Capitulo 11

3274 Palabras
Comenzaba a rayar el alba por la ventana de Adam, quien estirando sus brazos por encima de su cabeza tocando la pared se desperezaba, sus ojos adormilados intentaban acostumbrarse a la luz nuevamente, destellos en forma de orbes era todo lo que sus pupilas podían percibir. Cerraba los ojos por un momento y luego los abría para aclarar la vista. Lanzó un enorme bostezo al aire y se colocó a la orilla de su cama sentado con los pies tocando el frío suelo. Un sabor amargo le invadía la boca, puso sus pies sobre sus sandalias y se dirigió hacia el baño, cogió el cepillo de dientes y empezó con su rutinario aseo bucal. Se paró frente al espejo y empezó a estirarse las arrugas de la frente con los dedos de ambas manos, miraba su rostro demacrado y las bolsas debajo de los ojos, tocaba su cara y estiraba las demás arrugas imaginando que así se vería si su rostro no reflejara su salud mental. Limpió su humeda nariz con la manga de su pijama y se dispuso a sacar la ropa que llevaría ese día al colegio. Después de vestirse y lavarse el rostro se dirigió a la cocina. Salió de su dormitorio con la mochila sobre sus hombros y pasó al lado de la habitación de su hermano, puso la oreja sobre la madera de la puerta para captar algún ruido, un indicio de que su hermano no se había fugado, más el rotundo silencio rompió por completo la esperanza en él. Se dirigió entonces con la mirada perdida hacia la cocina, bajando las escaleras un pie tras otro, un escalón tras otro escalón hasta llegar al piso principal. El apetecible aroma de pan tostado le llegó hasta las narices así que se apresuró a llegar a la cocina donde seguramente su padre ya estaría desayunando y su madre preparando el desayuno para los demás. Un par de waffles salían recién preparados y Margaret los llevaba hacia la mesa dispuesta a llamar a Adam para que bajase pero al darse la vuelta vio a su hijo entrar a la cocina. Su madre lo recibió con una enorme sonrisa. —¿Tu hermano ya se levantó?— Adam se encogió de hombros y se dirigió a tomar su lugar en la mesa. Saludó a su padre y se dispuso a comer. Margaret llegaba a la cocina y ponía un par de waffles sobre el platillo de Alek y volvió a la mesa nuevamente a llevar el desayuno. —¡Adam, ya está el desayuno!— Gritó mirando hacia arriba, como si con eso su hijo mayor pudiese escucharla con más fuerza. —¡Ya estoy aquí!— Río Adam. Margaret soltó una leve risa. —Ya no sé ni el nombre de mis hijos— Bromeó. —¡Alek, tu desayuno ya está listo!— Volvió a llamar a la mesa. —¡Voy por él!— Agregó. —¡Mujer! ¡Ya siéntate! Ya bajará él— Le retuvo Richard. Margaret tomó su lugar al lado de Richard y comenzaron a tomar el desayuno. Adam sabía lo que estaba ocurriendo y no se decidía a hablar al respecto, tan solo se limitaba a estar callado y a contemplar su alimento como si fuese algo entretenido. Pasados varios minutos Richard levantó la mirada hacia arriba. —¡Donde estará este muchacho!— Refunfuñó. Alek entraba por la cocina con prisa dispuesto a tomar su lugar. —¡Perdón! Se me hizo tarde—. Mencionó secando sus manos en su playera. Adam lo miraba extrañado y este le hizo una seña con la mirada causándole intimidación. Richard se apresuró en terminar su alimento pues estaba algo atrasado, se despidió de un beso de su mujer y cogió el traje que había detrás de él en el respaldo de la silla y se lo puso, cogió las llaves de la barra de la cocina y salió del lugar. Margaret por su parte se ponía de pie y se dispuso a llevar el plato sucio al lavadero. —¿Qué pasó?— Le susurró Adam a su hermano quien le respondió con un rotundo "¡Nada!". Había llegado la hora de entrar a clases y se encontraba ya en su pupitre centrando su mirada en un resumen sobre la explicación de una ecuación que el profesor plasmaba en la pizarra enfrente del salón, echó una mirada con el rabillo del ojo al rededor sin ser visto por su docente que se mantenía de espaldas. La chica al lado suyo un asiento más adelante se enrollaba un tirón de cabello en el bolígrafo sin prestar siquiera atención al profesor quien se esmeraba en enseñar a los jóvenes, el muchacho de la tercera fila en el primer banco utilizaba su teléfono móvil por debajo del pupitre. Un chistido al lado suyo irrumpió en aquel momento pero Adam hizo caso omiso a ello. "Pss pss" se escuchó nuevamente. Adam lanzó una mirada hacia donde provenía aquel sonido, Bram a su lado lo miraba sin parpadear pero Adam tornó su mirada nuevamente al profesor para luego mirar a su izquierda, un joven de complexión robusta y expresión ruda le hizo una seña con la cabeza, pareciese que le molestaba que Adam dirigiese la mirada hacia él, éste giro la cabeza mirando de nuevo hacia el frente. —¡Adam! ¡Adam!— Se escuchaba la voz de Bram en un susurro apenas perceptible. Adam no retiraba la vista de la pizarra y comenzaba a copiar en su cuaderno lo que él profesor anotaba. «La ecuación de Schrodinger nos permite predecir el comportamiento de las partículas, por ejemplo: para calcular una partícula en una determinada posición o con una energía determinada» Escribía a la vez que el maestro explicaba aquello. El constante vértigo que aquejaba al joven habíase vuelto parte de su vida, parecía haberse acostumbrado a esa sensación de desapego emocional. Al llegar a la hora de recreo se levantó sin siquiera dirigir una mirada a Bram quien le llamaba por su nombre, pasó al lado suyo creyendo que estaba dispuesto a devolver el saludo pero éste pasó de largo y salió del salón detrás de dos muchachas que siempre andaban juntas dejando al joven con una sonrisa que pasó ignorada. Empezó a caminar en el pasillo entre la multitud, cada rostro le resultaba ajeno y a la vez tan monótono que sentía ser parte de una r**a diferente: cada uno de los muchachos presumiendo rutinas del gimnasio, sus biceps o sus musculaturas a través de la ropa que le era más vistosa para apreciar dichos atributos. Las muchachas, todas maquilladas, con rubor en las mejillas, labios extremadamente rosados, rojizos o con brillantinas haciendo alarde de su belleza, su figura y su porte, hablando y conversando sobre cosas vanas. Todo esto le parecía tan superficial y superfluo que sentía que su peculiaridad solo podría percibirse como rareza, los temas de conversación le parecían tan simples y carentes de sentido que le parecía ridícula la idea de que para los demás, él desde sus perspectivas fuera el chico raro de la clase. Adam hacía un esfuerzo enorme por que eso no le impusiera ningún problema, más no obstante, significaba un gran obstáculo para el joven, tanto para socializar como para poder ser el mismo sin ser juzgado, su perspicacia se había agudizado con el transcurso de los años debido a su constante instinto de alerta, cada gesto, cada variación en el sonido de alguna voz, cada ademán, nada de esto pasaba desapercibido por el joven quien tan solo con ver el semblante de una persona podía hurgar y discernir en lo más profundo de su sentír, quizás su miedo al constante rechazo lo llevase a sobrepensar las cosas y a saborearse así mismo. Bram corría detrás suyo abriéndose paso entre la gente tras empujones y miradas de reproche. —¡Adam! ¡Adam!— Mencionaba entre jadeos Adam apresuró el paso pero una mano en el hombro lo detuvo. El joven volteó inmediatamente y se encontró con unos ojos azules y un rostro enrojecido con una respiración agitada enfrente suyo, su aliento le llegaba tibio a la cara. —¿Por qué no me esperaste?— Mencionó en un jadeo. Adam arqueó los labios. —¡No te había visto!— Pronunció volteando la mirada hacia un par de jovencitas que caminaban de frente tras las espaldas de Bram pasando al lado suyo. Ambos prosiguieron el camino. —¿Cómo estás, hermano?— Mencionó apoyando su brazo por encima del hombro de Adam quien no pudo evitar sentir una especie de inconformidad. —Bien, supongo. Algo de vertigo como siempre— —Creí que ya no querrías volver a hablarme después de lo de la otra tarde— El silencio de Adam pudo interpretarse como la más fría indiferencia hacia el joven pero Bram no solía procrastinar ante ninguna circunstancia. —En fin... Quiero pedirte disculpas por todo lo ocurrido aquella noche, creo que haber invitado a Cole, Bastian y Levy no fue lo que yo esperaba. Perdoname, amigo. No quería que pasaras un mal momento, no pensé que mis amigos se fueran a comportar de esa manera.— Adam puso sus manos dentro de los bolsillos. —¿Te disculpas por lo que ellos hicieron? Quiero decir... Sí, me sentí incómodo. Digo, no le puedo agradar a todo el mismo, quizás mi actitud tampoco fue la correcta. Así que no hay nada que disculpar— —Insisto, hermano. Me sentí mal por eso, no supe que hacer y solamente te dejé ir solo por la carretera— —No importa, fuera de eso fue una gran tarde, hacía mucho tiempo que no me divertía así— —Me alegra saber eso, me siento tan avergonzado— —¡Olvidalo!— Concluyó con una risa. —¿Almorzamos juntos?— Sugirió Bram. Adam asintió separándose del joven. Al llegar a la cafetería, entraron a la enorme sala ya abarrotada de estudiantes, dirigiéronse juntos hasta la cocina detrás de la barra donde les brindaban los alimentos, la mujer que atendía el lugar puso un par de charolas de aluminio sobre el mostrador y empezó a servir los alimentos, dos emparedados de jamón, lechuga y aderezo y un vaso con avena y leche. Adam le sonreía a su amigo quien hablaba sin parar pero el bullicio de aquellos jóvenes no permitía escuchar con claridad. —Vamos a nuestros lugares— Sugirió Bram que le siguiese. Adam le seguía pasando entre los espacios de aquellas mesas donde ya estaban algunos jóvenes tomando el almuerzo. Dos mesas más adelante por dónde caminaba Bram delante de Adam estaban sentados en una sola mesa un grupo de tres jóvenes: Cole, Levy y Bastian, éste último le hacía señas al joven para que tomase asiento junto a ellos. Adam se negaba a sentarse con aquellos rufianes, un pensamiento de auto sabotaje se hizo presente aumentando su ritmo cardíaco. —Vamos a compartir lugar con unos amigos— Aclaraba Bram, Adam tragó saliva, le resultaba más espesa de lo normal. Estaban tan solo a unos pasos de aquella mesa donde los rufianes tomaban sus alimentos pero algo que Adam no esperaba se suscitó, el joven siguió caminando hacia en frente sin siquiera resignarse a saludar a sus amigos quienes extrañados por su actitud comenzaron a hacerle reproches a los cuales Bram no se inmutó en lo más mínimo. Dos mesas más adelante un pequeño grupo de amigos sonreían enormemente. —¿Quienes son?— Preguntaba Adam detrás de él. —Un par de amigos, no te preocupes, son buenos chicos— Respondió el joven antes de saludar a aquellos dos muchachos que esperaban a que llegasen. —¡Hola chicos!— saludó con un tono afable. —Creíamos que no vendrían— Respondió uno de los muchachos corriéndose un asiento hacia la derecha dejando el espacio libre para Bram y para Adam y quedando al lado del otro joven. —Leon, Larry, éste es Adam. Adam, éstos son Larry y Leon, mis grandes amigos— Les presentaba colocando la charola de comida sobre la mesa al igual que Adam al lado suyo. —Encantado Adam, mencionó Leo poniéndose de pie y estirando la mano por encima de la mesa para saludar al tímido Adam quien le estrechó la mano cordialmente. —Larry y yo somos viejos amigos de Bram— Agregó —En realidad somos amigos desde hace tres días— Río Larry poniéndose de pie igualmente para saludar a Adam y luego volvieron a sus asientos. Una sonrisa en el rostro de Adam dejaba entre ver su timidez, agachaba la mirada a mirar su emparedado y su sándwich, lo cogió con sus manos y le dió un mordisco al ver que los demás jóvenes se atragantaban. Larry balbuceó algo. Adam abrió sus ojos sin entender soltando un "¿Mmm?" Cómo respuesta. —Que si tu emparedado está bueno— Aclaró con la comida masticada aún en su boca. —Está bueno— Aclaró Adam después del primer bocado. —Deberias de probar la avena, está deliciosa— Sugirió Leo haciendo una señal con su mano juntando sus dedos pulgar el índice y los demás dedos extendidos. Adam cogió la cuchara y la sumergió dentro del vaso de avena para luego llevarse una cucharada a la boca. Una ligera arcada sorprendió a los jóvenes quienes empezaron a reír, Adam pasó la avena por su garganta intentando no tomarle sabor. —¿Que pasa?— Mencionaba sonriente Bram sin comprender. —Esta avena está asquerosa, está fría y desabrida.— Aclaraba Larry. Bram pasó su bocado y sumergió la cuchara dentro del vaso con avena, sacó la cuchara y dejó caer el contenido para ver su textura, encontrándose con una especie de líquido blanco semitransparente en lugar de leche, sumergió la cuchara una vez más y hurgó hasta el fondo por el contenido espero pero solo sacó una especie de avena grumosa que llevó a su boca, aquella textura era desagradable dentro de la boca y sin poder ingerirla la colocó nuevamente poniendo el vaso de avena en su boca y soltando el grumoso alimento. —¡Eres asqueroso!— Río León. —No más asqueroso que esta avena— Mencionó Adam mientras los tres muchachos le reían la gracia. Alek, el hermano de Adam pasaba por un lado acompañado de otro joven al cual Adam no conocía. Alek le lanzó una mirada en forma de saludo a su hermano y junto con su acompañante se sentaron con otro par de muchachos. —Ese chico es el nuevo novio de Amanda, se la robó a Gustav Visser— Bram carraspeó ante las palabras indiscretas de Larry. Adam mantenía la cabeza agachada dibujando una sonrisa que reprimía una enérgica risa. —¿Que pasa?— No entendía porque su amigo Bram le sugería cayarse con ese gesto a la vez que Leon mencionaba: —Hace unos días tuvieron una pelea fuera de la cancha de Soccer y le rompió la muñeca, por eso trae vendada la mano.— Pero dichas palabras parecían no haber surtido ningún efecto en ninguno de los tres jóvenes. Más, no obstante, Adam no pudo contener más la risa dejando escapar una leve risotada. Los dos jóvenes enfrente suyo lo miraban con intriga. —¿Que pasa?— Mencionó confundido Leon. Bram meneaba la cabeza. —Se llama Alek, es mi hermano— Respondió Adam comenzando a reír. Aquellos jóvenes se sintieron avergonzados y ese sentimiento se puso ver reflejado en sus rostros pálidos. Una risa nerviosa salió de los labios de Larry quien avergonzado se disculpó con Adam. —Tranquilo, no pasa nada— Le consoló El celular de Adam timbró varias veces. —¿La novia?— Preguntó Leon llevando a su boca el último bocado. Adam negó con la cabeza. —Hola Adam, soy Luke el hijo del hermano Yani. Más tarde vamos a tener reunión de jóvenes. ¿Quieres asistir?— Decía en un mensaje que el joven leyó al sacar su teléfono móvil, presionó el campo en blanco para escribir y escribió un "no" solitario más no lo envió sino que apagó la pantalla y guardó el celular nuevamente en su bolsillo mientras miraba a su alrededor intentando encontrar a aquel muchacho entre las decenas de personas que se encontraban allí. Los jóvenes conversaban sobre temas absurdos que a Adam me parecían divertidos, la mala experiencia con Cole,Bastian y Levy habían bajado mucho sus espectativas sobre lo que podría ser el convivir con otros jóvenes . El vaso de avena de Larry estaba en la orilla de la mesa, la conversación se había extendido y provocaba risas desmedidas, los exagerados ademanes del joven provocaron que su codo golpeara aquel vaso de avena provocando que cayera al suelo, una especie de pasta grumosa y pegajosa cayó al duro piso al lado de la banca de Larry y Leon. Los jóvenes de la mesa de al lado miraban aquél pequeño accidente. Leon, convencido de que nadie lo miraba cogió el vaso ya sin contenido del suelo y lo puso sobre la mesa, pasó su pie cerca de aquella pasta y la empujó hacia adentro ocultándola detrás de la mesa con su zapato que quedó un poco manchado de un color blancuzco con hojuelas de aquel cereal. —Creo que ya no podré comerme mi avena— Bromeó. Adam apartó si vaso con avena y la deslizó por la superficie plástica de la mesa hacia dónde estaba Leon. —No te preocupes, te ofrezco la mía— Sonrió. Bram tomó su vaso e imitó el acto de su amigo y así mismo lo hizo Larry. —¡Que desgraciados!— Soltó Leon. Los muchachos empezaron a reír simultáneamente Larry reía escandalosamente mientras Bram y Adam contenían la risa, la mirada de Leon estaba centrada en un punto en específico hacia las espaldas de Bram quien notaba la insistente mirada fijada en un punto en blanco hasta que Bram le echó una mirada indicándole que voltease así que Bram giró la cabeza y después Adam. Dos mesas antes de la de ellos se encontraban Levy, Cole y Bastian mirando fijamente hacia la dirección donde estaba el pequeño grupo de amigos, aquella mirada fija e inexpresiva parecía reprochar algo en contra de Bram quien dibujando una sonrisa torcida parecía no inmutarse ante la molestia de su anterior grupo de amigos. —¿Seguro que no quieres ir con tus amigos?— Mencionó Adam mirando a Bram. —Ya estoy con mis amigos— Pronunció en una tierna sonrisa que Adam pudo percibir como la muestra de afecto más sublime proviniendo de alguien sin ningún parentesco con él. Sonrojóse e intentó no mostrar su rubor dando el último bocado a su sandwich antes de terminar el horario de receso. —¿Todo bien?— Agregó Bram al notar una actitud que le resultaba extraña. —¡Todo bien!— Aclaró sonriente. Larry y Leon se volvieron cómplices de una lucha de miradas, Leon hizo un gesto de dolor a la vez que lanzó un golpe con su codo a su brazo izquierdo, mismo que estaba cerca del suyo. Golpeteos constantes de sus pies se tornaron una lucha infantil y dolorosa la cual a Adam le parecía una actitud aniñada y divertida a la vez, no pudo evitar soltar una risa repentina cuando uno de ellos al sentir el dolor del golpe del zapato de su contrincante logró mover la mesa cuál si fuera un temblor sembrando hasta el más mínimo cimiento. Bram apartó su plato hacia el centro mientras reía mirando a sus amigos.
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