Cuando Danika volvió a abrir sus preciosos ojos color hielo, ya no se encontraba en la pista de motocicletas, estaba en una confortable cama de dos cuerpos en una habitación decorada bastante minimalista. Con mucho esfuerzo, ella logró sentarse en la cama, apoyando su espalda contra el respaldo de esta, mientras escudriñaba el lugar. —No te levantes—dijo una profunda voz masculina cuando ella intentó salir de la cama. La hermosa agente siguió el recorrido de aquella profunda voz, solo para encontrar a Mathew, sentado en un sillón en un extremo olvidado del cuarto devorando por las sombras. Al instante, la boca de Danika se secó, mientras observaba el torso desnudo del atractivo demonio. Sabía que él hacía ejercicio, y en consecuencia debía tener una figura bien definida, sin embargo j

