El sonido estridente del despertador rompió el silencio de la madrugada en el pequeño departamento de Emilia. El cuarto apenas iluminado por la tenue claridad que se colaba entre las cortinas revelaba un espacio modesto: una cama individual, un escritorio con montones de papeles y planos, y una cafetera que reposaba sobre una mesa junto a un par de tazas desportilladas. No tenía mucho, pues todo su dinero se iba en pagar las deudas estudiantiles que la carrera le había dejado y a pagar las cuentas. Pero sabía que con este nuevo empleo y esta oportunidad que se le estaba abriendo, su vida iba a mejorar, pues la paga en la firma de Blake & Asociados era muy buena. Emilia no podía esperar por tener ese primer cheque entre sus manos, pues los pocos ahorros que tenía para mantenerse de aquí al

