Se vistió y salió de aquella habitación dispuesto a buscar otro lugar disponible, desde ese día ya no rogaría más por amor, al diablo con Karen Romano y su complicada vida amorosa. Cuando llegó a recepción, el chico que allí estaba le dijo: — Señor, tengo otra habitación disponible, estaba reservada, pero acaban de llamar para cancelar, por si la desea. — Gracias, si la quiero, necesito descansar. Mientras Karen se quedó petrificada al escuchar lo que Farid acababa de confesarle, ella y sus remilgos estúpidos ahora habían alejado a este hombre que le ofrecía una nueva oportunidad de amar, las palabras de sus padres, de su hermana sonaban en su cabeza, ¿ahora que podía hacer? Conociendo a Farid sabía que él ahora no permitiría que ella se acercara más. Se sintió miserablemente estúpida

