NOLAN
—Solo pensé en empezar la fiesta antes de emborracharnos demasiado—
El susurro de Tessa sale como una ráfaga caliente en mi oído. Es el tipo de murmullo sensual que los hombres pagan por minuto para escuchar. Pero no me pone la piel de gallina. Ni por un poquito.
En cambio, al igual que ese beso descuidado que me dio, me recuerda porque nunca debería haberla invitado.
—Déjame subir antes de que corten el pastel— le digo, echándole una última mirada a Alexa antes de ponerme de pie. Intento decirle con la mirada que me siga. Así podemos empezar a unir un plan para deshacerme de Tessa, analizar con ojo la carta de postres y luego, al final, volver a mi casa donde podamos emborracharnos como es debido.
Pero ella no me mira a los ojos. En lugar de eso, tira del rizo extralargo de cabello que enmarca su rostro, envolviéndolo una y otra vez alrededor de su dedo índice mientras observa Patrick o quizás una conversación al otro lado de la sala. Me disculpo y me levanto de la mesa, abriéndose paso entre la alegre multitud hacia la barra al fondo del salón de recepciones.
Este día ha sido genial. La boda de June y River es la mejor a la que he asistido, con un menú de cena de baja calidad incluido, pero no se cuanto tiempo conservará ese título, ya que Xander y Madison se casaran a finales de este verano, seguidos por Enzo e Isabella este otoño. Wyatt y Leia, quién sabe, tal vez ya se han casado en secreto o planean hacerlo en una cueva en la costa italiana o en un lugar igual de salvaje.
La mayoría de los hombres verían a sus cuatro hermanos mayores casándose y pensarían: “Mierda, mejor me busco a alguien rápido” pero yo no. Soy el vagón de cola suelta del clan Parker. No solo sin prometida, sino completamente soltero.
Justo como me gusta. Y así me quedaré, solo por despecho hacia mi padre. El y mi madre me buscan para completar el equipo de los hermanos Parker feliz mente casados, y puedan buscarme todo el tiempo que quieran. No va a pasar.
Además, se la verdad, aunque mis cuatro hermanos mayores se sometieron voluntariamente a la esclavitud. No sirvo para la monogamia eterna. Y si, lo intenté un par de veces. Nunca terminé bien. Y ya sabes lo que dicen del método científico: inténtalo un par de veces, ríndete y mejor emborráchate, bueno, mi método científico.
Sonrió para mis adentros mientras espero en la barra; a Alexa le habría gustado ese chiste. Una mano en mi hombro me saca de mis pensamientos. Wyatt está a mi lado, empujándome.
—Estamos en el mismo horario de bebida, hermano—
—Si te refieres a que solo hay un camino para que te quemen, entonces si— digo alisándome el pelo de nuevo.
Me encanta esta oportunidad de ponerme ropa bonita y peinarme hacia atrás. Normalmente estoy grasiento y cubierto de aceite después de cada turno de trabajo, y se me había olvidado lo que era ir a un sitio elegante. La última vez que me puse elegante fue la noche que Xander inauguró su clínica de cardiología aquí en Bahía Azul, hace un año y medio. El tiempo vuela cuando estás arreglando coches y trabajando tiempo completo.
—No te emborraches demasiado, que no podrás quemar a River— advierte Wyatt. —Volé desde Aruba para esto, ya sabes. Me niego a aceptar nada menos que lo ridiculicemos todos—
—Lo sé. Volaste desde Aruba— porque pongo los ojos en blanco, pero es por amor, lo juro. El y Leia están haciendo su viaje anual por Estados Unidos, dividiendo su tiempo entre Wisconsin y Nueva York. Su coche de alquiler es, una vez más, algo que sale permanentemente de mi presupuesto y que solo puedo poner mano en el taller, por la cantidad de trabajo que he oído que tiene en Aruba, solo puedo suponer que estan nadando en dinero. Lo que marca al cuarto de los cinco hermanos Parker en la categoría de éxito.
Pero no estoy celoso ni amargado. Lo juro. Con la Biblia en la mano y todo. Me lo estoy pasando genial siendo mecánico y follando por los tres condados. ¿no es esto con lo que todo hombre sueña? Autos y mujeres. Estoy viviendo la vida. sí me lo repito lo suficiente, se hará realidad.
—¿Por qué no vienes a visitarnos? — pregunta Wyatt, empujándome el hombro. —Sabes que puedes quedarte conmigo y con Leia—
—No tengo con quien ir— respondo.
—¿No trajiste a tu novia esta noche? — Wyatt me mira con indiferencia. —Tráela—
Miro por encima del hombro hacia la mesa y mi mirada se posa en Alexa. No, espera. No es mi novia. Es la novia de Andy, aunque estan en una pausa en su relación que está destinada a terminar en cualquier momento. Wyatt habla de Tessa, que es menos que mi novia y más chica con la que me he acostado en un par de ocasiones.
—No somos, como…—
—Ah, sí. Ya entiendo. Podrías venir solo, ¿sabes? —
Hago una mueca. —No hago esas cosas, lo siento—
Wyatt me da un codazo justo cuando el camarero se acerca a nosotros y me hace un gesto para que haga un pedido, porque, por supuesto, él es el más respetuoso de los cinco.
—Tomaré una cerveza. Mejor dos— creo que estaría bien con pasarle una a Alexa cuando vuelva. He estado tomando algo que, por lo despacio que lo bebe, se que no le gusta. Esa chica se bebe la cerveza de un trago, así que sé que seguramente está pidiendo a gritos una. Ya veo que farsa tan elegante tiene. Esa chica nunca usa vestido.
¿Cómo lo sé ? porque me habría dado cuenta, carajo. Y, Dios mío, Alexa tiene un cuerpo que no estaba mostrando al mundo. No sé si debería sentirme intrigado o repelido por este conocimiento secreto, así que fingiré que no me importa.
Nunca hemos cruzado esa línea. No pienso hacerlo ahora. Además, Alexa ya tiene pareja, ¿y si intentara algo con ella, en un universo paralelo? Ya la oigo riéndose de mí.
—¿Algo más? — pregunta el camarero.
—Lo que él quiera— digo señalando a Wyatt con el pulgar. —Ah, y, eh, un Sauvignon blanc— casi me olvido del pedido de Tessa. Y de la chica por completo.
El camarero asiente y se acerca a Wayatt para tomarle el pedido. Wayatt me mira divertido.
—Gracias por comprar mis bebidas en la barra libre, hermano—
—Claro, cuando quieras— le sonrió con sarcasmo, mirando el bullicio de amigos y familiares que nos rodea. Wyatt le da su pedido al camarero y luego se gira hacia mí.
—¿Va todo bien en el taller? — no lo dice con la misma intención que si mi padre me lo preguntara, cosa que nunca hace. Wyatt de verdad quiere saber si estoy contento. No se está inmiscuyendo en averiguar si he empezado a ahorrar para una casa de vacaciones o si he gastado mi primer millón en mi cuenta de jubilación.
Por eso Wyatt es el mejor y yo soy el bueno, el que abandonó todo. Solo eso, el que abandonó la escuela y se hizo mecánico. Nunca podré olvidarlo a los ojos de mi padre, por eso no hemos hablado en un año y medio y hoy solo hemos estado a dos metros de distancia para las fotos familiares.
—Va genial— le digo, recibiendo las dos cervezas con alegría. Empiezo a beber solo mientras meto un billete de diez dólares en el bote de propinas. —Mucho trabajo. Se gana bien. Estoy viviendo el sueño—
Wyatt me asiente, pero no parece convencido. Juro que me repito esa frase. “Vivir el sueño” al menos cinco veces al día. Como si el volumen compensara de alguna manera lo poco que mi vida encarna la frase. Brindo con mi botella de cerveza por Wyatt en un hasta luego silencioso, pero el me detiene.
—Olvidaste tu vino— dice Wyatt.
—Mierda— Formo un triángulo con los dedos y cojo la copa de vino blanco. —Te veo luego, hermano. Tengo que emborrachar a estas mujeres
Wyatt me da una palmada en el hombro y regreso a la mesa entre la multitud. Coloco las tres bebidas en mi sitio y luego muevo la cerveza de Alexa delante de ella.
—Pensé que querrías una— le digo.
Tessa empieza a arrullar a mi lado, tomando su vino. —Gracias, Noli—
Me hundo en mi asiento, pasando mi brazo por el respaldo del asiento de Tessa. Alexa sonríe a la botella de cerveza como si cayera del cielo.
Cuando Alexa me mira, tiene un brillo travieso en los ojos. Uno que combina a la perfección con la curvatura de sus pechos en ese vestido ajustado y el carmín de sus labios. —Gracias Noli— dice Alexa antes de llevarse la botella a los labios.
Lo dice con el tono justo de voz para que Tessa no se dé cuenta de que se están burlando de ella. Lucho por reprimir la risa que me brota. No debería reírme. No me reiré. Aunque Alexa y yo sabemos lo que hace.
La garganta de Alexa tiembla mientras toma un buen sorbo de cerveza. En ese momento, tomo una decisión: Voy a dejar a Tessa. No será difícil conspirar con Alexa sobre que podríamos hacer después de la fiesta. Viene a mi apartamento al menos una vez por semana desde que rompió con Andy. Normalmente nos vemos en las noches de borrachera en el bar del muelle en el centro de Bahía Azul y terminamos volviendo a mi casa a comer unas quesadillas a altas horas de la noche, que según Alexa son las mejores del mundo. No estoy aquí para discutir con ella, así que creo que hoy sería un buen momento para recordar que tengo todos los ingredientes para las quesadillas en casa después de esta cena mediocre.
Me pican las palmas de las manos, estoy tan emocionado por llevar a cabo este plan. Sabía que invitar a Tessa a la boda de mi hermano no era la mejor idea. Solo sabía que no podía invitar a Alexa, y llegar solo a una boda tampoco es mi estilo. La habría aceptado sin pensarlo dos veces, pero su ex, Andy, es un cabezota, y se habría hecho la idea equivocada. Él sabe lo unidos que somos Alexa y yo, pero no pretendo armar tanto drama por una boda.
—¿Trabajas en ese taller de coches deportivos del este? — pregunta Patrick, retomando el hilo de “que hacemos con nuestras vidas” que habíamos escuchado esa misma noche.
—Si. Casi dos años—
—Entonces debes de tener un buen auto deportivo en tu propio garaje— dice Patrick con una sonrisa cómplice.
—¿Crees? —
—Todos los mecánicos lo tienen— dice, y hay algo en su forma de decir mecánico que me irrita. Quizás sea lo mismo que mi padre odió cuando le dije que quería serlo. Ni idea. Intento contener la irritación, porque este tipo está aquí con mi prima. Pero tiene razón a medias. Tengo un proyecto en el garaje, pero no es un coche deportivo. Es el camión de comida al que no quiero subir.
—No hay coches de carreras que digamos— le digo, preparándome para la reacción de Alexa. Me va a retar. Ya lo presiento.
—¿Ni siquiera un viejo coupé que no funcione desde los años sesenta? — insiste.
—Ni siquiera eso— confirmo, mirando a Alexa. Pero ella ni siquiera nos escucha.
Un tipo, definitivamente no del lado de los Parker, se ha parado en nuestra mesa y ha empezado a charlar con ella. Tiene hombros de receptor abierto y una cara que grita “musculoso”
Pero él y Alexa estan de alguna manera envueltos en una conversación y riendo como si se conocieran de toda la vida.
—Estoy pensando en comprarme un Miata— murmura Patrick, más para sí mismo que para nadie. Mi prima y Tessa están enfrascadas en una conversación. Alexa tenía razón. Se hicieron amigas rápidamente.
—¡Oh! — chilla Tessa de repente, levantando la mano para saludar a alguien al otro lado del pasillo.
—Ahí está mi amiga. Esperen, chicos, tengo que ir a saludar— Tessa se levanta y se baja la minifalda un poco antes de irse tambaleándose sobre sus tacones. La observo mientras se abre paso entre la multitud. Esta buenísima no hay duda de eso. Pero algo no cuadra.
Creo que tiene algo que ver con la pregunta que ya no me deja en paz en los momentos de tranquilidad. ¿Es eso todo lo que hay?
Encontré un trabajo estable que me gusta. Tengo mi propio lugar. Me acuesto con las chicas guapas. ¿Qué sigue?
—Noli— empieza mi prima, inclinándose sobre el asiento de Tessa para agarrarme la muñeca. —Estoy enamorada de Tessa—
—Ustedes dos deberían salir— le digo.
Patrick resopla y luego se recupera. —Me encantaría—
Whitney le lanza una mirada fulminante y luego se gira para mirarme. —¿Hablan en serio? —
—Define serio— digo, sin poder apartar la sonrisa burlona de mi rostro.
Me lanza la misma mirada fulminante que le lanzó a su novio.
—Sabes a que me refiero. Siempre estas con una chica nueva. ¡Pero trajiste a esta a la boda de River! ¿Eso no significa que estan, no sé, saliendo al menos? —
Significa que prefiero sufrir antes que presentarme sin nadie a mi lado en algo así. Miro a Alexa de nuevo, ansioso por que se entere de esta conversación. Solo espero a que hable. Pero el pastel de músculos ha arrastrado una silla a nuestra mesa. La silla de Andy esta volviendo, básicamente. Y siguen enfrascados en la conversación.
Algo extraño y caliente golpea la parte inferior de mi estómago, pero es breve y tengo mejores cosas en las que pensar. Supongo que eso descarta las quesadillas de esta noche, lo cual es una decepción mayor de la que puedo procesar ahora mismo.
—¿Por qué te ves tan molesto? ¿solo decir la palabra “salir” te enoja? — mi prima resopla, apretándome la muñeca por la última vez. Intento reírme y concentrarme en la conversación, pero es difícil no observar lo que está sucediendo entre Alexa y su nueva amigo. Siento que Andy se enojaría por esto, aunque no es que vaya a decírselo. Pero casi puedo sentir la brisa a mi alrededor mientras la atención de Alexa se centra por completo en su nuevo amigo.
—No le veo sentido atarme a una sola persona— le digo a Whitney. Mis palabras estan ensayadas. Le he dicho eso a mí mamá al menos una docena de veces en los últimos seis meses.
—¿Ni siquiera algún día? — pregunta Whitney levantando una ceja.
Me encojo de hombros. La verdad es que hace tiempo que quería un final feliz, pero nadie lo quería conmigo. Basta con conocer a un desamor una vez para saber que es una zorra que es mejor evitar. Además, he tenido suficientes chicas como para renunciar a la fantasía. Puede que mis hermanos lo hayan encontrado, pero he investigado mucho y no me lo puedo permitir.
Entonces, ¿Por qué no simplemente divertirse y olvidarse de ello?
Whitney vuelve a entablar conversación con Patrick. Una risa aguada al otro lado de la mesa atrae mi atención hacia Alexa. Pastel de músculos le está contando una historia y se ríe de verdad, no con la risa fingida que ofrece a los clientes de “El lago”, el restaurante frente a lago donde trabaja, cuando le preguntan por qué su cabello no combina con su nombre. Se le notan los hoyuelos y se agarra el estómago.
—Para— dice jadeando. —Me voy a hacer pis en los pantalones—
—Ni siquiera llevas pantalones— le recuerda músculos, lo que es la hace resoplar aún más.
Pongo los ojos en blanco. Que frase tan tonta. Estoy buscando mi teléfono para enviarle un mensaje furtivo recordándole que luego hay quesadillas en el menú cuando músculos se acerca un poco más.
—Prométeme un baile luego ¿de acuerdo? — Su tono es uno que conozco a la perfección. Es el tono que uso cuando intento seducir a alguien. Me froto la nuca, apartando un poco la silla para poder alejarme de lo que pasa en mi campo de visión. No debería haberse puesto ese vestido. Le queda demasiado bien. Tanto que se me paso por la cabeza como seria quitárselo y ver que hay debajo.
Para mi Alexa siempre ha sido uno más de los chicos. Es vagamente femenina, como todos sabemos que los tomates son técnicamente frutas, aunque no es algo de lo que se hable con nadie. Bueno, Alexa jamás entraría en mi categoría. Simplemente no encaja, igual que un tomate no va en una ensalada de frutas.
Le doy un buen trago a mi cerveza y me levanto. Es hora de ir a acosar a un hermano o algo así. Por qué no aguanto ni un segundo más en esta mesa viendo a Alexa reírse como una colegiala.
El calor me recorre de nuevo al pasar junto a la nueva y feliz pareja, intentando con todas mis fuerzas no fijarme en ellos. Porque si miro a Alexa un segundo más, con esa sonrisa persistente en sus labios rubí y la peligrosa curva de sus pechos bajo ese vestido ceñido, podría cortar un tomate y llamarlo fresa.