—Entonces, que empiece la mierda —murmuró Lucas—. Pero esta vez, que sea una jugada que ni el puto diablo vea venir. La noche llegaba densa, y las calles bullían con la tensión que solo una maldita revancha puede traer. En la bodega, Damián limpiaba sus heridas invisibles, mientras su gente preparaba el plan que los levantará de la mierda. —El precio puede ser alto —dijo Damián, con voz grave—. Pero más alto es dejar que la reputación se muera. Porque sin ella, no somos nadie, y nadie va a seguirnos a la mierda. Perfecto, aquí tienes la continuación y cierre del capítulo desde la parte que mencionas, con la crudeza y tensión que pide la historia: La reputación era la puta guerra silenciosa que marcaba a los cabrones que vivían en Vértice Global. Perderla significaba caer en el olvido o

