Hoy me despierto más temprano de lo habitual. El sol aún no ha salido, pero mi paciencia para quedarme mirando el extraño techo de la habitación es limitada. Me levanto con cuidado y, aun en la penumbra, cubro con delicadeza la cuna de mi pequeña para que la luz que voy a encender no la despierte.
Arreglo la habitación y coloco sobre la cama la ropa que usaré hoy. Armando me dijo ayer que debo acompañarlos a misa. No recuerdo que la niñera anterior fuera con ellos a misa, pero yo de todas formas pensaba ir, aunque en un horario diferente. Miro el hermoso vestido azul cielo que usaré y me pregunto si será demasiado usar algo tan bonito en público.
Sacudo la cabeza y decido ponérmelo, porque las palabras de Armando fueron claras. Hoy será un gran día y debo lucir mejor que nunca. Aunque no
