Hace mucho tiempo que no montaba en un carruaje, y mucho menos en uno tan elegante. Somos muchas personas dirigiéndonos hacia la capital para bautizar a mi pequeña Victoria, por lo que necesitamos dos carruajes para realizar un viaje tan largo. Aunque me siento apenada por todos los inconvenientes y gastos que estoy causándole a Armando, también me llena de felicidad lo que creo que esto representa.
Un día y medio de viaje es una travesía muy larga y difícil incluso para un adulto, y aún más para un par de niños como la pequeña Aurora y el pequeño Toño. Su manejo se vuelve un poco complicado hacia el final del recorrido. Por suerte, el viaje llega a su fin cuando llegamos a la gran casa que el señor Fernando Ortega posee en el bullicioso y vibrante centro de la capital: Ciudad Mayor.
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