Capítulo II

2054 Palabras
Dia Siguiente Luego de la terrible noche que vivió la jóven, Verónica se encontraba en la terraza de su habitación llorando a mares, aferrándose con dureza a sus piernas mientras apoyaba su cabeza descargando el llanto. El dolor que sentía en su pecho, era un puñal que se clavaba directo en su corazón. El daño que le causaron sus padres nunca se los podría perdonar, la habían obligado a casarse con alguien a quien no amaba, aparte de que la violaba y maltrataba cada noche. La joven lloraba con fuerza porque ese daño no se acabaría jamás, estaba destinada al maltrato y ser humillada por su marido. Estaba tan inmersa en su pena que no había notado la presencia de su nana, la miraba desde hace algunos segundos con sufrimiento. Dorothea veía a su niña y las lágrimas de la mujer salieron involuntariamente por ver a Verónica completamente rota, provocando que el corazón de la anciana se encogiera cada día. Todos los días, la cuidaba y curaba sus heridas, pero no era suficiente al daño psicológico y físico que Don Antonio causaba y eso le daba impotencia a Dorothea, porque no podía hacer nada para rescatar a la joven de ese martirio. La mujer tomo aire y se acercó suavemente a la chica para hacer lo que siempre realizaba después de esas terribles noches desde que se casó. Abrazo a la joven contra su pecho y esta le correspondió rápidamente, al sentir el calor maternal de su nana lloró más fuerte. Dorothea la mesia en sus brazos mientras intentaba aguantar que sus propias lágrimas fluyeran con más rapidez por su niña. - Otra vez nana – hablo Verónica llorando – quiero morirme – mientras permanecía en los brazos de su nana - Lo sé, mi niña – hablo la mujer meciéndola – sé que cada día es un martirio para ti, pero buscaremos una solución – mientras acariciaba la mejilla de la joven – te lo juro con mi vida La joven asintió para que Dorothea la siguiera consolando, pero de algo estaba segura la mujer que haría lo imposible, para que Verónica no siguiera ese calvario que vivía en esa mansión. Verónica Lloraba en los brazos de mi nana, recordando como Antonio me había violado. El día que él me arrebató mi virginidad, se vino como flash a mi cabeza. Flashback La luna de miel había llegado al fin, iba en el carruaje camino a mi futuro hogar con mi esposo y mis nervios estaban a flor de piel. Realmente mi madre me había explicado poco de lo que sucedería en ella y mi miedo estaba a mil por horas, porque no tenía a mi nana conmigo para consolarme. Mire disimuladamente a mi esposo y este se encontraba serio, viendo el camino a la mansión por la pequeña ventanilla. Suspiré para mirar el trayecto cuando de repente, una mano se posó en mi pierna para luego dirigir mi mirada a mi esposo, el cual me veía pervertido. - Estoy ansioso de llegar y encerrarnos en nuestro cuarto, para consumar nuestro matrimonio – hablo mientras mordía el lóbulo de mi oreja Aguanté las arcadas que me producía la cercanía de Antonio, este hombre podría ser mi padre y me repugnaba que me digiera esas cosas atrevidas. Antonio se sentó a mi lado y metió la mano por debajo de mi vestido, subiéndola por mi pierna desnuda camino a mi ropa interior y yo cerraba los ojos, aguantando no llorar por lo que hacía. - Eres una tentación… – dijo Antonio en mi oído para después besar mi cuello – y eres solo mía Apreté mi labio para aguantar el sollozo, que quería escapar de adentro mío. Antonio seguía tocándome y yo quería llorar, porque me sentía incómoda con lo que estaba haciendo. Cuando estaba a punto de desprender mi vestido para bajármelo, el cochero detuvo el carruaje y mi aire volvió a mi cuerpo, aunque no sé por cuanto tiempo. Antonio lanzó un suspiró frustrado y enojado, saco sus manos de mi cuerpo y golpeo el asiento para abrir la puerta enojado. Puse la mano en mi pecho y poder calmar mis nervios, mire la puerta y tome aire para bajar del carruaje. El cochero me ayudo a descender y mire la mansión delante mía. Realmente el lugar era hermoso, tenía un jardín espléndido y con muchas flores coloridas de todo tipo. Esa casa y el parque era un sueño, mis nervios aumentaron cuando sentí la mano en mi cintura de Antonio, que trasmitía deseo y perversión. - Lista para entrar a nuestro hogar, querida – dijo mirándome con lujuria Asentí nerviosa, sabía que ya no había vuelta atrás y no podía escapar de aquí. Caminamos dentro de la mansión y cuando entré, mi mirada realmente se sorprendió más al ver lo hermosa que era la mansión. No me dejo decir nada sobre la decoración porque me sostuvo de la cintura y me apretó a él, para llevarme al cuarto diciéndoles a los sirvientes que no nos molestaran. Subimos las escaleras, que estaban cubiertas por alfombras de color rojo y rayas negras, realmente preciosas y con estilo. Cuando llegamos a nuestros aposentos, este se colocó detrás mía y agarro mi cintura con fuerza para besar la parte de atrás de mi oreja y susurrarme en ella. - Al fin te poseeré como nunca antes lo han hecho – dijo Antonio besándome el cuello dejándolo con su saliva - No podemos esperar, aún quiero conocer la mansión – dije queriendo evitar el momento - Mmm, será en otro momento querida – dijo con deseo y saboreo mi cuello, mientras sus manos apretaban mi cintura - ahora quiero disfrutarte No sabía que pasaría en ese momento, pero anhelaba con todas mis fuerzas que no suceda. Me negaba a sentir sus sucias manos, sobre mí cuerpo y a que me tocara. Apreté mis labios evitando largar un sollozo que guardaba, desde que entre en aquella iglesia y acepté casarme con ese hombre. Este me apretó a él, para sentir su parte íntima y lamió mi cuello que me produjo náuseas. Lo que sentí después, fue la tortura más grande de mi existencia y de mi vida. Este rompió mi vestido de bodas en mil pedazos, que intenté taparme con mis manos y lo poco de vestido que había dejado para poder razonar con él, pero él no escuchaba nada de lo que yo decía. - Por favor, Antonio tranquilízate – dije con miedo e intentando huir de el – déjame ir, por favor - No te dejare ir, porque tú me perteneces y ahora cumplirás con tu deber de esposa – dijo gritándome y queriéndome agarrar – ven aquí, maldita Escapaba de él por qué no quería que me tocara, cuando fui a agarrar el pomo de la puerta y salir de allí, forcejeé la manija y esta no se abría por nada del mundo. Lloraba y gritaba desesperada por salir de allí. - ¡AYUDA! POR FAVOR – dije gritando y golpeando la puerta con fuerza, para que al menos mi nana viniera en mi pedido de auxilio Antes de decir algo más, sentí un jalón de pelo y ser arrastrada por Antonio hacia la cama, este me tiro en esta mientras lloraba e intentaba defenderme de él y sus intentos de tocarme. - Suéltame – dije llorando mientras este sostenía mis brazos con rudeza - Jamás y escúchame bien – dijo lamiendo mi cara – eres mía y cumplirás tu deber de esposa Yo seguía negándome y gritando para que me soltara cuando de repente, recibí una fuerte cachetada en mi mejilla de parte de Antonio. - Te callas o te ira peor – dijo mirándome enojado – tú no te vas de esta habitación, hasta que cumplas tu deber - Por favor, déjame – dije llorando – haré lo que quieras, pero no hoy por favor - Mírame, querida porque lo diré una vez – dijo Antonio sosteniendo mi rostro con brusquedad, haciendo que lo mire a los ojos con miedo – tu eres mi esposa y harás lo que yo diga – apretando mi cara - si quiero ahora consumar nuestro matrimonio, lo haremos en este mismo momento y no cuando tú quieras Antonio término de decir esas palabras y sin esperar mi respuesta, siguió besándome y tocando mi cuerpo. Lloraba al sentir sus sucias manos, recorrer mi piel desnuda. Quería vomitar por la repulsión que ese hombre me producía en estos momentos, me rozaba su parte abultada con la mía y quería huir de allí. - Dios, que hermosa eres – dijo excitado en mi oído mientras su mano subía por mi pierna, camino a mi parte intima - Por favor, Antonio – dije llorando, queriendo detener su mano – no mas Antonio detuvo su mano y pensé que me había entendido, pero no fue así. Me dio vuelta en la cama, dándole la espalda y ató mis manos fuertemente con su corbata. - Ahora sabrás lo que es placer. querida esposa – dijo sonriéndome con perversidad en sus ojos Mi mirada se convirtió en terror cuando se subió encima mío y subió lo poco que había dejado de vestido, empecé a moverme para querer soltarme del agarre, pero este me pegó en la costilla haciéndome gemir de dolor. - Quédate quieta, si no quieres que sea peor – dijo Antonio serio Me quejé de dolor por el golpe, llorando sin poder hacer nada para evitar mi sufrimiento. Este se acostó encima de mi espalda, mientras tocaba todo mi cuerpo. Mas lágrimas de mis ojos salían sin cesar, quería que acabara ese horrible momento, pero nadie escuchaba mis plegarias. - Ahora al fin serás mujer – dijo excitado y yo lloraba - mi mujer Cuando finalizo esas palabras, un fuerte dolor en mi parte intima hizo que gritara de dolor al sentir a Antonio dentro mío. - Sal, por favor - dije llorando - me estas lastimando - pero Antonio hizo oídos sordos y se dedicó a poseerme con locura. Lloraba y gritaba que saliera de mí porque realmente estaba dañando mi parte íntima, pero el solo me golpeó para callarme y seguir poseyéndome como un animal. Sollozaba sin cesar mientras sentía a ese monstruo penetrarme salvajemente. Antonio le importaba muy poco el daño que me había hecho, lloraba para que ese momento terminara rápido y creo que al fin escuchó mis plegarias, porque sentí que Antonio se derramaba dentro de mi parte íntima y caía encima mío cansado. - Woah me has hecho cansarme, querida esposa – dijo besando mi cuello y soltar mis manos – ahora puedes ir a dar una vuelta mientras descanso Me levanté como pude, agarrando mi vestido desgarrado y tocando mis manos lastimadas por el forcejeo. Sali de la habitación, dejando a ese monstruo dormir plácidamente. Iba por los pasillos de la mansión como si no estuviera viva, mi cuerpo dolía terriblemente y además que me ardía terriblemente mi parte íntima. Caminé en shock aun con la ropa desgarrada y pequeños moretones en mi cuerpo, hasta que la presencia de mi nana y la otra sirvienta vieron mi estado y mi vestuario. Ambas se acercaron rápidamente a mí y cuando mi nana me abrazó a ella, fue que largue un llanto desgarrador de adentro mío, por todo lo ocurrido en esa habitación. Luego me llevo a su habitación para atenderme, mientras que yo sentía muchas emociones pasar por mi cuerpo, uno de ellos era el malestar por lo que me hizo mi esposo. Fin del Flashback Ese día Dorothea me curó el desgarro que él me había producido y me dio unas yerbas que evitaban que me embarazara, pero ese día también volvió a tomarme con fuerza y volví a sangrar, tuvimos que llamar al médico para que me viera por qué sangraba mucho. El doctor Sullivan le explicó a Antonio, que debía suspender las relaciones un par de días para sanar mi parte íntima. Y así fue, pero cuando sane otra vez, mi sufrimiento comenzó y me dolía cada vez que me tomaba como un animal. Nunca vio el daño que me hacía menos cuando intenté huir de aquí y casi me mató a golpes cuando se enteró, ese día preferiría a ver muerto que vivir todo este sufrimiento a su lado. Fin de Verónica
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