ZANE Salí de la casa de Chantal con la ganas de quedarme con ella y pasar la noche, no precisamente para co**ger, pero sí para abrazarla. ¿En qué momento mi jod**ida cabeza pensó en solo dormir con ella? La había visto vulnerable y tragarse el llanto. Era orgullosa, algo en lo que ambos coincidíamos, pero sabía que no la había pasado bien. Mientras ella estaba hablando con Franco, no pude evitar pegar la oreja a la puerta con la finalidad de escuchar por si a Franco se le ocurría pasarse de imbécil. Nunca pensé que el imbécil la hubiera demandado de esa manera tan cobarde, que se hubiera quedado con todas las propiedades, ni mucho menos que le estuviera cobrando diez millones de dólares solo por ser la hija de una pros**ituta. Ese ciclo tenía que parar y yo estaba dispuesto a ayuda

