Pasaron los días y me sentía perdido en mi propio paraíso que se había convertido en una pesadilla. Dondequiera que miraba, solo podía pensar en Anna. Todo a mi alrededor me recordaba a ella. Quería tomar mi teléfono y llamarla, pero ella había dejado claro que quería que la dejara ir para poder seguir adelante. Frankie tenía razón. Yo estaba siendo un cobarde y debería haber intentado más para hacerla quedarse. Nada tenía sentido ya y me encontraba ahogando mis problemas bebiendo un poco de más, día tras día. Frankie intentaba animarme organizando fiestas, pero solo me recordaban la vida de la que estaba desesperado por alejarme. ¿Cómo era posible que insistiera en que no amaba a Anna, pero ella era todo en lo que podía pensar? ― ¿Te estás dejando barba? ―preguntó Nela mientras flotaba e

