"No mires hacia abajo, mírame", comentó, y levanté la vista. "Es que me pedían que no mirara a nadie a los ojos", murmuré con sinceridad, y él me miró de una manera extraña. "No pasa nada", comentó, y me sonrió, tomando mi mano para mi sorpresa. "Tengo algo para ti", comentó y salió por el jardín. Trajo una caja marrón, y no sabía de qué se trataba. "¿Qué es?" pregunté curiosa. "Ábrela", me dijo. En cuanto lo hice, encontré un pequeño gatito. Era atigrado y muy bebé. "Qué bonito", comenté con una sonrisa enorme. "Es para ti, para que no te sientas sola de alguna manera", comentó. "Gracias, es muy lindo", dije mientras lo tomaba entre mis brazos. El gatito empezó a llorar. "¿Tendrá hambre?" pregunté. "Es posible", respondió. Saco unas bolsas detrás de la isla enorme y dice, "Compré

