Amelie quería huir y no saber nada de nadie, sentía un dolor agudo en su pecho, era dolor del corazón de ese que no se sana con ningún medicamento y que te hace sentir la persona más rota y desdichada del mundo. Amelie entró a su casa corriendo escaleras arriba hacía su habitación, esas cuatro paredes que siempre fueron su coraza para llorar cuando estuvo más triste, cerró la puerta con llave. Llevaba con ella una bolsa de plástico que dejo caer al suelo a lado de su cama. Ella se arrodilló frente aquella bolsa que contenía una gran cantidad de chocolates de varias marcas, estaba triste, sus labios temblaban, miraba fijamente aquellos dulces, había prometido jamás volver a ser presa de las golosinas, pero esto que paso la superaba, necesitaba algo que la hiciera sentir mejor y no conocía o

