Ver a Francisco totalmente relajado, con esa camisa blanca que se adhiere a su torso muy moldeado y esos pantalones que calzan perfectamente en él esperando a que me arregle, me hace sentir un cosquilleo extraño en el estómago, se que oculta algo pero cuando lo veo a los ojos me siento deseada por él, como si buscara mis ojos y más allá. Busca darme pequeños besos y cortos abrazos recordando que esta en mi diminuto apartamento esperando por mí. Esta sensación de compañía y cuidado se siente bien, no se que nos depara el futuro pero quiero disfrutar este amor junto a él.
-bien estoy lista- le digo con una enorme sonrisa, él me mira divertido -a dónde me llevarás?-
-primero iremos a firmar unos papeles- parece meditar en algo y luego vuelve sus ojos a mí -luego tengo preparado una sorpresa para ti-
-ok, confío en ti- al escuchar esas palabras parece tensarse y me mira de una manera que no comprendo -sucede algo que no me hayas dicho?- no despega sus ojos de mí y entonces habla
-te mostré el anillo pero no lo puse en tu dedo- y en ese momento me abraza y besa de una manera profunda como si quisiera meterse en mi piel, en mi cuerpo. Nos separamos al momento en el que sentimos que nos faltaba el aire, me tomó de la mano y me condujo junto a su cuerpo a la salida.
El viaje a su oficina fue en un silencio cómodo y tranquilo, me sentía en paz, siempre éramos así cuando estábamos juntos, abundaba esa sensación de paz y tranquilidad.
Al ingresar las miradas de sus empleados no fueron para nada disimuladas, aunque al parecer a Francisco no lo apenaba en lo absoluto, yo por mi parte solo quería esconderme no estaba acostumbrada a tantas miradas sobre mí, al momento sentí sus mano apretar la mía y se inclinó suavemente a mi oído
-no bajes la mirada frente a ellos, no les debes nada y ellos tampoco a ti- la forma segura en que lo dijo me dio seguridad y provocó que caminara con el rostro en alto.
Francisco
Esas actitudes dulces e ingenuas despertaban en mí el deseo de protegerla del mundo, ella no hablaba de su familia y cuando solo mencionó a su madre dejó entrever algunas de las humillaciones que le había provocado a Elina en su adolescencia, ella se rehusaba a tocar el tema en profundidad y en cierta forma lo entendía. Pero mientras la veía un poco avergonzada mientras caminábamos juntos y todas las miradas se posaban en ella, entendía la falta de seguridad que había en ella y algo que yo mismo me ocuparía de desaparecer de su mente.
Entrar en la oficina donde Marcos aguardaba con los papeles creó un peso insoportable en mi y no lo entendía, no consideraba que estuviera haciendo nada más allá de un negocio, ella nunca se enteraría del acta de matrimonio y yo pondría una cuenta exuberante a su nombre al igual que dos departamentos. En definitiva, si la relación prosperaba seguramente la volvería mi esposa y en caso contrario el acta sería dada de baja; pero conforme avanzamos por la oficina mis manos picaban y sólo pensaba en el deseo profundo de protegerla y no lastimarla, cosa que yo mismo sentía que estaba haciendo.
Elina
Francisco y su abogado se veían algo serios, como dudosos y con miradas que no me hacían sentir segura, fue en ese instante en el que hable
-no comprendo que debo firmar, sólo seré tu prometida, es un compromiso que no debería tener contratos de por medio- francisco pareció pensarlo un momento
-lo siento Elina, mi familia es muy compleja cuando de compromisos y dinero se trata, necesito que firmes estos papeles unos son las escrituras de dos departamentos donde vamos a residir y el otro es una cuenta de dinero que vas a manejar mientras estemos juntos- hizo un suspiro y me miró a los ojos -solo deseo protegerte, no existe nada más, déjame cuidarte y ofrecerte algo de lo que tengo- sus palabras me confortan, realmente me hacían sentir segura, después de tantos años de sentir que no valía nada para nadie, ahí estaba él mirando y ofreciéndome su protección.
-en ese caso quiero una copia de todo lo que firme, por si algo pasa- no pude distinguir su mirada parecía inexpresivo
- está bien, tendrás una copia de todo- hizo una pausa y señaló a su abogado -perdón pero no te presente a mi abogado y mejor amigo Marcos- no podía descifrar la mirada de Marcos, pero un momento pareció fulminar a Francisco aunque al instante se recobró y me ofreció una sonrisa agradable
-un gusto conocerte Elina, Fran habla maravillas de ti, al parecer lo tienes en tus manos- mire a Francisco y este se veía sonriente como si tuviera todo en calma
-gracias señor Marcos-
-no por favor solo dime Marcos, y si en algún momento mi amigo mete la pata, sólo dímelo y estaré ahí para ubicarlo en su lugar- Francisco le dirigió una mirada de fastidio a la cual Marcos respondió con una sonrisa fría y desafiante
-bueno, habiendo terminado la charla es mejor que ambos firmen-
Y ambos nos inclinamos para firmar, lo que sea que viniera después de esto ya no me preocupaba, una paz terrible me había inundado.
Después de una charla placentera los tres, Francisco tomó de mi mano y se disculpó con su amigo para retirarnos.
De camino al estacionamiento del edificio, caminamos lento y seguro, como si quisiera que todos nos vieran con detenimiento
-tengo una sorpresa para ti Elina, y espero que realmente te guste- mi sonrisa no se hizo esperar y deje que me condujera hasta el auto, abrió la puerta para mí y con delicadeza colocó el cinturón de seguridad.
Condujo tranquilo y en un silencio cómodo hasta un hermoso edificio ubicado en un barrio sumamente costoso.
Subimos por el ascensor y al llegar mi boca quedó abierta al ver el departamento.
Mientras lo examinaba Fran llegó detrás
-toma esta es la escritura del departamento, es tuyo- y me entregó un papel con mi firma -este es uno de los documentos que firmaste- suspiró
-no lo quiero, discúlpame es hermoso, pero no me lo gané- me miró serio y pensativo
-no siempre es ganárselo, quiero cuidarte, déjame hacerlo, déjame ser el hombre que se ocupa de tus necesidades y está ahí para ti- hizo una pausa -además acá viviremos los dos mientras estemos en Uruguay, así que cielo lo compartirás conmigo-
Algo en todo esto me generó tranquilidad, aunque en el fondo un presentimiento de que se acercaba una tormenta me confundía
-vamos nena, quiero mostrarte la habitación-....