Negada a aceptar que este era el verdadero final para Atkins y para mí, me derrumbe en la alfombra al pie de la cama, arrodillada justo al frente de él al comprobar cuanta verdad hay frente a mis ojos. Con su mano fría entre la mía sufrí horrores por segunda vez lo que es estar tan cerca de la muerte y perder lo que más uno adora con el alma. No sé cuantas veces grité su nombre, no sé qué tanto pude haber sentido o expresado, solo sé es fue incuantificable la profundidad del vacío que sentí en el pecho al ver que dentro de él ya no hay más vida. Algo se quebró adentro de mí. Algo me arrancaron al verlo tirado sobre su cama. Sentí extraño. Me siento extraña. Para estarse haciendo costumbre perder la noción del tiempo y despertar en esta habitación. Todo está oscuro, solo el reflejo de los

