—¿Estás segura de esto? —preguntó Lucía, de verdad preocupada por mí y mis recientes decisiones. Asentí—. ¿Sí sabes que esta etapa es la peor de todas, no es cierto? No lo sabía, en realidad, pero lo imaginaba. Pero no había manera de echarme para atrás, no con toda la ilusión que le había hecho a Abraham su última comida de preso, como él llamó a mi ofrecimiento de intentar una relación. » Amiga, ¿te estás castigando por algo o de verdad lo amas? Negué con la cabeza. No lo amaba, estaba segura, y no era un castigo. Lo que Lucy no entendía era que todo lo que yo hacía no era por mí, era por él y todo el agradecimiento que le tenía. Yo estaba agradecida con Abraham Rizzo, demasiado como para hacerme de la vista gorda a sus problemas. Él me había ayudado a salir del hoyo en que caí lu

