Pasaron los Díaz como siempre, lentos llenos de trabajo. su sueño. Su sueño de tener una empresa de publicidad, que fuera la más importante de todas, y, debía tener un gran capital para concretar su sueño. Además su enorme orgullo no la Iván a dejar renunciar, y salir con la cabeza bajo nunca. Un día entró a la habitación de cristal, y el estaba con sus mejillas con lágrimas. Sus ojos,rojos, se preocupó por el y se acercó a su lado. —¿ Estas bien? —vete!! que te importa que quieres?. —te vino a informar , que están listas estas plantillas y carpetas debes firmar y me iré.- así lo hizo y se las tiró sobre el escritorio de mala gana. —¡Eres un imbécil! no renunció porque me pagan bien pero cuando encontré una maldita!! Mejor!! Oportunidad me iré te odio!. Salió corriendo , estaba furi

