Llegué a la biblioteca, un salón repleto de libros de todas clases, era algo fabuloso. Y ¿por dónde comenzar? ¿Qué exactamente debía limpiar aquí dentro? Quité el polvo y las manchas del piso, ahora era un salón reluciente de piso como espejo. Me senté bastante cansada en una silla que se veía realmente cómoda.
-Hola, escuché de tu castigo -me giré sobresaltada -¿qué hiciste para merecerlo?
-Hola Duncan, ¿qué haces aquí?
-Verás, esta es mi área de estudio, tengo permitido estar aquí hasta que me plazca. Este lugar nunca se había visto tan limpio.
-Oh, vamos, si tan sólo he limpiado el piso.
-Pues desde que yo llegué nadie jamás lo había hecho.
-Bueno, parece que por mi castigo le tocó la primera limpieza.
-Eso parece. Pero aún no me respondes ¿por qué te han castigado?
-Parece que alguien dijo que salí de mi habitación para encontrarme con un chico.
-Alanisse, ¿cierto?
-Eso creo, estaba con Grabeel cuando entré la habitación esta mañana, y parece ser que ellas están en mi contra.
-Bueno después de quitarle a Konrad supongo que está molesta.
-Oh, claro que no, él y yo no somos nada, aunque parece ser que él quiere algo de mí, que por supuesto no obtendrá.
-Oh, lo siento. Es que los miré en los descansos juntos.
-Lo asignaron como mi tutor para ponerme al corriente con mis clases. Pero él aprovecha eso para no quitarse de encima de mí. No es que sea malo, es insoportable ese ego tan grande que tiene.
-Sí, lamento que tengas que estar con él.
-Admito que al principio me pareció la justa venganza por lo que Alanisse me había hecho, ahora solo pienso que obtuve un doble castigo.
-Te entiendo. Me pareció que estabas muy impresionada al entrar aquí.
-Sí, bueno es que no había visto nunca tantos libros juntos.
-¿Qué clase de libros de te gusta leer?
-Sólo he tenido la oportunidad de tener un par entre mis manos, admito que es difícil conseguir qué leer.
-Bueno, pues estando aquí no es impedimento leer una gran variedad de libros. Por tu forma de ser pienso que la aventura, acción, y fantasía es tu fuerte en la lectura. ¿O quizá algo romántico?
-No lo sé, ¿Qué recomiendas?
El chico se alejó un poco de mi lado y tomó un libro de uno de los estantes.
-Creo que este va a gustarte.
-Bien, te lo diré cuando termine de leer.
El chico salió de la biblioteca con una sonrisa. Apenas se alejó, me apresuré a recoger las cosas de limpieza para llevarlas a su lugar.
Cansada pero emocionada llegué a mi habitación, lo mejor de ese día es que cuando regresé, mi compañera ya dormía profundamente. Me senté al escritorio y abrí el libro de literatura. Pronto me hundí en el texto, imaginando que el mero protagonista era yo y de pronto vivía todas esas aventuras.
Desperté por la mañana un poco entumecida, me había quedado dormida sobre el libro, recuerdo que soñaba con grandes aventuras, tan extraordinarias como las del libro.
Me di una ducha caliente y me preparé con mi impecable uniforme para mis clases del día.
Pasaron las horas, lenta, muy lentamente. Pero cuando menos acordé ya estaba en la biblioteca, terminando de limpiar.
-Sabes, me siento con algo de culpa por tu castigo.
Di un leve salto de sorpresa al escuchar su voz, no esperaba encontrarlo, aunque muy en el fondo esperaba que estuviera aquí también esta noche.
-Duncan, oh, no. No fue culpa tuya.
-Ella nos miró hablar, quizá por eso dijo lo que dijo a la señorita Grabeel.
-Pero no es tu culpa, vamos, la odiosa es ella, sólo quiere hacer mi vida imposible aquí dentro. Aunque debiste decirme que ella nos había visto.
-No le di importancia, después de todo soy invisible para ella.
-¿Por qué dices eso?
-En realidad soy invisible para muchos, quizá todos, no soy muy popular y no me gusta estar muy cerca de la gente.
-Bueno, no es tan malo socializar.
-Sé que no es malo, pero no es lo mío. En cambio tú, desde que llegaste, has logrado llamar la atención de muchos.
-Tampoco soy muy sociable.
-Bueno, no lo parece, he visto que saludas y hablas con muchos incluso con algunos de mis compañeros de clases.
-Sólo cruzo algunas palabras con ellos, quedaron impresionados y me han preguntado muchas cosas por lo que hice.
-Hiciste un gran trabajo, ese hombre te debe la vida, y seguro nunca va a olvidarlo.
-¿Por qué estás tan seguro?
-¿Recuerdas que estaba junto a ese hombre en la camilla donde se recuperaba?
-Lo recuerdo bien, me trataste como una anciana.
Se ruborizó ante mis palabras, parecía avergonzado.
-Lamento haberlo hecho, es sólo que me han enseñado a…
-Descuida Duncan, eres un chico educado, eso pude notarlo en el justo momento que te vi. Pero no nos desviemos del tema.
-Claro, ese hombre es mi abuelo.
-Pero, es tan joven, ¿cómo puede ser abuelo?
-Bueno, hay circunstancias de la vida en el que hay personas que deciden ser padres a corta edad, mis abuelos eran así, mi padre es el más grande de todos sus hijos, incluso tengo tíos apenas 2 años mayores que yo. Mi abuelo se ve joven, pero ya no lo es tanto, justo cumplirá 65 en un par de días.
-¿65? Oh, vamos, bromeas conmigo ¿cierto?
-No, no lo hago, es un hombre bien conservado.
-Y ahora me pregunto ¿cómo es que ha llegado aquí con una lesión de gravedad como esa? ¿A qué se dedica?
-No lo sé, es un hombre muy misterioso. Él siempre ha tenido tiempo para estar conmigo, incluso más que mi propia madre. Ha sido como mi padre desde que tengo memoria, pero sé que tiene su trabajo que le deja buena remuneración, aunque jamás he visto que trabaje.
Terminé mis labores de limpieza y regresé a mi dormitorio, esta vez debía estudiar un poco antes de hundirme de nuevo en la lectura. Leer las palabras de aquel autor me hacía sentir de nuevo libre, entre todas aquellas maravillosas cosas del mundo exterior, la naturaleza viva, los seres vivos que no juzgaban y convivían a mi alrededor.