Mi plan

903 Palabras
Al abrir los ojos, una sensación de debilidad me envolvió, como si mi cuerpo apenas respondiera a mis deseos. La habitación a mi alrededor era desconocida, y miré a mi alrededor con confusión. No lograba recordar quién era ni cómo había llegado allí. La amnesia parecía haberse apoderado de mi mente, dejándome en un estado de desorientación abrumadora. Cada rincón era extraño, y mi propia identidad se desvanecía en la oscuridad de los recuerdos perdidos. Lentamente deslicé mis manos hacia mi estómago, sintiendo la tensión bajo mis dedos. La sorpresa se apoderó de mí al notar que mi vientre había crecido ligeramente. Una extraña mezcla de asombro y preocupación inundó mis pensamientos mientras intentaba comprender el significado de este cambio físico. ¿Cómo había ocurrido esto? Las preguntas giraban en mi mente, y la sensación de lo desconocido se instaló con fuerza en mi conciencia. Mi mente se dispersó de sus propios laberintos cuando noté la presencia de Aldo ingresando a mi habitación. Una mezcla de confusión y sorpresa se reflejó en mis ojos mientras observaba su figura. Sin comprender del todo por qué estaba allí, Aldo suavemente depositó un beso en mi frente. — ¡Paulina! Al fin despertaste. ¿Cómo te sientes? — No recuerdo nada, Aldo. ¿Qué pasó? — Hubo un accidente. El burdel se incendió. Fue Massimo quien lo ordenó. Todos están muertos excepto tú... — ¿Todos? — Todas las personas murieron, menos tú. Logré sacarte a tiempo, pero el resto... — Debiste dejarme allí No puedo creerlo. Todas esas personas, incluyendo mi abuela y Ángela, las chicas, están muertas. La realidad golpea como un puñetazo. Intento recordar, pero mi mente es un laberinto confuso. No hay más que un oscuro vacío donde deberían estar los recuerdos. Solo tengo la imagen del humo espeso, la sensación de asfixia, y luego, la oscuridad. Aldo me cuenta que el burdel se incendió, que él lo provocó por órdenes de Massimo. Pero lo más incomprensible es que todos murieron, menos yo. No puedo evitar sentirme culpable, como si la niebla en mi memoria ocultara algún detalle crucial. Trato de recordar el momento exacto en que Aldo entró, rescatándome del infierno en llamas, pero la línea entre la conciencia y la inconsciencia se desdibuja. — Paulina, si te salvé, fue por una razón. — ¿Porque te gusto, verdad? Pero no me interesa estar con nadie. — No se trata solo de eso. Claro que me encantas, pero hay más. Confío mucho en ti y veo potencial para la mafia. Estoy seguro de que, con entrenamiento, podrías convertirte en alguien muy importante. — ¿En la mafia? Aldo, no sé si puedo... — No subestimes tus habilidades. Tienes lo necesario, y con la orientación adecuada, podrías brillar en este mundo. ¿Te animas a intentarlo? — Todo lo que deseo es acabar con Massimo Salvatore. Quiero verlo muerto, a él y a Fabiano French . Quiero que sus familias sufran tanto como hicieron sufrir a mí .Pero sé que soy prácticamente nadie, Aldo. — Paulina, no subestimes tu potencial. Puedes lograrlo, pero necesitamos ayuda, alianzas. Acabar con Mateo Rinaldi es el primer paso. Noah spencer es un importante aliado, él es el coronel del ejército y Mateo Rinaldi ha secuestrado a su mujer. — ¿Tú como sabes todo eso? — Paulina, Mateo es el pez gordo, y el Coronel Spencer puede ser nuestra clave para desestabilizarlo. Si logramos eso, derrotar a Massimo será más sencillo. Estamos juntos en esto. — Si vas a ser mi aliado necesito saber quién eres en verdad y por qué deseas destruir a Salvatore. Quiero la verdad completa, no confiaré en ti a menos que me la digas. No puedo arriesgarme a pensar que esto es solo por atracción.— Pronuncie — Mi familia estuvo en el ejército, ambos padres asesinados por el padre de Salvatore. Ingresé al ejército, pero sabía que no lograría nada. Me convertí en un traidor y me uní a la mafia para destruirlos. No busco poder, solo quiero acabar con los Salvatore. —Pues yo sí ambiciono el poder. Estoy harta de estar por debajo de esos miserables. Nadie me lastimará ni humillará de nuevo. Quiero ser la nueva líder de la mafia italiana, y para eso, Mateo y Massimo deben morir. Mis hijos serán los herederos de todo, ellos serán los nuevos lideres y yo limpiare su camino. Aldo desveló la verdad, confesándome que él ha sido el instigador desde el principio, el líder de Adriano y parte activa en la muerte de Salvatore. Mientras escuchaba sus revelaciones, la realidad se volvía más turbia. Con un tono sombrío, Aldo compartió que Mateo Rinaldi fue el creador del químico que segó la vida de mi hermanito Diego. El odio hacia Mateo se intensificó al conocer que Aldo fue testigo de cómo se llevaba el cuerpo de Diego. Su relato resonaba en mí, y entendí que para poner fin a Max, debía primero eliminar a Mateo. Aldo tenía razón; el camino para acabar con Massimo Salvatore pasaba por la destrucción de Mateo Rinaldi. Pero para desafiar al líder de Italia, necesitaba una alianza más formidable. Enfrentarme sola no era una opción. Mis pensamientos se dirigieron hacia Alekdandr Romanov, el posible padre de mis hijos, y comprendí que unirme a él era la clave para desatar un poder que podría cambiar el equilibrio en la mafia italiana. Pronto tendré mi amada venganza.
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