Mi madre siempre ha dicho que meter las narices de más no es tan malo como parece porque a veces ese pequeño don te lleva al camino correcto, aunque otras tantas veces sólo te generan problemas.
En mi caso, fue siendo una niña entrometida como descubrí que la comunicación social es lo mío, nací para esto.
Empecé como una adolescente metiche que arruinaba las planificaciones del centro de estudiantes con investigaciones de sus gestiones anteriores y facturaciones, hice denuncias ante el congreso directivo y abrí varios procedimientos administrativos en su contra. Luego llegaron los reportajes, entrevistas con líderes estudiantiles y ahora estoy en Nueva York, a pocos meses de obtener lo que tanto he soñado.
Claro, no siempre fui una chica estudiosa y aplicada. A los quince años me desvié del camino correcto y todo empeoró cuando me gradué de la preparatoria, caí en una fosa profunda de fiestas, alcohol y drogas, me hice dependiente a la heroína, me gustaba mezclar los estupefacientes por el resultado avasallante y sensacional que causaban en mis sistema.
Mamá lloraba siempre que se veía atrapada entre mis mierdas, se preguntaba qué había hecho mal. Y realmente nunca hizo nada para ganarse mi castigo, yo era la rebelde sin causa.
Una maldición simplemente.
Luego papá me habló de la posibilidad de ser internada en rehabilitación. Por supuesto que me negué, pero cuando me vi destruída por completo y sin fuerza de voluntad, a poco de volverme nada, acepté. Estuve un año y medio recluida en Cuba, fue difícil luchar contra las crisis propias de la abstinencia, pelee a muerte contra la depresión y ansiedad, puse todas mis ganas para recuperarme, y lo hice más por mamá que por mí. Ella ha pasado por demasiado, y no merece tener una hija de mierda.
Después de eso ingresé a la universidad y mi pasado oscuro quedó atrás.
Ahora soy una nueva Jaden que recae de vez en vez pero sin pasarse de la raya.
Llego a casa de la abuela un poco más tarde de las seis, el día ha sido agotador y sé que no tardaré demasiado en caer rendida. Ya llevo cinco días asistiendo a la corporación Walker's, no he soltado la cámara ni un segundo, paso las horas laborales encerrada en la pequeña oficina que me asignaron editando videos y mejorando las imágenes que subo cada día a las r************* para mejorar el feed y mantener el rendimiento.
Quiero sobresalir en esto aunque no sea mi área central, y aunque le agradezco al primo Richard por haber conseguido esta oportunidad para mí no quiero quedarme con el empleo, sólo quiero cumplir al máximo con mis pasantías porque si voy a hacer algo o soy la mejor o no hago nada.
Luego me dedicaré a lo mío: periodismo informativo.
Guardo mi cámara en la gaveta de la mesa de noche. La habitación sigue llena de pertenencias de mamá y aunque casi no tengo espacio para mis cosas me gusta. Es amplia.
Podría bailar, hacer piruetas y no chocaría contra nada. Incluso con mi maleta tirada en el suelo.
Vuelvo a la planta baja para cenar con la abuela, ella estuvo toda la tarde preparando un estofado para sorprenderme.
«Tan hermosa»
Fantaseo un poco con la idea de terminar rápido mis asuntos en la compañía y así volver a mi vida en Seattle, sólo han pasado pocos días y ya extraño todo allá, a mi madre cotorreando todo el día sobre los platillos nuevos de su restaurante, a papá controlando cada paso que doy, a Tobías mironeando a los chicos de las revistas y luego ocultando sus babas.
A Stacy también, mi mejor amiga. A Tod y mi grupito de amigos locos, y las reuniones o fiestas después de una larga semana de exámenes en donde ninguno terminaba ebrio ni demasiado drogado como para matarse en el auto de camino a sus casas, pero sí lo suficiente como para armar algarabías y encuentros sexuales masivos.
—¿Qué tal te fue hoy? —La abuela termina de servir la comida en los platos.
Yo mientras tanto me encargo de llevar la jarra del jugo junto a los vasos hacia la mesa. Esta casa ya no es la misma desde que el abuelo Tobías murió, yo estaba muy pequeña pero recuerdo el ambiente cálido y divertido que había cuando él estaba vivo, ahora solo es un frío town House de aire sombrío con demasiados portarretratos.
—Bien, aburrido. —Me encojo de hombros. Vislumbro una medio sonrisa en su rostro antes de darle la espalda para llevar servilletas a la mesa— No hay chicos lindos, ni mujeres que quieran hacerme la vida de cuadritos, así que no hay chiste.
Ella se ríe.
—¿Para qué quieres chicos lindos?
—¡Para coquetear con ellos! Es divertido.
Dah.
—¿Y las mujeres envidiosas? —Pasa por mi lado colocando los platos sobre sus respectivos manteles— No seas masoquista, cielo.
Sonrío.
—No, es adrenalina. Y es divertido, abuela, sabes que sí.
Ambas nos sentamos a comer.
Necesito algo de emoción si voy a quedarme todas estas semanas aquí, soy demasiado hiperactiva. Un flirteo en la oficina me vendría bien, sentir los nervios de que alguien de la compañía descubra el romance o que alguna mujer estúpida me declare la guerra.
Me gusta el agite, la monotonía me estresa.
Paso todo el día encerrada en esa puta torre, con gente demasiado amable y hombres ñoños y feos. Todos son muy buenos compañeros, nadie me molesta, nadie me coquetea. Una completa mierda.
—Ya encontrarás algo divertido que hacer en la ciudad. —Me anima la abuela.
—Deberíamos salir juntas. —Se me ocurre, hoy mirando las r************* encontré un club que abrirá sus puertas el fin de semana por primera vez— Y tomarnos algunas cervezas sin alcohol, algo tranquilo de abuela y nieta. Hasta podríamos conseguirnos unos galanes.
Ella se ríe.
—Carlitos nos mataría si nos escuchara hablar de salir a beber algo con hombres.
¿Qué?
Me causa risa que ella siendo tan independiente se deje mandonear por mi tío. Que sae intenso con su mujer no significa que deba serlo con mi abuela.
—Eso a él no le incumbe, somos dos adultas. Al carajo con él.
Ambas nos reímos y el tema queda hasta ahí, es una manera delicada de decirme que no le gusta la idea, así que no insisto con ello. Tendré que conseguirme una amiga de travesuras para que salga conmigo a divertirnos.
—Me gustaría que mamá estuviese aquí. —comento.
Ella asiente nostálgica.
La abuela pasa demasiado tiempo sola aquí, rodeada de fotos y recuerdos que le bajan el ánimo. Con mamá sería otra historia, ambas juntas son divertidas.
—¿Cómo están las cosas entre Paúl y Cam?
Ni yo lo sé, es una historia de nunca acabar. Papá tiene una novia con la que al parecer va a casarse pero nunca abandona la casa, está muy al pendiente de mi madre. Y por otro lado, mamá ha estado saliendo con un Inglés que está de paso por la ciudad. Mis padres son mejores amigos, pasan horas y horas hablando. Se dan consejos de amor con otras personas y se aman ¿Loco no?
Pero no es mi problema, ellos son los adultos complicados.
Yo también soy adulta, pero soltera y sin hijos.
—Creo que papá sigue enamorado de ella. —Le cuento— O tal vez son cosas mías.
Ella carcajea, es una risa resignada con un ápice de burla.
—Paúl siempre supo que estarían condenados al fracaso. Nadar contra la corriente de un río sólo tiene un final: te ahogas.
No comprendo esa referencia pero tampoco pregunto. Lo único en lo que no me gusta meter las narices es en la relación de mis padres, si están juntos bien y si no me da igual.
Terminamos de cenar y después de ayudarla a recoger y limpiar los trastes vuelvo a mi habitación temporal. Se hacen las ocho de la noche y me parece de lo más deprimente que siendo jueves y estando en Nueva York me encuentre encerrada en una casa, aburrida.
Si estuviera en Seattle ya estaría terminando de alistarme para salir de cacería al club con mi grupito putístico.
Me meto a la cama de mal humor y me quedo dormida sin darme cuenta. Cuando despierto soy muy consciente de que ya formo parte de una rutina, así que me ducho, me visto y bajo a desayunar con la abuela, charlamos un poco antes de irme y finalmente tomo un taxi hasta la compañía más exitosa de bienes raíces en el país: Walker's.
Llevo una cara de puto espanto, mis ojeras resaltan en la pálida cara de muerta que me gasto, y ni hablar del cabello que parece no resistir la humedad del frío sin previo planchado. Me las arreglo de camino a la oficina peinando mis rebeldes greñas con las manos hasta que quedan donde deben estar y cubro mi cara de oso panda con corrector y base.
Hoy hace más frío de lo normal y si no me abrigo los suficiente pescaré un resfriado. Entro a mi pequeña oficina a las siete en punto de la mañana y enseguida que enciendo la computadora salgo por un té bien caliente al cuarto del café.
Saludo a algunos compañeros con una sonrisa amistosa cuando entro, siendo consciente de que llamo la atención de los presentes por ser la chica nueva, me aprieto contra la gabardina. Me desmayaré si baja aun más la temperatura.
La taza humeante de té me reconforta un poco, y llego a la conclusión de que definitivamente hoy hace más frío de lo normal. Conforme avanzan los minutos algunos comienzan a irse para iniciar con su jornada laboral, hasta que me quedo sola.
—Buenos días. —Me sobresalto al escuchar la voz de un sujeto pelirrojo que entra al pequeño lugar sorpresivamente vistiendo un caro traje, se da cuenta de mi sobresalto y sonríe. Trae el cabello peinado hacia atrás, lo tiene un poco largo para mí gusto, pero es guapo— ¿Todo bien?
Lo detallo muy rápido, hasta creo que la baba se me va caer de la boca. Es un sujeto bastante mayor, yo diría que de unos cincuenta años, pero atractivo como nadie.
No lo había visto por aquí.
—Sí, todo bien. —respondo amable. Intentado disimular que me lo estoy comiendo con los ojos.
—Mucho frío ¿Verdad?
Lo dice porque me encuentro abrazándome a mí misma con la taza de té aún humeante.
—Sí, algo.
El hombre sirve un poco de café en una taza y se recarga de la pared frente a mí, me mira algo curioso y nos acompañamos un rato en silencio.
—Soy Jaden. —le digo— La nueva pasante.
Él asiente, muy amable. Es tan guapo que me pregunto de inmediato cómo será el sujeto fornicando o chupándome el coño como un desaforado, por la altura que tiene lo imagino con una v***a enorme que con gusto puedo devorarle.
Me espanto esos pensamientos indebidos de la mente.
Dios, Jaden. Concéntrate.
—Un gusto, señorita Jaden. No sabía que había una nueva pasante aquí ¿En qué área?
—Redes. —suelto medio orgullosa.
—Ah, entonces es usted quien ha estado manejando nuestra página los últimos días.
Asiento muy orgullosa.
Esa definitivamente soy yo.
—Va muy bien. Acaba de llegar y ya se ha ganado muy buenos comentarios.
No me pasa desapercibido que me habla con formalidades, eso quiere decir que no piensa coquetearme y me irrita. Yo sólo quiero un compañero caliente y mujeriego que me folle en la oficina a escondidas.
Sacudo mi cabeza con disimulo.
No puedo andar por la vida teniendo fantasías sexuales con cada hombre guapo y caliente que se me cruza en el camino.
—Sólo hago mi mejor trabajo, me gusta sobresalir. —respondo.
Él termina su café y coloca la taza en el pequeño lavavajillas. Hay poco espacio entre nosotros y me imagino brincándole encima.
—No lo dudo, señorita Jaden.
—¿Cuál es su nombre? —pregunto.
Ya déjalo ir, Jay. No va a acostarse contigo.
Aunque no pierdo nada por intentarlo, a menos que me boten... Y sólo de pensarlo me lleno de miedo, porque no puedo perder esto. Es la única oportunidad que tengo para volver a casa por mi título.
—Aaron Prise. Soy el director de la compañía.
No me jodas, es el jefe. Mi jefe.
Papi jefe.
Fornicar con el jefe es una de las mayores fantasías de cualquier mujer.
Confirmado: Me lo voy a coger.
Como sea.
—Oh. Es el jefe.
—Eso creo. —sonríe muy amable. Yo también dejo mi taza en el lavavajillas— Un placer haberme cruzado con usted, señorita Jaden...
Se queda pensando, tal vez buscando mi apellido en su mente. Aunque no se lo dije en ningún momento.
—Zolta. —Hablo.
Entonces sus ojos se clavan directo en los míos, me mira como si fuese un ser maldito que ha arruinado su vida. Y ¡Diablos! Esa no es la mirada que quiero.
Sólo coquetea conmigo, Aaron de la mierda.
Necesito conseguir un hombre piadoso que alegré mis días aburridos con cogidas secretas. Ya tengo cuatro días de inactividad s****l y mi v****a comienza a llenarse de telarañas.
—¿Zol... Zolta? —Tartamudea.
Asiento.
—¿Con quién te entrevistaste para ingresar aquí?
—En realidad no lo hice, Richard Colleman me llamó y me dio la noticia.
—Jodido Richard. —dice en voz baja. Luego se disculpa por ello, algo apenado. Me vuelve a mirar como si estuviera descifrando algo— Eres Jaden Zolta Colleman.
Ah, ya sé qué pasa aquí.
El sujeto también quería follar conmigo pero se dio cuenta de que conoce a mi padre.
—Sí, esa misma soy. —sonrío entre coqueta y reservada. Ustedes saben, disimulando— ¿Cómo me conoces?
—Eres la hija de Paúl Zolta. —afirma.
Sí, gracias papá. Eres un arruinador de futuros polvos nivel cien.
Aarón se ve alterado ahora y maldice en voz baja cuando su celular comienza a sonar dentro del bolsillo de su pantalón. Intenta mantener la postura pero su cara de tragedia lo dice todo. Se disculpa nuevamente y se marcha tan rápido como puede.
Bueno, fue una interesante charla. Algo desastrosa pero encantadora, espero poder enmendarlo porque voy a cumplir esa fantasía s****l como sea.
Así que tranquilo, bombón, mi padre no será impedimento para nosotros.