.
Mi correo electrónico está lleno con la primera ronda de solicitantes, y sé que pasaré la noche con una gran copa de vino y un montón de mujeres que podrían ser la futura esposa de Julián.
Voy a tener que decírselo a Julián. Nuestras salidas son estúpidas. No cuando hay tanto en juego.
Respiro hondo y recuerdo que prometió que sería una diversión casual nada más.
No le des mucha importancia a esto. Emilia>>. Pero parece imposible no hacerlo.