No voy a adornar la verdad. Los domingos eran ese día de la semana en la que no hacía nada y no te sentías mal por ello, así que los domingos eran mis días de no hacer nada. Me quede en la cama tumbada, más de lo que era habitual porque en este caso no me importaba no desayunar con tal de no ver a mi madre, y tener que aguantar sus preguntas sobre la cena. Por mucho que Valentino no hubiera sido un completo idiota, no quería contarle a mi madre nada, ya que sabía que si lo hacía, tendría que aguantar las cosas. Me levante de la cama, cuando el hambre ya era demasiado grande y me fui a la cocina, por suerte mi madre parecía no estar en casa pero no solo eso, sino que mi tío tampoco parecía estar. Todo ventajas. Desayune un vol de frutas porque seamos sinceros, con el calor a nadie le apet
