El camino fue despejado al día siguiente y no puedo decir que no me sintiera decepcionado de que mi personal fuera tan eficiente. Anna y yo tuvimos varios momentos apasionados y espero haber compensado un poco cómo me comporté hace tantos años. Estábamos comiendo un desayuno tardío cuando llamaron a la puerta y nos informaron que el camino ya estaba abierto.
No dijimos mucho después de eso, pero tras recoger la cocina, Anna reunió sus cosas.
—Supongo que ya me voy —dijo, mirando la cabaña con cierta incomodidad.
—Sí. Bueno, gracias por prepararme la cena anoche.
—De nada. Fue un placer.
Me miró con un brillo en los ojos.
—El placer fue mío también —dije, con una pequeña sonrisa.
Y con eso, se subió a su carrito y se fue.
Pasaron unos días después de la tormenta y no había visto ni
