Olivia se acomodó en la butaca frente al escritorio de caoba de su hermano mayor, cruzando las piernas con un gesto contenido pero elegante. El despacho de Colton Blake imponía: estanterías repletas de expedientes encuadernados en cuero, cuadros minimalistas en las paredes y un ventanal que ofrecía una vista panorámica de la ciudad. Era el trono desde el que él manejaba no solo parte de la firma, sino también las dinámicas familiares con su habitual sobriedad. Colton, impecable en su traje gris oscuro, dejó a un lado unos papeles y clavó la mirada en ella, con el ceño apenas fruncido. —Bien, Olivia —dijo con esa calma imperturbable que siempre la exasperaba—. Me dijiste que tenías algo importante que contarme. ¿De qué mujer hablas? ¿Qué sucede con nuestro hermano? Olivia apretó los labi

