PRÓLOGO

657 Palabras
–¿Estás segura que no cambiaras tu decisión? – me preguntaba Erick por décima vez después de salir del restaurante donde me había pedido la mano. –Ya te dije que no, estoy completamente segura de lo que quiero– respondí observando el hermoso anillo que ahora estaba en mi dedo, eran tan hermoso y brillante. –¿Se lo dirás a tu padre? – preguntó nervioso, puse los ojos en blanco. Me detuve y me giré hacia él, puse mis manos en sus mejillas y hablé. Sus hermosos ojos verdes me pusieron nerviosa. –Cariño, estoy segura que se pondrá a saltar en un pie, te adora, y yo también– dije y le di un pequeño beso, continuamos caminando hasta llegar al aparcamiento, su lujosa cuatro por cuatro nos esperaba. Subimos y nos dirigimos hacia mi casa, sonreí al imaginar cómo se pondrá mi padre con la noticia, me giré y vi a mi futuro esposo conduciendo con completa concentración. Era muy apuesto, y no lo digo porque estoy enamorada de él, sino que hasta había salido en la revista más popular del país como el galán más guapo. Su perfil super masculino y aquella mandíbula, dios, de nada más verlo me iba a dar un orgasmo. Al darse cuenta que lo estaba observando sonrió y puso una mano en mi rodilla. > Unos minutos después ya estábamos en la entrada de la mansión Duncan, bajamos y muy sonrientes subimos las escaleras. Al entrar me lleve un gran susto, mis padres y todos los empleados estaban muy sonrientes esperándonos. –Pensé que no sabían nada– dije mirando a Erick, este se encogió de hombros con una sonrisa. –No hay mejor noticia que está, tenemos que celebrar princesa– dijo mi padre acercándose y dándome un gran abrazo. Al ser la hija única mis padres esperaban los mejor, y eso incluía casarme con Erick Walton, manejar las empresas Duncan, y tener una hermosa familia. –¡Ven aquí! – le dijo mi madre a mi prometido, luego vino a por mí. –Mamá, me estas asfixiando– dije –Estoy tan feliz, mi pequeña se va a casar– dijo separándose y observándome de pies a cabeza, sonreí. –Felicidades señorita– dijo Matilda, nuestra cocinera, y considerada mi segunda madre. –Necesitamos organizar todo, no dudes en consultarme y pedirme lo que necesites– dijo mi padre–. Y tú tendrás una gran responsabilidad en las empresas Duncan– dijo mirando a Erick, ambos nos miramos confundidos. –Lo que tu padre y tu futuro suegro oficial quiere decir, es que…– empezó diciendo mi madre con una emoción contenida–. ¿Se lo digo cariño? Preguntó mirando a mi padre, este asintió. –¡Ustedes estarán a cargo de las empresas Duncan! – chilló. –¡¿Qué?! – preguntamos Erick y yo a la vez, no es cierto. –Lo que escucharon, ambos están capacitados, se han graduado con las mejores notas y honores de Harvard, serán mis ojos y oídos en las empresas. Ambos economistas, llevarán muy bien el manejo empresarial. Mi padre tenía las empresas de jurisdicción más grandes del país, y si nos había puesto a cargo, nos esperaba muchísimo trabajo por hacer. Los empleados aplaudieron muy sonrientes con la noticia, brindamos por mi matrimonio, el cual no dudamos en poner fecha, dentro de cinco meses me convertiría en la esposa de Erick Walton. Miré a mi novio y sentí un burbujeo en el estómago, él me dio un guiño, ambos sabíamos lo que eso significaba. Me excusé por ir al baño y subí a mi habitación, en pocos minutos Erick se encontraba junto a mí. Aquella noche de marzo, nos entregamos a la lujuria, nos dijimos muchas promesas. Si alguien me hubiese dicho que nada sería realidad, me habría puesto analizar las cosas detenidamente, pero no fue así.
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