Tras pasar una enorme puerta de madera llegué a un espacio con otras más puertas enumeradas de menor tamaño, la mujer estaba realmente molesta, no entendí por qué, no le había hecho nada malo.
Nos detuvimos en la puerta con el número 12, la mujer abrió y me indicó mi espacio, era un lugar bonito, diferente a todo lo que estaba acostumbrada, un espacio con cuatro paredes y su propio baño. Había dos camas, una arriba de la otra, mi espacio en la parte de arriba me haría sentir un poco más como en la copa de los árboles, que muchas noches habían sido mi espacio de descanso. Había dos mesas, una seguida de la otra, en una de ellas había bastantes libros acomodados en orden, un recipiente con lápices y una tabla con hojas blancas listas para tomar notas, probablemente ese era el espacio de mi compañera de habitación. La señora enojona cerró la puerta casi de golpe, no sin antes indicarme tomar un baño y cambiar mi ropa por una que cubría casi la totalidad de mi cuerpo, toda color blanco.
Salí de la habitación algunos minutos más tarde, un pantalón color blanco una blusa y una bata del mismo color hacían juego con unos zapatos que apenas y había logrado ponerlos en mis pies. Entré en el salón de clases de primer nivel, había bastantes chicos al parecer de mi edad, y tomé asiento al final del salón, para escuchar a una mujer con algunas canas en el cabello hablar sobre el cuerpo humano.
Las horas no pasaban y la cantidad de cosas que escuchaba me parecían entretenidas pero eran cosas que ya había aprendido en el consultorio del médico Postlethwaite así que resultaba un poco enfadoso escucharlo de nuevo.
Al terminar las clases del día estaba en la dirección general de la escuela, a punto de contestar una serie de preguntas en una hoja de papel. Todo resultaba tan familiar que sin problemas conteste la mayoría del cuestionario. En pocos minutos el director tenía entre sus manos mis respuestas y parecía impresionado mientras leía y analizaba detenidamente.
-Señorita, le pediré que vaya a su habitación, el día de mañana la colocaré en el nivel que debe estar, analizaré sus respuestas y platicaré con el personal indicado para darle el lugar correspondiente.
Pronto estaba en la puerta de mi habitación, a punto de abrir.
Una chica estaba dentro, me emocionaba conocer por fin a mi compañera de cuarto, quizá llegaríamos a ser muy buenas amigas.
-Hola, mi nombre es Angie, me asignaron como tu compañera de habitación –intenté ser amigable y dar una buena primera impresión.
-Qué mala suerte, me gustaba mi privacidad –refunfuñó y ni siquiera me miró
-¿Cuál es tu nombre? –insistí en ser bienvenida
-Eso no te interesa, voy a pedirte que me des mi espacio y no te entrometas en mis cosas. No somos amigas, ni lo seremos. No eres de mi clase –era muy apática y eso me irritaba, pero lo que más me hacía rabiar era su grosera manera de responder
-No tienes derecho de hablarme de ese modo, intento ser amable, quiero paz y tranquilidad en mi área de descanso –resoplé
-Eso mismo quiero yo, así que no me hables, imagina que no estoy aquí.
-De acuerdo, señorita arrogante –respondí molesta –Lamento importunar.
-Haces bien en disculparte niña. No sé qué piensas hacer aquí, este no es tu lugar.
-Tú no decides eso, he sido aceptada, por lo que vas a tener que acostumbrarte a verme todos los días a partir de hoy –respondí para irritarla, esto de hacerla enojar parecía divertido, sobre todo porque ella era que se había comportado mal desde el inicio.
-Es una lástima, pero si no tengo de otra, tendré que aceptarlo. Por lo menos no te veré todo el día. Estoy en el quinto nivel, para cuando tú llegues ahí yo ya estaré trabajando exitosamente fuera de este lugar.
-Suerte con eso, me cambiarán el nivel, parece que soy demasiado lista para el primer nivel.
-No creo que pases más del tercer nivel, eres tan poca cosa.
-Calla, no sabes con quien estás hablando.
-Claro que lo sé, eres una chica nueva sin chiste, que piensa que este es su lugar. Pero te diré algo, estas equivocada, este no es tu lugar y me encargaré de hacerlo saber a todos. Te correrán de aquí en poco tiempo –me miró al fin para mostrar su sonrisa victoriosa.
-No estés segura de eso, salvé la vida de un hombre hace unas horas.
-Eso no te asegura tu lugar aquí, no es de tu nivel, no es tu lugar.
Decidí no discutir más con aquella terrible persona, ¡qué mala suerte! Esa chica era una pesada y arrogante. Y ahora tenía que compartir un espacio con ella. Iba a ser difícil, muy difícil la convivencia. Me preparé para dormir y en pocos minutos estaba recostada en mi cama mirando el techo y pensando ¿qué hago en un lugar como este? No es mi lugar.
Desperté la mañana siguiente, me vestí con mi uniforme y caminé sin dudar a la oficina del director.
-Señorita Kress, el consejo y yo hemos revisado su examen de nivel de estudios, parece que tiene un nivel muy avanzado de conocimientos y su nuevo grupo será en el quinto nivel –sonreí al recordar las palabras de mi compañera de cuarto. –Vaya al salón número 5 y con esta nota comenzará sus clases ahí, los profesores le harán un examen de conocimientos generales, para ponerla al corriente en cada clase. Estos son sus libros y su libreta de notas, así como algunos útiles escolares necesarios. Le deseo suerte.
-Gracias señor, y con su permiso voy a iniciar mis clases del día.
Me emocionaba aprender cosas nuevas y realizarme como médico. Sin pensarlo más caminé hasta el salón que me acompañaría los siguientes meses, entregué la nota a cada profesor como se me había indicado y después de un día lleno de exámenes complicados regresé a mi habitación.
-No sé cómo le hiciste niña sin chiste, seguramente el director te tiene consideraciones porque le has dado algo a cambio. ¿Cómo es que alguien como tú esta mi clase? Vamos, a tan corta edad no puedes saber nada sobre medicina.
-No quiero ser grosera, pero te voy a pedir que no hagas insinuaciones si no sabes de lo que hablas. Mi mente esta en paz, y con eso me basta, si estoy en tu clase es por qué ahí es mi lugar, sé muchas cosas y seguramente tengo más experiencia que tú, ¿acaso has salvado la vida de alguien?
-No hables, esa actuación tuya fue mera suerte.
-Oh, claro, por suerte pude controlar la hemorragia y hacer una cirugía. Vamos ambas sabemos que eso no es suerte, y soy mejor que tú en muchos aspectos.
-Claro que no, de ninguna manera eres mejor que yo en ningún aspecto.
-Vamos hasta tengo la atención del chico que te gusta –era divertido molestarla
-¿El chico que me gusta? No me gusta ningún chico –respondió nerviosa
-Eso no te lo creo, me di cuenta de tus celos, Konrad no presta atención a otras chicas más que a mí, y eso te molesta –dije recordando las incómodas y constantes miradas y halagos de él.
-Por supuesto que no, él no es de mi interés –mentía
-Y ¿por qué te pones tan nerviosa y te sonrojas?
-Calla, no sabes de lo que hablas –intentó disimular, pero le era imposible hacerlo.
-Claro que lo sé. Pero descuida, tu chico no me interesa en lo absoluto, no es mi tipo y es, como te lo digo, mujeriego, coqueto… y bueno, no es feo, y sus músculos, vaya músculos… pero es demasiado arrogante. Así como tú.
-¿Arrogante? ¿Me llamaste arrogante?, eres una niña aún, no sabes de lo que hablas y ves cosas de más. No tengo interés en ese chico ni en ningún otro, y mejor deja de decir estupideces y concéntrate en tus cosas, no te metas en mi vida. Pero voy a decirte algo, si tienes la atención de Konrad es porque eres nueva, y el sólo se fija en las cosas nuevas.
Quería responderle de mala manera, me llamo “cosa”… respiré profundo y decidí ignorar sus siguientes palabras, me hundí en los nuevos libros que tenía ahora sobre mi escritorio, mis deseos de aprender eran enormes y ahora que tenía frente a mí la oportunidad de hacerlo, no iba a desperdiciarla, y menos por pequeñeces como una chica que desde el principio no me trataba nada bien.