Amelie e Izan subieron las escaleras tomados de la mano, corriendo, como si fueran infantes de nuevo, llegaron al tercer piso que era donde estaban las habitaciones de dormir. Ni si quiera se detuvieron a escoger alguna alcoba linda, entraron en la primera que vieron. Ambos observaron la habitación. Las paredes eran color perla con detalles de moldura en las esquinas de las paredes que la hacía ver muy clásica, la cama matrimonial contaba con dosel y cortinas de seda blanca, así como la sobrecama con muchos cojines de todos los tamaños, en los laterales pequeños buró con lámparas de dormir estilo clásicas. Había una chimenea enorme a un costado de la cama en la pared lateral, frente a ella un juego de mesita de té con dos sillas muy elegante. Frente a la cama un tocador decorado con acceso

