Paula había pasado todo el día intentando completar un plan de rehabilitación que la conformara sin lograr convencerse de ninguno. Obtener resultados favorables y definitivos en tan solo cuatro meses era un desafío, pero lo que resultaba aún más difícil era imaginarse trabajando al lado de su paciente. Aquellos ojos tan increpantes casi la inmovilizan en la habitación, iba a tener que armarse de valor para lograr imponer su rol de terapeuta frente a una personalidad tan avasallante como la de aquel corredor. -Ya es tarde, Paula. ¿Por qué no continúas mañana?- le sugirió David desde la puerta de su oficina con su maletín en la mano. No había preguntado nada luego de la visita al cuarto de Carlos y ella aún se lo agradecía. Esperaba que ninguno de los que habían estado allí presentes hic

