Vladimir

1657 Palabras
—Hola ¿tienes un minuto? — Vladimir estaba contiguo al anillo de la pileta de la Universidad Central, qué pesado era el tío —¿ Para qué o qué? —¿Dónde vas? —a veces jamás respondía las preguntas —A la plaza Indoamérica, tengo prisa por si no lo sabes —Bletsch— al parecer se había guardado mi apellido, a punto de parar un taxi añadió: —Voy al mismo sitio, ¿compartimos el taxi? —maldita naturaleza maleable, no tuve el valor de decir no, asentí expresando de manera nada disimulada mi desencanto —Phoebe, en el colegio eras la tía más hermosa— lo consentí con cierta incomodidad, sentados en el taxi el muy cabrón me puso su mano en mis piernas, me llené de vergüenza —Vladimir no, ¡por favor! lo dije como una niñita ruborizada y tímida —Tesoro ¿serías tan amable de retirar tu mano? — a pesar de con todas mis fuerzas y a través del lenguaje corporal intentar demostrar mi disgusto era totalmente inconsciente de mis intenciones, Vladimir actúa en ocasiones por impulso, sin pensar, no ve a su alrededor, no hay conciencia del otro. Con el objeto de arreglar trámites en la Facultad de Administración al bajar del taxi corrí apresuradamente —Vladimir lo siento tengo prisa, cuídate— se despidió haciendo una señal con la mano, parecía muy aburrido. En la facultad gracias a Dios no había un alma, lo que me permitió realizar la diligencia sin mayores dificultades, la calle del Teatro seguía ahí, apenas una brecha de penumbra, todo tenía una fachada barroca, gran sorpresa - o disgusto - me suscitó al encontrarme a Vladimir en la esquina contigua a la biblioteca esperándome, "bueno" , pensé: "este hombrecito es un maestro, ¡me permite practicar la paciencia! —¿Quieres comer? —al mostrarme su cara de perrito faldero omitió mis opciones, si fuese una Guerrera Kshatriya mi carácter definido me daría mayor determinación para decidir estas cuestiones, caminamos bordeando la carretera, mi sentido de ubicación me decía que habíamos dibujado una gigantesca sonrisa al bordear la universidad, advertí un redondel con direcciones que huyen al infierno. Una calle que va a todos y a ningún sitio. De seguro todo transeúnte se debe haber percatado acerca de la idea absurda de construir una avenida irrazonable. Esperamos 15 minutos observando el Coliseo Rimiñahui del frente para comprobar que los vehículos no nos daban oportunidad de cruzar. Les digo que esta vía no debería existir. —Si, es un dolor de cabeza cruzar estas avenidas—como si no hubiese percatado la intencionalidad, me detuve a observarlo con mayor claridad, mis ideas premeditadas de su carácter me habían llevado a sentir aversión sin conocerlo, el tío era guapo. —¡Venga, quieres mover el culto! — me aventuré a protestar a todo aquel lío automovilístico, maldito tráfico, el día era muy caluroso, podía sentir el ardor bajo mis pies, hasta que al fin se dio la oportunidad de cruzar, nos detuvimos frente a la Escuela Politécnica Nacional, ¡qué aseado, pulcro y ordenado era todo! la soberbia arquitectura de estas facultades crea profesionales, ¡estaría más a gusto si también moldearan a seres perfectos! ¡rayos! allá afuera hay un mundo centrado únicamente en las apariencias, mi padre quería que ingrese a la Salesiana o a la Politécnica Nacional, pero prefiero morirme antes que ir a un antro de esos. Entramos en un restaurante llamado Maple fundado en 1989 con una belleza bastante trasnochada, pude advertir que con escepción de los baños aquel salón se revestía de diseños del siglo XIX: los hornos, planchas y vaporeras tenían un estilo escocés, al pedirnos qué cogíesemos nuestros propios platos para decidir entre los distintos alimentos, la barra de selección me recordó el bar de San Sebastián. También tenían colgadas figuras de pájaros y caballos que parecían concebidos por una imaginación infantil, brillaban y parecían columpiarse y moverse con vida propia, percaté unos árboles sintéticos con lámparas diminutas incrustados con focos led, el sitio era para morirse. Parecía planeado, aún así fingi asombro. Al sentarnos y ver a aquel panorama con sobresalientes figuras me llene de nostalgia, me vi en el espejo y me imaginé con Maurice, ¡nuestra primera cita! pero me encontraba con Vladimir, atrapada por un tío falsisísimo, reiteradas veces reflexionaba que quién tenía enfrente era un ser humano más y merecía respeto. ¿Llegará el momento donde no haya diferencia entre los seres? ¿alcanzaré la comprensión de ver a todos los hombres sin juicio? amar a la humanidad supone un gran reto. —Espero lo disfrutes, la comida aquí es muy sabrosa— todavía hoy me pregunto cómo hizo para acertar que soy vegetariana — Serias tan amable de pedir que le bajen el volumen a esta pieza— No lo soportaba, dependiendo de mis variaciones emocionales, en ocasiones no tolero ni el susurro de las moscas, en tales ocasiones a la mínima provocación me pongo hecha una energúmena, me vuelvo muy sensible y no soporto la excitación. Vladimir se levantó de su sitio y me obedeció, a solo unos metros de nosotros unos estudiantes se encontraban muy cerca el uno del otro, creo que pertenecía a la UTE, la insignia de la mitad del mundo se me había quedado fuertemente grabada , el tipo le metía la mano por debajo de la mesa al mismo tiempo que le hablaba sobre un homicidio, mientras ella con voz o gemido decia —No, aquí no, Camilo ¡por favor! ¿S imaginan a alguien hablando de un asesinato y al mismo tiempo metiendo mano? era para morirse de la risa Mi compañero en esa ocasión se portó como un caballero —Y tú, ¿te gusta bailar? —No— la verdad es que usaba preguntas cerradas, no abría posibilidades para una conversación con más detalles — ¿Sabes? Me dijeron que eras un tipo genio en el colegio —Pues estás mal informado, soy una chica común y corriente. —Tus notas eran sobresalientes. —Solo sé observar, he desarrollado la capacidad de ver claramente cómo son las cosas, vivir sin sesgos qué distorsionan la realidad es lo que más me atañe — No se ve muy complicado. —La simpleza aparece cuando has borrado miles de complejidades, el truco es llegar a dicha simplicidad. —¿ Eres una persona simple? —Me gusta lo simple, es un reto alcanzarlo en este mundo que a oscurecido todo con un millón de obstáculos . Vladimir se ensimismo, no creo qué la ocasión diera para una conversación intelectual. — Eres muy guapa, los años no pasan sobre ti—comprendí de inmediato sus intenciones, no podía engañarme, sé que a esa edad el sexo está muy presente en todos, sí tuvieses un medidor para calcular la potencia que mueve a los hombres; ésa sería la lujuria, mis sentidos en esos momentos estaban retraídos, ciertos lugares como las piscinas o los hoteles encienden - en ocasiones - mis deseos, la rata vibratoria del restaurante no habría está posibilidad. Vladimir me incitó a beber, solo nos pegamos unas copas, recuerdo que hable algunas incoherencias, a pesar de intentar sacar los atributos oscuros de mi personalidad, en todo momento fui consciente y dudé que el alcohol superara el gozo del éxtasis, el rostro de Vladimir por momentos se ruborizó, dos veces intento tocarme pero se lo impedí, sus brazos pesaban como el plomo, esos signos no son de mi agrado, una vez leí que era propio de las personas falsas tener manos pesadas o las articulaciones del codo, sentía que mi cabeza estaba apunto de estallar, me llene de terror al considerar que la situación resultara en efectos más graves. —Gracias por todo, eres muy caballeroso— Vladimir me ayudó a levantarme y mi radio panorámico visual daba vueltas, es increíble cómo llegué a corromper mi conciencia por un momento de arrebato, me ayudó a trasladarme hacia un taxi, me repitió miles de veces que me quería acompañar, al final terminé diciendo que iría a un velorio, que se trataba de un evento familiar, agradecí y me dio un beso en la mejilla. Avoco en mi memoria y puedo recordar que me abrazó, puso su rostro muy cerca de mi cuello como un niño con deseos fuertemente enraizados de afecto casi maternal, por la manera en que me apretaba no sé si estaba recontra necesitado o era la mar de sentimental, me observaba incluso al recorrer el taxi una distancia muy grande, en el transcurso del recorrido hacia mi departamento noté que el olor de su perfume se había impregnado en mi ropa, también percibí su olor natural, parecía que se alimentaba de flores o bellotas, cuando alcanzas un grado de pureza física tu cuerpo emana olores agradables,¡ es verdad! está rara sensación también avivo mi apetito de los sentidos , no sé qué magia tenga porque lo pensé toda la semana Al llegar a casa se me descargó la fuerza s****l, como comenzó a llover mis ropas se mojaron en extremo, sentirme mojada también avivó mi sensualidad, me moría de frío, en tales circunstancias el dolor se acrecentaba de manera exponencial, mi cuerpo agitado era una especie de retentiva que afloraba traumas pasados, obligadamente me di una ducha, llovía como si se fuese a caer el cielo, es muy característico en mí el trastorno afectivo estacional pues mi estado de ánimo positivo se evaporó. Solo pensé en calentarme y me preparé un café, el agua actuó como purificador, inmediatamente me sentí con la fuerza suficiente para superar la lujuria. Aquella noche me sumí hondamente en mis pensamientos, era para mí motivo de admiración comprobar que de tan escasas experiencias con hombres se me habían despertado tantos deseos subconsciente, es la trampa de no vivir hacia afuera, nadie despierta tus demonios internos. El mundo es una sugestión qué despierta a esos gigantes internos
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