"Vale, vale, ya estoy", solté. Demasiado excitado para ser coherente, balbuceé: "@Bueno, ya no se está follando sola... ah, sí, vale, se está metiendo un dedo en el clítoris... ¿Qué?, es como si estuviera jugando a las palmaditas o algo así. Vale, ha vuelto a usar solo ese dedo... ¡Uy!, ahora vuelve a darse palmadas. ¡Increíble! Hermana, deberías ver lo mojada que está... ¡Increíble!". Había visto chicas porno con clítoris tan duros que sobresalían como p***s diminutos. Y había visto el de Clea hincharse y ponerse moreno. Supuse que el de Anita probablemente estaría en el mismo estado; solo que estaba demasiado lejos para saberlo. ¡Madre mía!, tenía muchísimas ganas de estar ahí fuera y echarle un buen vistazo de cerca; bueno, tampoco es que se me hubiera ocurrido abandonar a Clea. De ver

