Empezó a masajearle las caderas y los muslos para ayudarla a relajarse y separar las piernas. Su pene se endurecía cada vez más con anticipación mientras examinaba su coño y lo admiraba.
Con facilidad y delicadeza, empezó a palpar y masajear su suave y despejado coño, explorando y jugando con sus labios. Tenía un coño tan regordete. Estaba tan hinchado que sus labios ocultaban su diminuto clítoris.
Se inclinó y empezó a besar, chupar y mordisquear sus labios vaginales. Rachelle nunca había sentido algo así en su vida. Tuvo que taparse la boca con las manos para no gritar.
Con cuidado, introdujo un dedo en su pequeño agujero virgen. Estaba tan apretada que su agujero se cerraba alrededor de un dedo. Estaba ligeramente mojada, pero no le bastaba para penetrarla sin causarle dolor. Tenía que mojarla aún más y relajar su coño para poder meter su enorme polla dentro.
Tomó sus dedos y separó esos labios carnosos, encontrando por fin lo que buscaba. Su clítoris hinchado. Quería saborear su dulce coñito y nada lo detenía.
La besó suavemente alrededor del clítoris, haciéndola saltar e intentar cerrar las piernas. Le separó los labios con una mano mientras le sujetaba la pierna con la otra.
"Te encantará esto..."
Pasó la lengua de un lado a otro contra su clítoris, que se hinchó y duplicó su tamaño. Ella soltó un grito de placer y empezó a jadear como si le faltara el aliento.
Le dio un placer tan intenso que solo pudo jadear y gemir a gritos. Sonrió porque disfrutaba dándole placer y se esforzó al máximo. Presionó firmemente sus labios y lengua contra su clítoris y comenzó a succionarlo suavemente, haciéndolo girar en su boca.
Le encantaba el sabor de su dulce coño y no podía dejar de chuparlo. En ese momento, Rachelle temblaba y meneaba las caderas. Gritaba descontroladamente y no le importaba.
Su coño se descontroló y empezó a contraerse y a tener espasmos. Él continuó succionando y mordisqueando su clítoris mientras deslizaba un dedo una vez más dentro de su estrecho agujero. Esta vez estaba mojada y rebosante de fluidos. Y su coño se había abierto un poco y relajado. Su pequeño agujero estaba listo para recibir su polla.
Le dio una última mamada a su clítoris y se detuvo antes de que ella alcanzara el clímax. Ella quedó bastante decepcionada hasta que se dio cuenta de que estaba a punto de ser follada.
"¿Estás lista para mi polla, nena?" Se bajó la ropa interior por las piernas, y su monstruosa polla, completamente erecta, rebotó al salir de la banda elástica.
Su pene estaba firme, tan largo y grueso, con venas que sobresalían. La cabeza de su pene era gorda y redonda, y Rachelle solo pudo admirarla hasta que estuvo listo para follar su pequeño y ansioso agujero virgen.
Su coño se desbordó de excitación cuando él empezó a frotar su m*****o contra su túnel lúteo. Poco a poco, la penetró hasta que su enorme pene se topó con su himen.
Mientras ella gritaba de dolor, él comenzó a consolarla. «A la cuenta de tres, quiero que respires hondo. Voy a romper tu muro lo más rápido que pueda... va a doler un poco, pero acabarás amándolo...».
—¡Oh, joder, Shane, ya me duele muchísimo! —gritó.
"¡Vas a estar bien... uno... dos... tres!" Él atravesó esa pared de piel mientras ella contenía la respiración. Y embistió furiosamente su estrecho coño, tocando su cérvix. Sentía como si su polla la atravesara por dentro. El dolor era insoportable, pero no duró mucho, y oleadas tras oleadas de placer la recorrieron por completo. Gritó de placer mientras él estiraba su coñito y ella disfrutó recibiendo hasta el último trocito de su polla.
Empezó a gemir de placer, embistiendo, destrozando y destrozando su coño. "¡Joder... estás... tan... apretada!", gimió. Quería derramar su semen por todas partes dentro de su estrecho coño, pero quería esperar a que llegara al clímax.
Rachelle no se cansaba de su enorme polla mientras separaba aún más las piernas para recibir más. Con cada embestida vigorosa, pedía a gritos más hasta que empezó a sacudir las caderas sin control. Empujaba su coño contra su polla mientras él la penetraba intensamente. Cuando sintió que sus músculos se contraían, supo que se estaba preparando para el clímax.
"Córrete para mí, nena, por favor..."
Su coño empezó a contraerse salvajemente y sin control mientras experimentaba múltiples orgasmos. Justo cuando alcanzaba el clímax, Shane se corrió dentro de ella, sin importarle. Se tumbó junto a Rachelle entre las flores, recuperando el aliento. Rachelle sentía el líquido correr por sus piernas, así que lo examinó y se dio cuenta de que era sangre y su semen pegajoso resbalando por sus muslos.
La agarró suavemente de nuevo y la abrazó con fuerza. La amaba tanto que jamás la soltaría. Rachelle estaba agotada de tanto placer. Sabía que pronto querría más, pero su coño necesitaba tiempo para sanar. Ignorando la sangre y el semen que le corrían por los muslos, se acurrucó en el pecho de Shane y se durmió profundamente.
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Rachelle se despertó al amanecer, cuando de repente se dio cuenta de lo que había hecho con su hermano la noche anterior. Lo miró mientras dormía.
Aunque lo amaba y era el único hombre al que amaría, se sentía culpable y moralmente equivocada por lo que había hecho, y no podía creerlo. Su corazón estaba lleno de conflicto y dividido en dos.
Mientras se levantaba y se vestía, le costaba caminar. Él le destrozó el coño y lo partió en dos. Aún sentía su semen y su sangre chapoteando. Se sentía tan sucia y sucia. Se sentía como una zorra.
Lamentablemente, quería más. Pero la culpa y la vergüenza superaron la lujuria que sentía por su hermano. Agarró su ropa con cuidado y, al agacharse, casi se cae. Le dolía todo el cuerpo por el sexo alucinante que había tenido la noche anterior.
Shane despertó y, sin previo aviso, la rodeó con fuerza por la cintura y la tiró al suelo, sujetándola bajo él, con sus fuertes brazos sujetándola. Casi la dejó sin aliento.
Él plantó sus suaves labios contra los de ella y le metió la lengua salvajemente en la garganta. Su erección matutina estaba dura como una piedra y quería más. Estaba decidido a conseguir lo que quería: su pequeño coño.
Casi se rindió, derritiéndose contra su hermoso cuerpo. Pero la vergüenza y la culpa persistían en su conciencia. Apartó los labios de él y, con las pocas fuerzas que le quedaban, intentó apartarlo. Pero él era demasiado fuerte. En un momento dado, forcejeó y ella intentó quitárselo de encima. A él no le importó. Quería más y lo conseguiría.
Él la acarició con los labios, rozando cada parte de su cuerpo, y el placer la debilitó aún más, desplomándose en la derrota. Aunque se había rendido, intentando liberarse de su lujuria salvaje, comenzó a protestar verbalmente.
"¡Shane!", jadeó mientras oleadas de placer la recorrían por completo. "¡Esto está muy mal! ¡No podemos seguir así!", gritó. "¡Tenemos que parar!"
Completamente embelesado por su deseo carnal, ignoró su súplica mientras continuaba inundando su cuerpo con sus tiernos y amorosos besos. "Sé que lo deseas", protestó. Tenía razón. Ella cedió una vez más. Aunque era un revoltijo pegajoso y sucio de semen y sangre virgen, su coño se tensó de excitación.
La levantó con los brazos, incorporándose y la sentó a horcajadas sobre su regazo. Ella podía sentir su enorme polla hinchándose y despertándose de excitación al rozar su coño.