Capítulo 40. Reinaldo y el sexo

1624 Palabras

Mientras Reinaldo conversaba con Devon Johnson en el lujoso restaurante, en otra parte de la ciudad, un drama personal se desarrollaba dentro de un automóvil en movimiento. Azucena, una mujer de belleza exótica y llamativa, pero con el rostro contraído por la angustia, luchaba por contener sus lágrimas. ―Ay ya, Azu, ¿vas a llorar otra vez? Es por Reinaldo, ¿no? ―preguntó su amiga Carla, con un tono que mezclaba exasperación y preocupación. Azucena, mirándose en el espejo retrovisor, recogía sus lágrimas con un pañuelo de seda, cuidando de no arruinar su impecable maquillaje. Sus ojos verdes, normalmente brillantes, ahora estaban empañados por la tristeza. ―Lo sé, pero es que... ahora lo extraño ―respondió con voz entrecortada―. Mira, ni siquiera me ha llamado. Carla, concentrada en el

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