Capitulo 4

1670 Palabras
El viernes por la mañana, no tenía nada que hacer, eso era muy común en verano pero habitualmente estaría de camino a la playa con Liana o en su casa molestando a Amanda pero no, las dos estaban ocupadas por lo que me quede en la cama. Eran mis dos únicas amigas, por lo que no tenía a quien más llamar y tampoco era una cosa que me apeteciera. —Bianca—me llamo mi madre desde la puerta de mi habitación. No me moví de la cama. Pasaba de tener que darle explicaciones sobre haberme ido de la cena con los italianos. Me negaba a lidiar con ello a primera hora de la mañana, para eso al menos necesitaba tres tazas de café, dos tragos de legía, y bailar con mi abuela muerta. —Bianca, te estoy hablando—me llamo de nuevo. Suspiré. No me iba a librar de esta. Me senté en la cama y mire a mi madre que llevaba un vestido en la mano. —¿Que?—le pregunte molesta. Ella analizo mi habitación molesta, no sabía si le molestaba verme en la cama, que mi habitación estuviera desordenada o verme en general. —¿Por que te fuiste de la cena?—me pregunto. La mire sorprendida. Mi madre no estaba alargando la conversación más de lo necesario, estaba yendo al grano. —Me sorprendido la noticia—le dije . Ella me miro. —¿Sorprender? Es lo mejor que te puede pasar—me dijo y la mire. ¿Casarme? Eso si era genial, siempre quise hacerlo, creía en los cuentos de hadas que hablaban de enamorarse de personas, y vivir una gran historia de amor, si, creía que el amor era algo perfecto, algo que se encontraba y se forjaba con el tiempo. Quería casarme, pero no así, quería enamorarme. —No lo creo— le dije y ella me miro atenta. Suspire, no iba a llevar a nada esta conversación. —¿Qué es eso?—le pregunte intentando cambiar de tema. Ella me miro tranquila. —Un vestido—me dijo como si nada. Suspiré conteniéndome mucho para no mandarle a la mierda. —¿Es tuyo?—le pregunte. Mi madre no solía usar vestidos, esa era la razón de mi pregunta y mi sorpresa. —Es para ti—me dijo mi madre. Entro a mi habitación y coloco el vestido colgado de la puerta de mi vestidor. —Tengo muchos vestidos—me queje. Odiaba la ropa, y más la que yo no elegía. —Es para esta noche—me dijo y la mire. —¿Esta noche?—le pregunte sorprendida. Cogí mi móvil, para mirar mi agenda a ver que pasaba, y en esta, no tenía nada apuntado, no tenía nada esta noche, por lo que no entendía nada. —Esta noche estoy libre—le dije y ella río. Se acerco a mi y acaricio mi pelo. —Tienes la cena con Valentino—me dijo tranquila. La mire. —No—dije sin dudarlo. Mi madre me miro molesta. —¿Como?—me pregunto mi madre sorprendida. —No voy a ir a esa cena—le dije y ella me miro. —No te he preguntado—me dijo. La mire. —No, tú no me preguntas nada—le dije. Ella me miro molesta. —¿A que te refieres?—me pregunto mi madre intentando mantener la calma. Le mire molesta. —¿A que me refiero?—le pregunte molesta—Me habéis comprometido sin preguntarme—le recordé molesta. Mi madre río, y me miro molesta. —No tenemos que preguntarte nada—me dijo mi madre y la mire—Si tu tío, decide que te tiñas de rubio, lo haces—me dijo y me levante molesta. —Mama—grite molesta. —Cállate—me dijo y la mire. —No—le dije y ella me miro—Quiero enamorarme, j***r—me queje. Ella negó y río. —Enamorarse, es un error—me dijo y la mire sorprendida—Ese simple acto, es dar a la otra persona un arma cargada apuntándote al corazón y confiar en que no dispare. Es un error, y un s******o, es una muestra de debilidad—me dijo y la mire. —Tú estabas enamorada de papa—le dije. Ella me miro tranquila. Se sentó en mi cama y me miro. —No—me dijo y la mire sorprendida. Toda mi familia siempre me contaba, la hermosa historia de amor de mis padres, como ellos eran la clara imagen del amor, como ellos eran los que daban esperanzas a todos en el amor, y ahora resulta que todo era mentira. —Nuestros padres nos comprometieron cuando éramos unos niños y nos casamos al ser mayores de edad—me conto. La mire. —Pero si siempre me habéis dicho que estabais enamorados—me queje. Ella me miro tranquilo. —Con el tiempo nos cogimos cariño—me dijo—Al principio todo era complicado, pero mereció la pena—me dijo y acarició mi mejilla—Te tuvimos a ti—me dijo y la mire. Me levante bruscamente para alegarme de ella. —¿Qué más es mentira?— le pregunte molesta. Ella me miro. —No seas dramática—me dijo y la mire. Se levanto y estiro las sabanas de mi cama. —¿Qué no sea dramática?—le pregunte. —Bianca—me llamo. Me calle y la mire. —Nuestra familia necesita unas cosas—me dijo y la mire. No podía estar enserio. —¿Y a mi que?—le pregunte molesta—Soy la hija, no debo tener responsabilidades—le dije molesta. Ella me miro. —Claro que debes ayudar—me dijo molesta—¿Te crees que esto es gratis?—me pregunto seria. —No, se que cuesta pero no es eso—me queje y ella me miro. —¿Y que es? Porque a mi me suenas como una niña caprichosa—me dijo y la mire sin entender nada—Debes colaborar—me dijo y la mire. No podría estar hablando enserio, no me podía estar pidiendo esto. —Vas a ir a la cena, vas a encantar a ese chico y harás que te suplique darte todo su dinero—me dijo y la mire. —Nuestros negocios van bien, no se que necesitamos de ellos—me queje. Ella me miro. Se acerco a mi y acaricio mi mejilla. —Tenemos negocios que no conoces—me dijo. La mire. Dudaba que eso fuera verdad. Con siete años, mi tío me obligo a estudiarme todo sobre nuestras empresas, e incluso los nombres de todos los empleados. Siempre me decía "Un buen líder, sabe hasta cuando van al baño sus empleados". Y eso me inculco a mi.  Me sabía todo sobre los empleados y todo sobre la empresa, incluso normas de Rusia, que aquí no aplicaban. —Pues cuéntamelo—la rete. Ella me miro y me coloco a camiseta que usaba como pijama. —Aún eres muy pequeña—me dijo y paso su mano por mi pelo. Me aleje de ella. —¿Soy pequeña para saber esas cosas misteriosas pero no para casarme?—le pregunte. Mi madre me miro, entre sorprendida porque le respondiera y enfadada. Jamás les había llevado la contraría, siempre tuve claro que todas las decisiones que tomaban, por muy poco que me gustaran, era por mi bien, siempre fue una cosa que tuve presente pero con esta ultima, me preguntaba si era cosa de ellos, todo lo que me habían hecho hacer era para su comodidad y no para la mía. —No vamos a discutir—me dijo y me coloco bien el pelo—Harás lo dicho—me dejo claro. La mire. —¿Ser la tonta carita bonita de un imbécil?—le pregunte molesta. —Ser la líder que naciste para ser—me dijo y la mire. Camine a mi armario y saque ropa. —Para eso no necesito ningún hombre—le dije y ella me miro. —Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer—me dijo. La mire. Las frases hechas me daban bastante gracia. —Yo jamás me pondré detrás de un hombre—le deje claro. Me quite el pijama y me puse lo primero que cogí de ropa. Necesitaba salir de esta casa de locos lo antes posible. —¿A donde vas?—me dijo y la mire. —A donde sea—le dije y ella me miro. —Vuelve para la cena—me dijo y la mire. Respire hondo para no decirle una mala palabra y me hice una coleta. —Ya se vera si vengo—le dije y ella me miro. La mirada de mi madre, ya no era de enfado sino de miedo y preocupación. La ignore, no iba a darme pena, me negaba a que cambiar mi opinión porque su cara me hiciera sentir algo, no iba a ganar nada de mi, no así. —Bianca—me llamo. Me puse los zapatos y la mire. —Vendré a la cena—le dije y ella sonrío. Si por mi misma no iba poder, acabar con esto, iba ha hacer que él acabara con esto. —Pero con mis normas—le avise. En ese momento, Amanda me envío un mensaje de auxilio, mi salvación. —No—me dijo y la mire. —Pues no hay cena—dije. Sin dejarle tiempo a responder, cogí mi bolso y salí de casa. Mi madre me siguió bastante enfadada. —Bianca—me grito. La ignore. No iba a seguir con esta conversación. Salí de casa y me encontré a Amanda en el coche, en el cual sin dudar me subí.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR