Lo primero que sintió Rubí al recuperar la consciencia, fue un horrible dolor punzante en su nuca que fácilmente eclipsaba cualquier otro que podría tener en su cuerpo, inclusive, la molestia que había tenido en su trasero. Quejándose, forzó a sus ojos a abrirse cuando percibió que no se encontraba en su cómoda cama descansando, ni con un fuerte cuerpo apresándolo y proporcionándole nada más que protección y seguridad. Enderezando su cabeza, parpadeó un par de veces intentando enfocar bien su vista, y entonces, contempló los asientos delanteros de un auto junto a un camino desconocido y desértico frente a él. Y como si de por sí eso ya no fuera lo suficientemente malo, al observar a sus costados, se encontró con dos hombres que ocupaban la mayoría del asiento trasero a cada costado de su

