CAPITULO 3 NUEVA CASA

2083 Palabras
MADISON Llegué a la mansión Lennox, desde lejos observaba lo enorme que es, rodeada por inmensos jardines llenos de color, tenía que aceptar que el exterior es hermoso, los florales son bellísimos. - Señorita Madison puede bajar, su equipaje estará en la habitación del señor Ethan. – ¿Dormiré con él? ni siquiera lo he visto una sola vez en mi vida, le temo con solo escuchar las historias de terror que hablan de él y ¿Así como si nada me avisan que compartiré cama con el ser más malvado del pueblo? - Gracias. – No había más que decir, caminé a la entrada. La puerta es impresionante, grande muy grande, quizá cinco veces más de mi altura, lo cual probablemente implica que no pueda abrirla yo sola. Mis manos sudaban de los nervios, no tenían fuerzas por el cansancio de limpiar toda la noche la casa de mi padre, no tenía más opción que seguir las órdenes de mi madrastra o tendría consecuencias horribles, todo mi cuerpo temblaba. La puerta comenzó a abrirse como si fuese automática, hacía el movimiento de esas paredes de pasadizos secretos. - ¡Bienvenida! – Una señora de más o menos 60 años me recibió con una enorme sonrisa. - Ho.. oo...la... yo soy Ma... ma...dison. – Mi boca temblaba logrando que mis palabras se escucharan como si fuese tartamuda. - Tranquila no le pasará nada. – Sujetó mi mano y me llevó con ella al interior de la enorme casa. Mis ojos miraban en todas las direcciones, era impresionante lo lujosa que es por dentro la mansión, llena de figuras exoticas, jarrones enormes que daban del piso hasta casi mi pecho, ventanales tan altos como la puerta de la entrada, cubiertos por largas cortinas oscuras, realmente todo aquí carece de luz, únicamente en ciertos puntos se encontraban lámparas con luz muy tenue, el ambiente era de tristeza y melancolía. - Mi nombre es Jazmín, puedes llamarme Jaz, soy la ama de llaves, nana y encargada de este lugar cada vez que el joven Ethan no se encuentra. – Ella es muy agradable. - ¿El mons... digo, el señor no se encuentra? – ¡No podía ser más imbécil! casi lo llamo monstruo en su propia casa. - El señor Ethan no se encuentra, salió a la ciudad y no tiene día de regreso, puede tardar días, semanas o meses. Le aconsejo que recuerde bien el nombre de su esposo, es lo más conveniente, o se meterá en líos serios si Ethan la escucha llamarlo de diferente manera. – Quería esconder mi rostro de la pena y que me succionara la tierra que pisaba. Me alegraba hasta cierto punto saber que en mi primer día en mi nueva casa él monstruo no apareciera, así podía descansar un poco más, realmente me sentía agotada. Jaz me mostró la casa con detalle, me explicó lo que hay detrás de cada habitación, me hizo anotar cada palabra que ella me indicaba para que memorizara todo. Había habitaciones en las que tenía estrictamente ingresar, una en especial estaba sellada por una fuerte reja y un enorme candado. Todo aquí es tan misterioso, no hay fotos familiares como en cualquier otro hogar, aunque aquí era todo menos un hogar, más bien parecía la mansión del terror. - Será mejor que descanses un momento y después bajas a comer algo, no te cambies ese hermoso vestido, al señor Ethan no le agradaría encontrarte en fachas, si es que él llegase a regresar le agradará verte presentable. – Jazmín cerró la puerta de la habitación para darme mi espacio. ¡No puedo creerlo! el sanitario es enorme y hermoso, no me pude contener y me quité el vestido para darme una relajante ducha. Coloqué en la tina todo lo que encontré a mi al rededor, bolas que hacían burbujas al entrar en contacto con el agua, tiré un chorro de una loción exquisita y unas hojas que también tenían un olor increíble. Pase una hora sumergida en la tina de la ducha, no recordaba la satisfacción que era tener este tipo de privilegios, desde que mi madre murió y Grace se fue a vivir a casa, jamás volví a pisar la habitación de mis padres para poder tomar una ducha en la tina. Rápidamente limpie el sanitario dejando todo ordenado para que nadie notase que estuve ocupando el lugar, por cierto, tengo que preguntarle a Jazmín que es lo que debo hacer como la esposa del monstruo, lo que menos quiero es buscarme líos con él. Nuevamente coloque el fino vestido con el que llegué, baje sin hacer ruido, todo aquí es silencioso y tenebroso. - Hola de nuevo... – Saludé una vez más, la mesa estaba siendo decorada por Jazmín y otra chica rubia muy hermosa. - Señora que bueno que bajó, pensé que estaría dormida. – Me alegra que no haya notado que me duché. - ¿Puedo ayudarles? – Caminé hasta la cocina, no me incomodaba para nada ayudar a colocar los alimentos, de hecho era algo a lo que estaba acostumbrada. - ¡No por supuesto que no! usted ahora es la señora de esta casa. – Jazmín quitó lo que sujetaba en mis manos, me llevó a tomar asiento en una de las 20 sillas que adornaban la enorme mesa. - Gracias, aunque puedo ayudar sin problema. – Seguía insistiendo con colaborar. - ¡Ya basta! no ganas nada intentando quedar como una chica humilde con nosotras. – La rubia me gritó, parece que estaba furiosa. - No la tome en cuenta señora, Sabrina siempre es muy mal humorada. – Jaz comenzó a servir los platillos. Mis ojos se abrían enormes al observar la cantidad de comida que estaba servida solo para mí, pasta con mariscos, carne en guiso, fruta con forma de figuras, pan recién horneado, vino, agua de un color extraño... ¡Todo olía delicioso! Comencé a devorar cada cosa que colocaban en mi plato, el postre ha sido mi favorito, panecillos rellenos de chocolate, confieso que eran tan deliciosos como ese pastel que mi nana horneaba solo para mí. - ¿Jamás en tu vida habías probado la comida o qué? – La rubia me miraba con odio, no he hecho nada y parece que ya tengo a mi primer enemigo. - Si, bueno... no comida tan deliciosa. – Mi boca estaba sucia de comida. - Tome señora. – Jazmín extendió un pañuelo para que limpiará la suciedad del rostro. - Lo siento... – Me disculpaba por ser tan torpe. - Ve a seguir con tus deberes y no vuelvas a hablarle de tal manera a la señora Madison o tendrás que ser castigada por Ethan. – La nana de mi esposo reprendió con un reclamo a Sabrina. Yo no sabía que decir, no entendía aún porque la rubia me miraba como si quisiera asesinarme ¿Le habrán incomodado mis malos modales? - No era necesario que le llamaras la atención tan fuerte, quizá ella tenga la razón y yo he sido irrespetuosa con mi presencia. – Baje la mirada al piso. - ¡No! no haga eso Señora, nunca demuestre que es débil y mucho menos a gente como Sabrina o el señor Ethan, usted tiene que cambiar la vida en este lugar, tengo fé en que su llegada ha sido la mejor decisión para el señor Lennox. – ¿Seré tonta? No entendí que puede cambiar una chica inmadura como yo, que le teme hasta a las cucarachas. - No sé que hacer Jazmín, me siento perdida en este lugar, yo no quería... – La nana cubrió mi boca, me llevo al exterior, quizá tomar aire fresco me ayude a relajarme. - Es mejor charlar aquí donde nadie nos escucha, señora sé que usted ha sido obligada a casarse con el señor Ethan. Él no es un monstruo como lo llaman, es solo que ha pasado por cosas crueles. – Los ojos de Jaz se cristalizaron. - ¿Entonces todas las cosas horribles que se dicen de Ethan no son ciertas? – Moría de miedo. - ¿Me creería si le digo que no? – Gran pregunta. - Supongo que no... – Tenía que ser sincera. - Permita que un ser humano como mi jefe le demuestre que el exterior de las personas no es siempre la carta de presentación de nadie. – Regresamos a la casa. - Espero tener oportunidad de enseñarle las cosas que le agradan y molestan al señor Ethan, así tendrá la oportunidad de conocer al verdadero hombre que se encuentra detrás de esa máscara. – Jazmín me recuerda tanto a mi nana. - Lo haré con una condición... No me digas señora, me haces sentir incómoda. – Ambas reímos. Pasaban los días y mi esposo desconocido no regresaba, Jazmín se encargó de enseñarme a comportar como una dama de la alta sociedad, para estar al nivel de mi ahora esposo. Aprendí a comer correctamente, a degustar el vino, ahora sé cocinar los platillos favoritos de Ethan. Salimos de compras al centro del pueblo para ocupar el enorme clóset de mi habitación, así tendría vestimenta adecuada para cada una de las ocasiones en las que seguramente me tocaría acompañar a Ethan a algún lugar, bueno, si algún día llegase a pasar. Me había resignado a estar lo que resta de mi vida encerrada en este enorme sitio, tenía claro que Ethan no salía por el día, no le agradaba convivir con la gente, odiaba a los humanos. Las semanas transcurrían... Por fin convencí a Jaz que me dejase ayudarle con los deberes de la mansión, me advirtió que sólo sería eso posible mientras Ethan no estuviera presente o se buscaría un buen regaño. Él quería una mujer no una ayudante doméstica. No se me permitía charlar con nadie, únicamente con Sabrina, quién hasta ahora y en todo momento me miraba con odio y repudio. Le pedí a Jaz me proporcionara los ingredientes necesarios para cocinar el pastel que mi nana me cocinaba, el aroma en la mansión es exquisito, ambas nos tomamos unos minutos de descanso para saborear la delicia del postre. El sol se había ocultado, un día más de los casi tres meses que llevo viviendo aquí. - ¿Jazmín? – Una voz ronca se escuchó en la entrada de la mansión. Imaginaba perfectamente que era él, ahora el miedo se apoderó de mi. - Madi ve a tu habitación. – Jaz susurró en mi oído, yo salí huyendo. Escuchaba a lo lejos aquella voz varonil, ronca, hasta cierto punto sexy... él charlaba con Jazmín, ordenó comida. Velozmente coloqué una pijama, corroboré que todo estuviese en órden dentro de la habitación, sabía la obsesión que tenía Ethan por el órden. Me cubrí con las sábanas... solo me quedaba esperar a que él llegara hasta mí, recordaba cada cosa que Jaz me había hecho memorizar, una en especial... "Se tu misma" eso era algo muy contradictorio, por un lado cambio mis modales pero a la vez me pedía que no dejase de ser yo, cosa muy difícil. Los fuertes pasos se escuchaban... el sonido se hacía más intenso a medida que se iba acercando, la puerta de la habitación se abrió. Un olor fresco y exquisito inundó mis fosas nasales, su perfume despedía un olor intenso. Mi respiración estaba agitada, no sabía si ya había notado que fingía estar dormida. Por unos momentos caminó dentro de la habitación, buscaba algo que después de unos minutos encontró, se dirigió hasta la ducha, el agua comenzó a caer. Descubrí mi rostro o moriría de asfixia dentro de las pesadas sábanas, Ethan continuaba en la ducha, no sabía que hacer, realmente estaba aterrorizada. Treinta minutos después la puerta del sanitario se abrió, el olor nuevamente es delicioso ¿Se baña en perfume también? - Sé que estás despierta niña... – Con esa voz tan sexy dijo haberme descubierto. Tomé el tiempo necesario para que él terminara de colocar ropa en el cuerpo, después decidí mostrarme a mi esposo. - Biii...Bien... bienvenido. – Odiaba que el miedo y los nervios me hicieran algo así como tartamuda. Ethan se había sentado en una esquina de la habitación, donde la oscuridad únicamente dejaba ver su enorme silueta, y vaya que es alto... - ¿Por qué estás en ese aspecto? – Creo que hice mal al cambiar mi vestido por un horrible traje de dormir. - Lo si... sien... siento... yo estaba por dormir. – Se colocó de pie y camino hasta mi...
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