—Amo número uno, puedes venir a elegir a tu sumisa —pronunció Suzette con euforia. Izan se puso de pie frente a las miradas de los demás hombres que lo veían con envidia por tener el privilegio de ser quien escogiera primero. Caminó con seguridad en dirección hacia Amelie. Se puso de pie frente a ella bajando la mirada para verla a los ojos, sintió sus pupilas dilatadas y su corazón acelerarse al estar tan cerca de ella. Amelie lo veía con intriga. —Elijo a ella… —pronunció en voz alta. El hombre era un imán para la chica, Amelie no podía dejar de verlo a los ojos. Su pecho se llenó de oxígeno. Ese hombre tenía la mirada igual a Izan, de pronto una sonrisita nerviosa quiso reflejarse en su rostro. ”¿Será él?” pensó. Tenía que ser, era el único hombre que podia salvarla de aquel infiern

