Capitulo 4
A la mañana siguiente, me encuentro en un café. Calculo que con el dinero que me queda: podré pedir un café por siete días.
Mi objetivo se encuentra a tres metros de mi: Francisco.
Me acerqué a paso lento, hasta terminar a su lado. Ambos estamos en la barra, él en cuanto me vió: resopló.
—Hola ¡Se que te agrada mi presencia! —comenté elevando el tono de voz.
—La verdad es que... no.
Suspiré, me imaginé la sombra de una sonrisa en él, pero creo que deliré.
Su próximo movimiento: fue irse.
Cómo aún no había pedido café, me alejé de la barra lo más rápido posible. Así tendría un día más para intentar: conquistarlo.
Pero decidí seguirlo. Él estaba caminando, la verdad es que no sabía hacia dónde.
Cruzó la calle. Yo hice exactamente lo mismo; una parte de mí estaba interesada en lo que él quisiera hacer.
Ingresó despues de muchos semáforos interminables, y calles larguísimas: a un gran edificio.
Ingresé dando vueltas en mi propio eje.
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Conmovida y poniéndome a reflexionar respecto a lo pobre que soy: seguí avanzando.
Casi camino en puntitas de pies; para no arruinar la hermosa alfombra debajo de mí.
Incluso un trozo debe valer mucho más que mi cartera. La cual, estaba muy desteñida.
Avancé hasta alcanzarlo, pero se subió a un ascensor y me saludo con la.mano, antes de desaparecer frente a mis ojos.
—Señorita... —una voz me sacó de mis cavilaciones.
—¿Si...?
—Puede pedir monedas, en la parte izquierda del edificio —me habló, yo lo ví irritada.
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...
Unos minutos después, se me pasó la ravieta provisoria que había tenido: después de que alguien me dijera indigente.
Estoy comiendo un gran sandwich de milanesa.
Si...
El tipo me había dado eso, por pena.
Al menos seré una indigente, con menos hambre.