5

2791 Palabras
Cuando las mujeres quedaron solas, María sintió la necesidad de hablar con Candy, estaba segura de que no se había dado cuenta que estaba en cinta. — Candy, ven mi niña, hablemos un poco, debo decirte algo. — De que quiere hablar María, ¿acaso hice algo mal? — No criatura de Dios, tu no podrías hacer nada mal, pero me gustaría saber, ¿hace cuánto te sientes mal? — Mmm hace unos días, cuando me despierto las cosas me dan vuelta luego se me pasa, y cuando como, me da muchas ganas de vomitar, pero casi siempre se me pasa, solo que hoy después del helado no fue así, debe ser que no estoy acostumbrada a comer tantas cosas deliciosas, mira, hasta mi estómago ha crecido. — La ingenua Candy levantó su remera y dejó ver el pequeño, pero notable bulto que crecía en ella. María ya no tuvo dudas, aun así, siguió preguntando. — Pequeña, ¿hace cuánto que no tienes tú periodo? La joven bajo la cabeza, y contesto apenada, le costaba hablar de esas cosas, ella era sumamente vergonzosa, más porque su padre la humillaba por ese tema, todavía recordaba como la enfermera que la atendió ese día se había burlado de ella, diciéndole que como era posible que creyera que se lastimó, cuando en realidad era su periodo. — Desde esa noche que él me hizo sangrar tanto, creo que ya no quedo sangre en mi para el periodo, aún me duele si me siento muy rápido o si no tengo cuidado. — Ese animal, no me puedo imaginar cuánto dolor te causó y las heridas que te hizo, pero eso no tiene nada que ver, ya lo estudiaremos más adelante, creo que debo llevarte al hospital, será lo mejor. — No, no por favor, María, no me gustan los hospitales, me trae feos recuerdos, ¿y si Ben está trabajando como enfermero nuevamente? Te prometo que no comeré más cosas dulces, y también te ayudaré en los mandados, no sé leer, pero tengo buena memoria y... — Tranquila niña, jamás te obligare a hacer algo que no quieras, y estoy segura de que ese maldito de Ben debe estar muy lejos, pero… Creo que estás embarazada. “¡Embarazada! ¿Un bebé crece en mí? ¿Pero cómo?” La cara de asombro de Candy era única, María jamás la había visto así, luego que una risita nerviosa salió de su boca habló. — No puede ser, yo no estoy casada y lo sabes, es imposible que este embarazada. — Candy, para que quedes embarazada no es necesario estar casada, solo debes dormir con un hombre en la misma cama. — Ahora Candy la miraba con la clara confusión grabada en su cara. — Eso no tiene sentido, papá dijo que los bebés llegan cuando las personas se casan y... — La chica bajo la cabeza y cualquier rastro de alegría desapareció, ahora sus ojos estaban cubiertos por un manto de tristeza. — ¿Y qué? Puedes hablar conmigo y lo sabes. — Que los bebés buenos no matan a sus madres como lo hice yo. Las lágrimas salían, quemaban en su rostro, ese dolor que siempre la acompañaba sin importar que tan buena fuera María o Charly, Candy sentía ese dolor de no ser querida por su padre cada noche. — Mira, tú padre es un patán, las cosas a veces pasan, los partos se complican y lamentablemente la madre o el bebé mueren. Debes sacarte eso de la cabeza, tú no eres responsable de lo que pasó con tu mamá. — Entonces, ¿fue un accidente? ¿Realmente es así? — Claro que sí corazón, estoy segura de que tu madre te amo y cuido durante todo su embarazo, solo que a veces las cosas solo pasan. Ahora, deberíamos ir al hospital para ver si mis sospechas son ciertas y estas embarazada. Candy comenzó a pensar en las suposiciones de María. “Mi bebé, solo mío, alguien que, si me va a amar, una persona a la que podré amar y cuidar.” La joven comenzó a acariciar su vientre sin darse cuenta, era su instinto materno saliendo a la luz, era su esperanza de poder tener un poco de felicidad en la vida. — Jamás dejaré que lo lastimen, jamás dejaré que le hagan lo que me hicieron a mí. Voy a cuidar a mi bebé. — Muy bien mi niña, pero para cuidarlo debemos ir al médico, para que vea que todo está bien, y que cuidados debes tener. Candy comenzó a llenar de preguntas a María, y esta reía sin parar, el rostro de la joven había adquirido un brillo único, ella ya deseaba tener a su bebé en sus brazos. Hasta que la puerta sonó. — Iré yo María, descuida. — Candy no podía estar quieta de tanta alegría que sentía, no sabía qué hacer, daba saltitos de un lado a otro, pero cuando abrió la puerta retrocedió como si hubiera visto al mismo diablo, y es que así era. — ¡Ben! — el grito de Candy alertó a María, pero poco pudo hacer, ya que él no perdió tiempo en hablar, tomo a la joven del cabello y la sacó a la calle. — Maldita perra, todos me buscan por tu culpa, ¡¿qué rayos hiciste?! Mientras gritaba la golpeaba, estaba furioso, ninguna de sus chicas podía trabajar, su cabeza tenía precio, Charly había ofrecido medio millón para dar con él, sabía que todo era por Candy, por eso la golpeaba sin piedad, buscando el mejor ángulo para patear su abdomen, él sabía cómo hacer para someterla, pero Candy no se lo iba a dejar tan fácil, ella cuidaría a su hija, porque ella sabía que sería una niña, Blanca de ojos color mar, como los que la miraron esa noche. Opto por tirarse al piso y se quedó en posición fetal, no importaba las patadas que Ben le diera a su cabeza, su espalda o brazos, ella no dejaría que alguien golpeara a su bebé, Candy antes entregaría su vida. Charly llegó en el mejor momento y cuando Ben lo vio, no hubo necesidad de decir nada, el cobarde salió huyendo del lugar, y es que por los rumores que corrían, Charly lo estaba buscando por incumplir con la regla más importante, y Ben se imaginaba cavando su propia tumba en algún lugar en el desierto. Cuando Charly fijo los ojos en la joven no podía creer lo que veía, ella se levantó por sí misma, aun cuando la sangre brotaba de su cabeza y la bañaba. Era una imagen completamente grotesca. — Dios, ¡ven aquí! — La tomo en brazos y la subió a su auto, mientras trataba de detener la sangre que salía de su cabeza. María tomó el lugar del conductor y se dirigió al hospital. Charly la veía tan indefensa, tan débil, si parecía una niña, apenas llegaría a medir un metro sesenta como mucho. Candy se sentía somnolienta, sabía que eso era a causa de los golpes, los recuerdos de su padre rompiendo su cabeza aparecían como destellos, la primera vez fue con un palo de la escoba, explicándole de esta forma como debía barrer cuando tenía 6 años, la segunda fue con un palo de amasar o rodillo como lo llaman en algunas partes, cuando ella tenía 8, de esta forma Candy aprendió a estirar la masa de las galletas, fueron tantas veces que su cabeza sangró que ya había perdido la cuenta. — No lo entiendo. — Dijo en un susurro. — ¿Qué cosa? — Mi padre, me ha golpeado peor y lo eh resistido mejor, pero ahora, me siento rara, todo se está poniendo n***o. — La sangre de Charly se congeló, y es que hasta ese momento no tuvo una verdadera noción del maltrato que ella había recibido. — Te llamas Candy, ¿verdad? Violeta no es tu verdadero nombre. — Charly no sonaba enojado, su voz era suave, quería distraerla, para que no cerrara los ojos. — No quise mentirte, solo que no quiero que mi padre me encuentre, por favor, no me delates Charly, no quiero que me golpeen, no quiero que maten a mi bebé, mi papá me matará y a mi hija conmigo. Y esa frase fue como si le colocaran un hierro caliente en el pecho al joven asistente, mientras la revisaban, una y otra vez, él pensaba que debía hacer, Amir o Candy, su jefe o esta joven que tanto había sufrido y de la que se enamoró, ¿a quién le debía lealtad? Luego de varias horas en urgencias el doctor confirmó lo que todos sabían, estaba embarazada de 15 semanas, pero también dijo otras cosas. — No sé qué tipo de vida ha llevado, pero no es la primera vez que su cabeza recibe suturas, si no fuera por su larga cabellera lo podrían ver, su cuero cabelludo parece un puzle, su embarazo estará bien mientras siga las indicaciones, esa chica... en los años que llevo como doctor, jamás había visto un cuerpo tan maltratado. Ustedes saben ¿quién es el padre del bebé? — No, ¿por qué doctor? Ella es una vecina de mi madre a la cual conocemos hace un año, hoy fuimos testigos de cómo la golpeó su exnovio, y no lo permitiremos nunca más, yo me encargaré de cuidar de ella y el bebé. — Charly habló con un fervor que su madre nunca había escuchado. — Ella asegura que el acto s****l fue consensuado, pero las laceraciones que presentan son compatibles con una violación, aún después de tanto tiempo se pueden apreciar, no sé cómo pudo soportar el dolor sin recibir asistencia médica, puedo decir sin ninguna duda que esa pobre chica no sabe lo que es vivir sin sentir dolor. Eso despejó todas las dudas de Charly, por fin entendió lo que desestabilizó a su jefe, y por qué buscaba a Candy desde esa noche en el hotel. A su mente vinieron los recuerdos de esa noche, cuando lo contactaron desde el hotel porque su jefe estaba fuera de control. — Todo salió mal, ¡todo se salió de control! ¡maldición! ¡debes encontrarla Charly! ¡debes traer a Candy ante mí! — Amir gritaba y rompía todo a su paso, el joven jamás lo había visto así, parecía un animal herido, estaba fuera de sí. — Encuéntrala, ¡¿entiendes?! ¡Es una orden! ¡la quiero ya! Debo hablar con ella, ¡debo arreglar todo! Bien, Charly por fin la había encontrado, por fin dio con la joven de ojos verdes que tanto desequilibró a su jefe, era hora de llamar a Amir, ¿verdad? Pero primero debía llevar a ambas mujeres de regreso a casa, el rostro de Candy no dejaba duda de que a ella no le gustaban los hospitales. — María, ¿es verdad lo que el médico dijo? ¿mi bebé está bien? — Si Candy, a él no le pasó nada, pero mira como quedo tu cuerpo, Dios niña, ¿cómo puedes estar hablando como si nada? — Esto no importa, lo pude proteger, eso es lo importante, yo que nunca puedo hacer nada bien, por fin pude lograr algo, protegí a mi bebé, viviré solo para ella, voy a estudiar mucho y a trabajar, ya lo verás María, mi niña no sufrirá nunca, yo siempre estaré con ella, jamás dejaré que llore, viviré y moriré solo por ella. Mientras conducía, Charly escuchaba a la joven, veía como su rostro brillaba, a pesar de los golpes, esto cambiaba todo, ella necesitaba a ese bebé más que Amir, su jefe podía tener otro hijo, con la mujer que él eligiera, pero Candy… ella solo tenía a ese bebé, nada más, decidió en ese momento mantener el secreto, él se juró cuidar y proteger a esa muchacha de mirada color Jade. El tiempo pasaba, y Charly cada vez estaba más contento con su vida, si bien Candy lo seguía mirando como un amigo, el joven se conformaba con eso, él no quería estropear la relación que mantenían, así se lo había recomendado su madre, la joven parecía un animalito, siempre temerosa de la gente extraña, le costaba salir, vivía siempre con miedo de todos, menos de él, quien aprovechaba cada oportunidad cuando salían de la casa para tomarla de la mano, o abrazarla, para enfundarle seguridad y él a cambio conseguía estar aún más cerca de ella. — ¿Lo viste Charly? Mi bebé está creciendo muy bien. 4 meses, ¡ya tiene 4 meses! — Lo vi Candy, pero también escuché lo que dijo el médico, tu cuerpo a sufrido mucho, tienes que cuidarte, tomar tus vitaminas y evitar las escaleras o cualquier tipo de esfuerzo, ya deja de limpiar mi casa por favor, sabes que no debes hacerlo. — No tienes nada de qué preocuparte, no me dejas hacer nada, ni siquiera me dejas lavar tú ropa. — Nada de eso, y más con lo que dijo el doctor, creo que será mejor si le pido a mi madre que se quede con nosotros, solo así me asegurare que no hagas nada. — No es necesario, estoy abusando demasiado de ustedes, un día se cansarán y me echarán, ¿que haré sin María...? ¿qué haría yo sin ti Charly? — el joven se derretía como un hielo al sol de pleno verano cada vez que ella decía su nombre con tanta dulzura, le estaba costando tanto no besarla y declararle el amor que le tenía. — Eso no sucederá jamás, yo nunca te alejaría de mi Candy, nunca, algún día sabrás cuánto significas para mí. La noche en la que Ben golpeó a Candy, Charly se la llevó con él a su casa, les dijo que eso era lo mejor, por si Ben volvía, no podría encontrarla, después de todo, nadie sabía que él y María eran madre e hijo, pero lo que más le preocupaba era que Dominic o algún otro diera con ella, después de todo, Amir la seguía buscando y no descansaría hasta dar con ella. También había descubierto con horror que Ben creía que Candy estaba embarazada, y eso era un gran problema, ya que sabía que el hombre no tardaría mucho en querer atraparla nuevamente ya sea para matar al bebé y así poder asegurarse de que nadie lo atacaría o peor aún, usar ese bebé para manejar a Candy y seguir explotando el cuerpo de la joven, por sus contactos descubrió que se gastó todo el dinero en casinos, mujeres y otros vicios, ahora estaba desesperado por conseguir dinero. Lo que le seguía preocupando era la situación de Amir, su carácter estaba fuera de control y el alcoholismo estaba a punto de entrar en su vida para siempre, no había momento del día que no estuviera bebiendo, su jefe parecía tener un sexto sentido, ya que se la pasaba diciendo que él estaba seguro de que Candy estaba esperando un hijo suyo. Pero aun sabiendo que todo se solucionaría con decir donde estaba Candy, no lo haría, él se había enamorado de esta joven tan inocente, tan hermosa, tan Candy, y no estaba dispuesto a que se la llevaran de su lado. — Sabes que tú nombre en castellano significa Dulce ¿verdad? — Mi hermano una vez me dijo que mi mamá cuando se enteró que sería una niña pasó mucho tiempo eligiendo mi nombre, y eligió Candy, Candy Ángel. — DULCE ANGEL, se nota que quería que tuvieras un nombre que sumado a tú apellido te describa ante todos, porque tú eres así, un dulce Ángel, para mí lo eres. — Charly quedó embelesado con la cara de Candy que tomo un color rojo, tan exquisito, que la hacía ver más hermosa aún. — Charly, siempre dices cosas tan lindas. Eres muy bueno. — Ella le sonrió y él miró a otro lado, ¿cómo podría explicarle que se había enamorado de ella? sin que pensara que la quería usar o aprovecharse de la cercanía que tenían. — Candy, ¿nunca pensaste en contactar a tu hermano? digo... yo puedo localizarlo por ti, ¿cómo se llama? — Él me abandonó, me mintió, ¿sabes Charly? Yo sé que soy muy tonta, pero estoy aprendiendo a no confiar en quien ya me falló una vez, no quiero saber de él, no ahora, quizás... Cuando mi corazón deje de doler. — Tu corazón duele, porque tienes mucha pena, pero no te preocupes, yo también te ayudaré a curarlo, lo prometo Candy. Charly se levantaba todos los días con un solo propósito, hacer sonreír a Candy, solo así valía la pena su día.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR